Opinión
Ver día anteriorSábado 16 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Praga = música
P

raga, República Checa. Esta ciudad es de una belleza inigualable. Además de sus numerosos monumentos y edificios importantes, tiene el atractivo sorprendente de cada uno de sus rincones, esquinas, puentes y jardines. Es, además, una urbe muy hospitalaria, grata y funcional. Por si todo ello fuera poco, Praga es el paraíso del melómano.

Con una tradición musical añeja, sólida y rica, Praga ofrece al visitante una cantidad y variedad apabullante de conciertos, recitales y óperas a lo largo de todo el año.

En días recientes se llevó a cabo aquí el famoso festival Primavera de Praga, con una programación de primer nivel. Además de este hito musical importante, el turista con aspiraciones musicales puede encontrar numerosas opciones con solo caminar por estas calles cargadas de historia, arte, cultura y política.

De hecho, la abundancia musical de Praga puede resultar un peligro. El melómano ansioso pasa frente a una de las muchas iglesias de la capital bohemia y encuentra el anuncio de un concierto altamente atractivo. Adquiere su boleto de inmediato, saboreando con anticipación la música de esa noche, y un par de calles más adelante se encuentra con otra (y otra, y otra) posibilidad musical aún más atractiva. Confieso: fui gozosa víctima de esta cornucopia sonora, que aquí en Praga es cosa de todos los días.

En la iglesia de San Francisco, situada al pie del emblemático Puente Carlos, hay un órgano barroco muy bien conservado. En sus teclados se posaron las nobles manos de Antonin Dvorák y, dicen los enterados, probablemente también las de Wolfgang Amadeus Mozart. El programa musical que ofrece el pequeño y acogedor templo presenta una combinación sonora infalible: soprano (Ludmila Venerová), trompeta (Vladimir Rejlek) y órgano (Michelle Hradecká). En particular, Rejlek y Hradecká transitan con eficacia y musicalidad por un programa que incluye obras de Bach, Händel, Vivaldi, Clarke, Schubert y Mozart, y que tiene además un sólido cimiento de música checa en piezas de Seger, Dvorák, y ese fascinante compositor y trompetista del barroco bohemio que fue Pavel Josef Vejvanovsky.

Soy de los que cree, convencido, de que hay pocas complicidades sonoras más atractivas que una trompeta, un órgano y la acústica de una iglesia de mediano tamaño. Lo escuchado esa noche aquí entre los muros de San Francisco me lo confirmó con creces. A destacar, la ejecución impecable del trompetista Vladimir Rejlek, con algunos sabrosos lujos de ornamentación en la música del inglés Jeremiah Clarke.

La noche siguiente, Praga me regaló una deliciosa puesta en escena del Don Giovanni de Mozart (ópera que fue estrenada aquí en 1787) con marionetas. Tuve la fortuna de comprobar la excelencia de la tradición checa de títeres, marionetas y similares, en una propuesta teatral ágil, ligera, llena de buen humor, destacando puntualmente todo lo que de giocoso tiene esta obra maestra mozartiana. Esta versión incluye, como principal elemento humorístico, la presencia de un hiperactivo Mozart-marioneta encargándose de manera lúdica y traviesa de la dirección musical de su ópera. Sobre el playback de una muy buena grabación (al estilo de la época) del Don Giovanni, un complejo, ágil y eficaz manejo de las marionetas, con atención singular al indispensable timing teatral y con la dosis exacta de comedia física para conformar un espectáculo sobresaliente y muy disfrutable, apto para un rango amplísimo de público.

De interés particular, el hecho de que este Don Giovanni con marionetas presentó una continuidad de la ópera reducida a poco menos de dos horas, con lo fundamental de la música y la acción. Resulta que a pesar del significativo recorte, fue posible comprender cabalmente todo lo esencial del argumento, la acción y el desarrollo de los personajes. De ello me surgió, en la tibia noche praguense, una retórica, inquietante e importante pregunta que no voy a explicitar aquí por temor a que los operópatas se confabulen para envenenarme con la siguiente dotación de chocolatosos y calóricos Mozartkugeln que quiera yo ingerir. Mejor me voy a Berlín, donde me esperan algunas músicas interesantes.