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Ver día anteriorDomingo 10 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

San Isidro 2012 o el triunfo de los mansos

La bravura, único blindaje para la fiesta de toros

A

siduos u ocasionales aficionados latinoamericanos que presencian en Las Ventas de Madrid el serial taurino de la Feria de San Isidro, regresan a sus países de origen hablando maravillas, haiga sido como haiga sido el resultado ganadero y artístico de la renombrada feria, cuya fama sin embargo ha descendido de la ejemplar defensa de la edad y el trapío en las reses a un kilismo manso ayuno de espectáculo. El historiador y poeta Jesús Flores Olague, cuyos viajes de trabajo a España con frecuencia coinciden con el citado serial, externa sus impresiones de la reciente feria y el hecho histórico de que en Las Ventas hayan comparecido ocho diestros mexicanos.

“En todo el mundo taurino –comienza el doctor Flores– es notorio el proceso de desbravamiento del toro. Más que descuidado, los ganaderos de los distintos países han equivocado el concepto de bravura con el propósito de lograr una embestida cómoda para el toreo dizque de arte. Lo que han obte-nido, en el caso concreto de España, son animales descomunales de impresionante encornadura que se paran o apenas pueden con su peso y lejos de asustar, aburren. Engordan reses, pero sin bravura. Muchos ganaderos nuevos tienen dinero pero no una idea clara de bravura con clase, de embestida emocionante que permite toreabilidad e incluso logros estéticos.”

“Como consecuencia de lo anterior, en San Isidro abundan los toros devueltos y, más grave aún, la suerte de varas ha perdido su emoción y torería. De ahí el gran mérito del picador potosino Ignacio Meléndez y sus tres puyazos en lo alto, citando con precisión y moviendo muy bien al caballo, al segundo toro de Zotoluco, por lo que la gente supuso que conservaba su bravura en el último tercio, pero no fue así. El público de Madrid también ha venido a menos. Muchos compran su abono no para asistir a las corridas, sino para revenderlo, y la asistencia nueva carece de conocimientos. Incluso el otrora intolerante tendido 7 ahora protesta menos.

“Algo que también incide en el ánimo del público madrileño –prosigue el autor del nue- vo poemario Ya de otoño, de inminente presentación– es el exceso de fuerza de trabajo extranjera. La tarde en que el aguascalentense Juan Pablo Sánchez confirmó, dos ancianas a mi lado empezaron a aplaudir su privilegiado temple, pero en cuanto se enteraron de que era mexicano, dejaron de hacerlo. Más que racismo o chauvinismo es reflejo de la sobresaturación de migrantes de todos lados, que les han quitado hasta los trabajos más modestos.

“Si bien sobraron algunos nombres y faltaron toreros mexicanos con más merecimientos, los que interesaron y calaron en el ánimo de la gente fueron Arturo Saldívar, Juan Pablo Sánchez y el novillero Sergio Flores. Saldívar posee una inquebrantable actitud desafiante y la convicción de poder ser. Llegará lejos. Sánchez, con ese temple privilegiado, tiene todo, sin embargo necesita descararse más delante del toro. Y otro tanto ocurre con el talentoso joven Sergio Flores, que debe olvidarse un tanto de la corrección y vender más sus suertes y sus series. Acá, a los visitantes les regalamos orejas y rabos por cualquier cosa; allá a los extranjeros no les regalan nada y les reconocen poco.

“Envidia de la buena provoca la vasta producción editorial española sobre el tema taurino, pero causa honda preocupación comprobar cómo ha disminuido, al igual que en el resto de los países taurinos, la presencia de la fiesta de toros en prensa, radio y televisión. Se mantienen dos o tres revistas especializadas más que en señalar, orientar y capacitar, en hacer relaciones públicas y llevar la fiesta en paz, vaya por donde vaya, así como la sana, pero reducida tradición de coloquios y círculos taurinos, peñas, agrupaciones y concursos.

“Por cierto, –concluye Jesús Flores Olague– y no creo que sea por mi edad, la Plaza de Las Ventas se autoproclama catedral mundial del toreo, pero toda catedral que se respete exhibe, si no oradores elocuentes, por lo menos bancas cómodas, no desalmadas localidades sin el mínimo espacio entre una fila y otra, y en las que inevitablemente molestas al de enfrente y eres molestado por el de atrás. Si a ello se añaden estos desfiles de encierros mansos, a esa catedral le urge revisar a fondo su concepto de bravura, espectáculo y comodidad. Pero aquí y en el resto del mundo taurino, la bravura es el único blindaje eficaz con que puede contar la tauromaquia.”