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Ver día anteriorLunes 18 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Acerca de la sensatez
E

n el terreno de la-literatura-nada-más (y nada menos, parafraseando a Cardoza y Aragón), el componente real y el fantástico o alegórico se funden en esa zona del lenguaje donde la verdad no tiene fronteras y cualquier cosa es posible. Es allí donde se entrecruzan dos personajes de la narrativa actual, de improbable vinculación y sin embargo complementarios. Patti Smith (1947) en su relato de infancia Woolgathering crea, sin proponérselo, un personaje cargado de energía y magia: ella misma, arrojada a un mundo de epifanías semirrurales que ella percibe con estremecedora intensidad infantil. A su vez ,Jonathan Lethem (1964) en la novela –notable como todas las suyas– Niña con paisaje (Girl in Landscape, 1998) imagina a Pella Marsh, niña de 14 años que llega a un planeta bizarro procedente de un Brooklyn posapocalíptico donde para colmo acababa de perder a su mamá.

Pella viaja con su padre (un político predecible y pobre diablo) y sus dos hermanitos a una tierra por conquistar (y de ahí un cierto aire de western). Llegada al planeta de la decadente civilización de los Constructores de Arcos, contrae voluntariamente un virus que la convierte en testigo de todo, la desdobla en una pequeña criatura (el ciervo), no otra cosa que un sistema nervioso hipersensible. Iluminación y horror en un mundo nuevo para una niña que sutilmente se va convirtiendo en mujer. Espía perfecta, pero más atenta de lo que le conviene para su edad.

Difícil vislumbrar en la Patricia de 11 años (hacia 1957) a la Patti Smith adulta que el mundo conoció en la segunda mitad de los años 70 como un huracán punk cargado de furia, poesía y rocanrol, de tal intensidad que hasta espantaba. Woolgathering, escrito originalmente para una edición de arte (Hanuman Books, de Francesco Clemente) en 1992, llega apenas ahora al público (New Directions Books, 2011). Allí se retrata bendecida en su comunión con la campiña de Nueva Jersey, experiencia que tal vez la predispuso a los retumbantes paroxismos de la estrella de rock en que se convertiría. Su hermosa autobiografía juvenil, también reciente, Éramos unos niños (Just Kids, 2010) debió prepararnos para esta previa infancia pastoral. No obstante, la historia de sus años veintitantos en Nueva York junto con el (futuro) fotógrafo Robert Mapplethorpe –entrañable bildungsroman en clave de confesión sincera– se ubica en un mundo opuesto: las gargantas profundas de La Ciudad, sin nada que ver con sus recolectores de lana de 20 años atrás, reales y tan fantásticamente mágicos como los pachequérrimos ciervos de Lethem.

La protagonista de Niña con paisaje vive a escala sicodélica las revelaciones de un mundo que no acaba de terminar o recomenzar, donde los humanos nomás no aprenden; después de perder a lo güey su planeta se comportan con la misma torpeza que los caracteriza. Pella Marsh embona con los avispados chavales de barrio en La fortaleza de la soledad, novela que junto con Huérfano en Brooklyn ha vuelto a Jonathan Lethem un autor respetado, o de culto, según se mire. Sus novelas no tienen desperdicio. Nutridas en un caldero de cine, historietas, Raymond Chandler, Phillip K. Dick y Bob Dylan, recurre al underground chic de Los Ángeles (Todavía no me quieres), o a un desastrado futuro en San Francisco en su novela negra Pistola, con música ocasional. Pero el escenario más líquido de sus historias es Nueva York, yendo del recuerdo al futuro de un presente mal soñado, como reitera La ciudad crónica (2009).

Huérfano de madre a corta edad, Lethem creció en el espacio intermedio entre Brooklyn y La guerra de las galaxias, bajo una dieta de rock tan permanente como la de Patti Smith, con la diferencia de que ella, 18 años mayor, además se convirtió en Patti Smith. (Por cierto, hoy los dos apoyan a los ocupa de Wall Street.)

Las jóvenes protagonistas de Smith y Lethem hallan también eco en ciertas novelas de Haruki Murakami y César Aira, donde las mujeres son más ingobernables que los hombres, las tragedias agridulces y los niños más listos de lo que se supone. En los cuentos del propio Lethem (El muro en el cielo, el muro en el ojo) aparecen estos niños que ven de más, porque no se fueron temprano a dormir.

La Patricia de Smith, la Pella Marsh de Lethem: en este mundo que se derrite y derrumba de viejo y desperdiciado, la lucidez de esta clase de ojos niños nos acerca a las fuentes originarias del sentido común, aunque sea sólo por instinto de conservación. Como lo pone la misma roquera en una amplia entrevista para Uncut (Londres, julio de 2012), no es la bomba lo que la preocupa: Lo que me asusta es un apocalipsis ecológico. La muerte de las abejas es más importante para mí que la seguridad interna. Quién oyera a la ultra de Radio Etiopía rematar su nuevo álbum Banga (2012) con dulces niños cantando a la naturaleza, vía Neil Young. No está haciendo ciencia ficción (ella nunca), sino las paces con el universo.