Economía
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Cumbre del G-20

Responsabilizan al G-7 de los problemas económicos, financieros, sociales y ambientales

Rechaza la Cumbre de los Pueblos que trasnacionales decidan sobre el planeta

Llama a fortalecer la resistencia, articular movimientos y defender los recursos naturales

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El presidente ruso Vladimir Putin, ayer en conferencia de prensa con motivo de la clausura de la reunión del G-20 en el Centro de Convenciones de San José del Cabo, Baja California SurFoto José Carlo González
Enviada y corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de junio de 2012, p. 32

La Paz BCS, 19 de junio. Con el rechazo al Grupo de los 20 (G-20) porque a través de éste las multinacionales toman las decisiones que afectan a todos los habitantes del planeta, ninguna de las cuales es en beneficio de los más pobres, la denominada Cumbre de los Pueblos llamó aquí a la construcción de un nuevo sistema económico y financiero.

En la declaración final de los trabajos que realizaron durante cuatro días, hizo un llamado a fortalecer la resistencia, la articulación de los movimientos sociales globales y a impulsar la defensa y protección de los recursos naturales de los territorios. Destacó el derecho de las comunidades a decidir sobre la realización de los megaproyectos en sus territorios, a la eliminación de paraísos fiscales y a los privilegios de los inversionistas extranjeros, entre otros puntos.

Pierre Yves Segrinet, de la organización canadiense Nuestro Mundo no se Vende, explicó que a la Cumbre de los Pueblos frente al G-20 asistió una delegación de 60 personas de países de todos los continentes y uno de los objetivos es la construcción de la inclusión, a diferencia de la exclusión que promueve el G-20.

Ya se ha visto, agregó, que el G-20 no logra medidas claras para resolver la crisis económica, financiera, ambiental, social y humanitaria. Esto es así porque tratan de salvar un modelo que no funciona, con las mismas recetas de este modelo. El G-20 está más preocupado por salvar el euro, con medidas de austeridad; los pueblos pagan todo esto, por eso la Cumbre de los Pueblos trabaja en un proceso desde lo local hacia lo global.

Antes de la lectura de la declaración final, mencionó que la intención es construir otro paradigma. Se busca establecer una estrategia de movilización, en Madrid, en Chile, en Grecia, Italia. Si no hay un cambio de sistema, estas movilizaciones continuarán porque el pueblo tiene que ser partícipe del proceso mundial.

La declaración final señala que la Cumbre del G-20, reunida en Los Cabos, es un espacio ilegítimo, ya que rompe con el multilateralismo. Rechazamos que unos cuantos gobiernos asuman que tienen el mandato para definir qué debe hacer el resto del planeta. Por ser una ampliación de países que integran el G-7, son los responsables directos de los graves problemas económicos, financieros, sociales y ambientales que enfrenta la humanidad, no pueden ser juez y parte.

Señala que ninguna de sus propuestas será en beneficio de los más pobres; sus respuestas a la crisis están sustentadas en mantener el sistema actual sin ninguna modificación de fondo. Es la alianza entre las élites tecnocráticas y políticas globales y el poder corporativo multinacional.

Democracia de pantalla

Denunciaron que el gobierno mexicano ha querido mostrar una cara democrática impulsando procesos de diálogo en los que participaron sólo algunas de las posturas existentes en la sociedad civil, con exclusión de otras coaliciones tanto nacionales como internacionales.

La cumbre planteó que se debe dar un cambio, “no sólo económico, sino de valores, de formas de pensar, de vivir, de relacionarnos con la naturaleza (…) en suma, por una nueva civilización cuya racionalidad no es la ganancia y el consumo, sino el buen vivir”.

Alejandro Villamar, de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio, se refirió al acuerdo con Estados Unidos que se dio a conocer el lunes en Los Cabos: “las negociaciones secretas y espurias del Tratado de Asociación Transpacífico, el cual se presenta como ‘un acuerdo de libre comercio de nuevo tipo y altos estándares’, cuando en realidad es una nueva Biblia de privilegios a los inversionistas especuladores y de paso es un tratado geopolítico contra todos aquellos países (empezando contra China) que pretendan ejercer su soberanía para poner límites a los abusos de los inversionistas”.