Opinión
Ver día anteriorMartes 12 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Tempestades de acero
N

o son de acero estas tempestades, son pinturas, dibujos y objetos que integran la exposición-homenaje a su autora Estrella Carmona (1962-2011), en los amplios y generosos espacios de la Galería Eje (Eje Central Lázaro Cárdenas 425, Centro).

En uno de los dos textos en Letraset adheridos a la mampara leo lo que sigue: Los cuerpos protegidos por máscaras y filtros por instantes se quedan estáticos, como si fuesen árboles ataviados para recibir el exterminio.

Ese texto va firmado por el pintor Tomás Parra, profundo admirador de su obra y maestro suyo. El que abre la muestra es de Raquel Tibol, y lo conocía porque fue inicialmente publicado en el semanario Proceso.

De éste entresaco la siguiente idea, debido a que coincide con lo que, en términos generales, yo deduje de lo exhibido: “el ingenio de los seres humanos para hacer evolucionar mecanismos… que parecieron sobrepasar las órbitas más avanzadas... le encantaban tanto como le horrorizaban”.

La intención que animaba a la pintora veracruzana era crear conciencia antibélica, pero a fuerza de insistir en ello es belicosa a morir.

El espectador se ve amenazado mientras transita por negras bocas de cañón que lo apuntan desde diferentes ángulos, obedeciendo a la intuitiva museografía de Tarcisio (Tacho) Padilla, quien con su distribución atípica, nada lineal, siguió parámetros que propician buenos tiros visuales y repercusiones entre una obra y otra.

Con cuidado y profesionalismo, Padilla montó en tela algunos de los papeles de mayores dimensiones, otros están exhibidos tal cual, sin más recurso que el sostén adherido a su envés, que permite su no adhesión directa al muro o mampara. Algunos de éstos, con todo y su carácter esquemático, son las más prototípicas muestras expresionistas del conjunto.

Salvo las pinturas que ostentan fuertes toques de verde viridian (el verde prototípico de las lacas, el verde que solemos denominar verde bandera) los colores de Estrella Carmona responden a una parca orquestación orozquiana y uno de los mejores, magistral se diría, se adivina como transposición maquinística del Hombre en llamas de Guadalajara, aquí trasmutado en un avión con brutal fondo rojo.

Aviones, hélices giratorias, destrucción, explosiones con base en brochazos y espatulazos generados se diría que visceralmente, actúan visualmente como mazazos al espectador.

La destreza en conseguir la representación a partir de unos cuantos movimientos y elementos es producto de una práctica incoercible y a la vez de conocimientos asimilados a fondo.

Estrella Carmona trabajó por buen tiempo para la siderúrgica Altos Hornos de México y lo que produjo entre 2001 y 2010, años que con algunos antecedentes abarca lo exhibido, es patente en las modalidades que esgrimió en su pintura.

La verdad es que me impactó; es más, me conmocionó. La expresión de tanta violencia que alcanza hasta los territorios futursitas de la ciencia ficción, sin pasar por alto la muy real destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York, tanto que pareciera haberla presenciado aunque así no haya sucedido.

Las fuentes de su proceder iconográfico están explicitados a través de colecciones de objetos que ella reunió y de los que tomó algunos rasgos, complementándolos con ilustraciones de cartoons japoneses.

Hay una serie de robots colocados en el arranque de una escalera, que en sí integran colección objetual con valor propio, así como varias libretas, que pueden abrirse y hojearse, y de dibujos dispuestos en acordeón, que son auténticos libros de artista.

Sus dibujos no son preparatorios para las obras de formato grande, son apuntes de bitácora conceptualizados, de absoluto virtuosismo: la otra cara de la medalla.

Pese a la conmoción que provocan tantas bayonetas, o la panza del Boeing 727 que fue realizada in situ, según se me informó, la tónica dark del conjunto está marcada por una estética que parece presente a contrapelo.

Varias piezas parecieran realizadas a partir de negativos mentales, tal que si le hubieran movido más los negativos fotográficos o fílmicos que sus impresiones: partía de lo oscuro disparando hacia fuera las luces, explosiones.

Estrella Carmona fue diestra y audaz. Fue también proclive a los ecos, que según expresión de Tibol, son como gritos impulsivos. La muestra es muy visitada, principalmente por jóvenes y escolares, ojalá y los colegas y compañeros de Estrella le rindan igualmente el homenaje de calibrar sus trabajos. Ella peleó por la vida a través de imágenes de destrucción de la misma, tanto que hasta pueden asustar. No es poca cosa.

Este homenaje fue posible gracias al concurso del devoto compañero de la pintora, el brasileño Luiz Eduardo Laufer.