Opinión
Ver día anteriorDomingo 10 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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De nuevo la guerra sucia
S

i tomamos como parámetro lo que en México se ha dado en llamar guerra sucia, fácilmente se puede ver que todas las luchas políticas en la historia moderna del mundo tienen siempre algo de o caen inevitablemente en la guerra sucia. El problema es acabar de definir lo que ese concepto significa entre nosotros.

De modo aproximado no hay problema para identificarla: es cuando se emplean malas artes para derrotar a un contrario, como, por ejemplo, la mentira, la calumnia, la falsificación de dichos y hechos del adversario, no importa que sean en privado o en público, complotar a grupos y fuerzas para acorralarlo, usar de dineros mal habidos, de origen privado o estatal y, desde luego, el mismo erario para nulificarlo en su eficacia propagandística o de convencimiento.

Si se le llama sucia, aunque casi nunca se diga, es porque es ilegal, porque va en contra de lo establecido en las leyes o también porque se retuerce el sentido de las leyes para acosar al adversario. Esto es, en todos los casos, lo más difícil de esclarecer y aun de exponer en defensa del agredido. En muchos casos, por no decir en todos, las definiciones de la ley son genéricas y sumamente vagas, de tal modo que resulta imposible dilucidar qué son exactamente los extremos entre los cuales se sitúa su significado.

Todo mundo pudo ver la insania que encerraba la acción coordinada de Fox, siendo presidente, con la Suprema Corte de Justicia para desaforar a Andrés Manuel López Obrador, siendo éste jefe de Gobierno del Distrito Federal. Pasando sobre la ley y los reglamentos, se consumó la acusación judicial y el consecuente desafuero del Legislativo. No hubo modo de oponer una defensa judicial adecuada y fundada en hechos y, al final, tampoco la fuerza política suficiente en el Congreso para evitar el desaguisado.

Cuando se usa información llamada ad hominem, que tiene que ver, por ejemplo, con actos privados del oponente, con hechos escandalosos, como alguna infidelidad conyugal, una parranda privada, una pelea y cosas por el estilo, la ley o es omisa en su utilización política o, de plano, la permite. En Estados Unidos todos esos hechos causan la derrota anticipada o la dimisión de cualquier candidato. Ser un delincuente fiscal, como fue el cavaliere Berlusconi en Italia, ser enjuiciado por ello o estar sujeto a investigación, no implica la anulación política del individuo.

La ley no es garantía contra ataques de ese tipo. Si a ello agregamos una autoridad electoral omisa o mezquina en su actuación controladora de las rispideces de la lucha política, tenemos los ingredientes básicos para que la suciedad, si es que nos ponemos de acuerdo en lo que es, agobie a los acusados o sospechosos de actos escandalosos. El uso del dinero, por ejemplo, entre nosotros, es algo fuera de control, por más denuncias que se hacen al respecto. Todo mundo puede ver el dispendio de verdad apabullante del candidato presidencial priísta, no sólo en los medios de difusión gráfica que inundan el país, sino y sobre todo, en los medios de comunicación masiva. Y nadie puede hacer nada.

Hace unos días trascendió que el PRI y el PAN preparaban una serie de espots en los cuáles se vuelve a enfocar las baterías propagandísticas en contra del candidato de la izquierda, López Obrador. En algún momento él explicó que la lucha armada tenía su razón de ser en las terribles injusticias que padecían diversos sectores de la población. Ahora se le hará decir que la lucha armada es el conducto para llegar al poder. Desde luego que contra esos infundios no cabe más recurso que la aclaración puntual y masiva de lo que realmente se dijo.

Se ha propuesto realizar una exposición gráfica y de otro tipo en la que se van a resumir los años de gobierno perredista de la capital en la que se documentarán pormenorizadamente todos los crímenes que no se han podido combatir desde el gobierno o que se han dejado impunes. También aquí lo único que queda es aclarar debidamente todo al respecto.

Se vuelve a la historia de las ligas de Bejarano, no obstante que López Obrador, en el primer debate de los presidenciables, hizo notar que Gustavo Ponce está en la cárcel por su delito y que el primero también estuvo en chirona, aunque luego haya sido absuelto de toda culpa. No se ve, en cambio, que gobernadores ladrones y delincuentes hayan sido sometidos a juicio o que los parientes de Fox y su esposa fuesen siquiera indagados.

Pero la guerra sucia no sólo tiene que ver con claras infracciones a la ley sino, además, con actos perfectamente legales. Hace unos días Fox dejó helados a los panistas con sus obscenas declaraciones de apoyo a la candidatura de Peña Nieto. La lógica del ex presidente no es la suya propia, pues carece en lo personal de ella. Es la de los grupos reaccionarios y derechistas que lo arropan y lo protegen. El hecho de que López Obrador esté repuntando en las preferencias electorales los puso al borde de la histeria.

Que dos organizaciones políticas, perfectamente definidas y diferenciadas en sus documentos básicos y en su institucionalidad política, como lo son el PRI y el PAN, se pongan de acuerdo para derrotar al tercero en discordia y unifiquen sus esfuerzos como lo propone Fox, sería perfectamente legal. Los que tendrán que tragar mierda son los militantes que han creído hasta ahora que sus respectivos partidos eran la encarnación de sus aspiraciones e ideales.

Otras formas de guerra sucia, ateniéndonos como lo dije antes a lo que por ella entendemos en México, se han estado dando en abundancia y se seguirán dando. Nos basta abrir los periódicos o encender la radio y la televisión para ver declaraciones de mala leche que se filtran en la conciencia popular y hacen su efecto. Cordero, derrotado por Josefina Vázquez Mota, ha declarado que López Obrador tiene la culpa de la devaluación monetaria en curso. Y acaba de decir también que López Obrador es un peligro para las familias mexicanas.

En la entrevista que se le hizo en el programa Tercer Grado de Televisa, el pasado miércoles, Carlos Loret de Mola dijo a López Obrador que Bejarano y los seguidores de éste en el PRD operaban para él. El candidato le dijo que era un mentiroso y que si tenía pruebas las exhibiera. Le aclaró que llevaba siete años sin el menor contacto con el aludido y que él sí le podía presentar pruebas al respecto.

Josefina Vázquez Mota justificó sus promocionales contra López Obrador diciendo que eran sólo información. Al tabasqueño se le enjuiciará en su gobierno del Distrito Federal, por supuestos dineros mal habidos para sus actividades y, no podía faltar, su falta de compromiso con el tema del aborto. En el citado programa, López Obrador dijo que él estaba a favor de lo que las mujeres decidieran y que era algo que ellas mismas debían determinar.

En qué acabará esta guerra sucia es algo que se decidirá en las urnas. Los ciudadanos decidirán. Y como esta guerra ahora está enderezada en contra de su candidato, son los lópezobradoristas a los que tocará aclarar y exponer todas las inmundicias que se le echen encima.

Para Arturo Azuela, con la nostalgia de la amistad eterna