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El peso pesado y tricampeón olímpico falleció el lunes a los 60 años víctima de un infarto

Teófilo Stevenson, el ídolo que nunca dejó de ser amateur

Por lealtad a la Revolución Cubana rechazó millonarias ofertas para pelear con Muhammad Ali y Joe Frazier

Su salud se había deteriorado en los meses recientes por problemas cardiacos

 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de junio de 2012, p. a12

La Habana, 12 de junio. Prefiero el cariño de 8 millones de cubanos, dijo Teófilo Stevenson cuando tuvo ocasión de pelear con leyendas del boxeo como Muhammad Ali o Joe Frazier. El peso pesado y tricampeón olímpico también fue uno de los grandes de la historia, aunque nunca dejó de ser amateur.

Stevenson, fallecido el pasado lunes de un infarto a los 60 años de edad, se negó siempre a pelear como profesional por lealtad a la Revolución Cubana, pese a que le sobraban argumentos con los puños.

El excéntrico Don King llegó a ofrecerle al menos un millón de dólares –cifra de hasta 5 millones según otras versiones– para que se midiera en el cuadrilátero con Ali, en la segunda mitad de los años 70.

Fue en vano. El caribeño nunca enfrentó a la leyenda estadunidense, quien era el mejor boxeador de la historia, según las apuestas de la época, en la jamás celebrada pelea del siglo.

No cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer, dijo también Stevenson tras una nueva millonaria oferta para pelear con otro de los ídolos de los pesos completos: Joe Frazier.

Stevenson tampoco aceptó nunca ofertas para desertar, tentación frecuente para los deportistas de la isla. Su amor declarado por la revolución le valió el apoyo de Fidel Castro. Algunos detractores consideraron, sin embargo, que el campeón prefería no medirse con los puños de los profesionales del boxeo rentado.

(Stevenson) resistiéndose empecinadamente al dólar yanqui, aunque dista de parecer un necesitado, refiere el escritor Gay Talese en un relato sobre un mítico encuentro de Ali y Stevenson en La Habana.

Vive entre sus compatriotas como un encumbrado pavo real cubano, ocupando altas posiciones en los programas deportivos del gobierno y atrayendo suficiente atención de las mujeres de la isla como para haber recolectado cuatro esposas hasta la fecha, agrega el cronista.

Stevenson se hizo buen amigo de Ali, pese a los comentarios provocadores del campeón estadunidense por el combate frustrado. Es un buen amateur, un peleador de tres asaltos, soltó alguna vez Muhammad, como era su costumbre.

El cubano acompañó a Ali durante una memorable visita a La Habana en los 90, en la que también se reunieron con Castro en una gira humanitaria por la isla, para llevar medicamentos a clínicas y hospitales con desabasto por el bloqueo estadunidense.

En el famoso relato de Talese se consigna aquella cita en una tibia noche del invierno habanero. Ali tenía 54 años de edad y más de 15 alejado de los cuadriláteros. En la comitiva tuvo un lugar especial el triple medallista olímpico Teófilo Stevenson (en 1972, 1976 y 1980), quien a sus 43 años destacaba con su altura de 1.98 metros.

Stevenson apenas balbuceaba el inglés y Ali no sabía español, pero ambos lograron comunicarse como si existiera un lenguaje sólo comprensible para los boxeadores. Entre gestos bromistas, fintas amistosas y poses para la prensa, los eternos rivales se prodigaron respeto y admiración.

Foto
Miles de cubanos despidieron a Teófilo Stevenson con aplausos y ovaciones en la capitalina Necrópolis de Colón. Entre las muchas ofrendas florales destacaban coronas del líder Fidel Castro y de los presidentes Raúl Castro (Cuba), Hugo Chávez (Venezuela) y Daniel Ortega (Nicaragua). En la gráfica posa con Ali cuando éste visitó la islaFoto Cuba Debate

Durante aquel encuentro con Fidel, en un momento de camaradería, Ali simuló pegarle un puñetazo al líder cubano, quien pegó un salto juguetón tras Stevenson: ¡Asésorame!, le gritó el líder.

Los largos brazos de Stevenson cayeron desde atrás sobre los hombros de Ali y lo apretaron suavemente, narró Talese.

Cuando aflojaron, los ex campeones se pusieron frente a frente y simularon, en cámara lenta, los ademanes de dos púgiles en combate: balanceos, quiebres, ganchos, quites, todo sin tocarse y acompañados de tres minutos de aplausos ininterrumpidos y disparos de cámaras, así como de los sentimientos de alivio de los amigos de Alí, en vista de que, a su manera, se les había unido.

Luego Teófilo levantó la mano de Muhammad sobre la cabeza de Castro y la prensa se regocijó con la imagen.

Stevenson y Ali sellaron una rivalidad imposible con aquel encuentro de caballeros. Y en otoño de 1995 el ídolo cubano pagó la visita y fue huésped del legendario ex campeón en Estados Unidos.

Aristócrata del pugilismo

De paso elegante en el cuadrilátero, técnica exquisita y potente pegada, encarnaba mejor que nadie la tradición pugilística cubana.

Su estilo se extendía hacia afuera –relata Talese–, tenía cierto toque aristocrático.

Stevenson peleó siempre desde una posición muy derecha y aún conserva esa postura. Cuando la gente le habla, baja la vista pero mantiene erguida la cabeza, cuenta en la famosa crónica Ali en La Habana.

Y agrega: La mandíbula firme de su cabeza ovalada parecería estar fija en ángulo recto a su columna vertical. Es un hombre ufano, que se exhibe cuan alto es.

Teófilo Stevenson nació en el seno de una familia humilde en Puerto Padre, Las Tunas, el 29 de marzo de 1952. Hijo de un inmigrante angloparlante de la vecina isla de San Vicente, el campeón heredó de su padre la pasión por el boxeo.

Su primera pelea la disputó a los 14 años en 1966 y ganó su primer oro olímpico a los 20, en Munich. Dos veces más subió a lo más alto del podio, en Montreal 1976 y Moscú 1980. Cuatro años después no estuvo en Los Ángeles por el boicot a los juegos de varios países del ex bloque socialista.

En total ganó 301 de los 321 combates que disputó durante 20 años de carrera, 11 de los cuales los pasó invicto. Después de retirarse, en 1988, Stevenson empezó a trabajar en la Federación Cubana de Boxeo, en la que ejercía hasta ahora como vicepresidente.

Su salud se había deteriorado en los tiempos recientes. Bebía mucho, según sus allegados, y hace algunos meses había tenido los primeros problemas cardiacos.

La muerte lo sorprendió finalmente de forma inesperada la tarde del lunes en La Habana.