Opinión
Ver día anteriorMiércoles 20 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

Reunión en la sede de la Unesco para revisar convención firmada por 122 estados

Países de AL buscarán reforzar el arsenal jurídico para defender su riqueza cultural

Egipto, Siria y Malí figuran entre los lugares donde hay más tráfico de tesoros, alertan

Uno de los casos más graves es el de los objetos mayas saqueados de la región mesoamericana

 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de junio de 2012, p. 7

París, 19 de junio. Numerosos países de América Latina intentarán esta semana en París, donde se reúnen en la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) los firmantes de una convención internacional contra el tráfico de bienes culturales, reforzar el arsenal jurídico para luchar contra un comercio que menoscaba su patrimonio.

Los bienes arqueológicos y culturales son inalienables, inembargables, y pertenecen al Estado donde fueron creados. Sin embargo, la convención que rige este problema tiene vacíos que impiden recuperar esos bienes, dijo Lautaro Pozo, embajador de Ecuador ante la Unesco.

Esa convención, creada en 1970 y que ya firmaron 122 países, incluye obligaciones para los estados en materia de protección, control y restitución de bienes.

En los años recientes hemos visto una acelaración de la circulación de bienes robados, gracias a Internet. Y para luchar contra esto se necesitan bases de datos potentes y que los estados cataloguen los objetos, explica Edouard Planche, de la división de objetos culturales y del patrimonio inmaterial de la Unesco.

La falta de inventario es precisamente lo que más perjudica a países como Ecuador o Perú, donde el patrimonio precolombino (en el caso del primero sobre todo el de las culturas Manta, Valdivia y Jama-Coaque) sale directamente de debajo de la tierra y termina en las grandes casas de subastas.

En Ecuador existe la llamada huaquería, que consiste en desenterrar bienes arqueológicos y venderlos. Eso lo hace un campesino pobre en cuya propiedad se encuentran unas pocas piezas y puede venderlas entre dos y 10 dólares. Luego se acaba vendiendo en una subasta por 10 mil, 15 mil o 20 mil euros, explica Pozo.

Aunque no hay cifras exactas, el tráfico global de bienes culturales podría representar entre 2 mil y 6 mil millones de dólares anuales, según datos de la Unesco, y cada año se venderían en Europa, Estados Unidos y Canadá entre 2 mil y 4 mil piezas latinoamericanas, según el embajador ecuatoriano.

Egipto, Siria y Malí son tres de los puntos negros del planeta para el patrimonio cultural, víctimas de un tráfico equiparable al de las drogas o el armamento que la Unesco quiere denunciar con una exposición de tesoros encontrados, presentada en la capital francesa.

La muestra reúne unas 30 obras originales, desde el siglo IV aC hasta el XVII, recuperadas por la policía italiana, una de las mejores del mundo en este campo, entre ellas una carta en latín del navegante Cristóbal Colón desaparecida en una biblioteca de Italia en 1986 y hallada seis años después.

No sólo nos preocupan las guerras, sino situaciones como las de Siria, donde los bienes culturales están en peligro, explicó Alberto Deregibus, responsable de la unidad especializada de los Carabinieri, que colabora con la Unesco.

En Egipto, en los días de la caída de Hosni Mubarak tras la revuelta popular, yacimientos arqueológicos tan importantes como las necrópolis de Saqqara y Abusir fueron saqueados mientras varios objetos del museo arqueológico de El Cairo fueron robados.

La situación también es preocupante en Siria, donde según la ONU existe el riesgo de una guerra civil entre partidarios y opositores al régimen de Bashar al Asad, o en el norte de Malí, donde se sitúa Tombuctú, patrimonio de la humanidad, una ciudad ahora en manos de grupos islamitas.

Todavía ahora (más de un año después de la caída de Mubarak) la alarma continúa en Egipto. Y también en Siria y en Malí, que tiene tesoros inmensos, bibliotecas muy antiguas, preislámicas, explica Deregibus.

En América Latina, uno de los casos más graves es el de los objetos mayas. Según datos de la Unesco, cada año al menos mil piezas de cerámica de un valor global estimado en más de 10 millones de dólares son extraídas ilegalmente de la región mesoamericana, donde prosperó esa cultura.

Patrimonio arqueológico, paleontológico y submarino

La reunión de los estados parte de la convención, prevista el miércoles y el jueves en la sede de la Unesco en París, es sólo la segunda en 41 años y constituye una ocasión para los países latinoamericanos para pedir mayores controles a las regiones que más compran, como Europa o Estados Unidos.

“El juez pide al propietario que pruebe su posesión. Y lo que hace es exhibir un contrato del año anterior, de dos años antes, de cinco años antes con lo cual él demuestra que es un propietario ‘de buena fe’. El juez no puede hacer nada”, explica Lautaro Pozo.

Otra dificultad es la falta de preparación técnica de policías y aduaneros para detectar estos bienes.

Las policías y las aduanas están preparadas para encontrar drogas, oro o relojes falsificados. Pero no para saber si un trozo de alfarería en un equipaje es una pieza auténtica, dice el embajador ecuatoriano.

La situación se complica todavía más con el patrimonio submarino o paleontológico, como los fósiles cuya procedencia es difícil de determinar.

A principios de este mes, por ejemplo, 45 piezas fósiles de 10 millones de años de antigüedad fueron decomisadas en la ciudad argentina de Mendoza en un avión privado procedente de Colombia.