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Blowback o los imposibles dilemas de los poderes en decadencia
B

lowback (sin traducción al castellano hasta el momento) es un término acuñado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Originalmente eran las consecuencias negativas no intencionales que sufría un país a partir de sus propias operaciones de espionaje. Por ejemplo, si una operación secreta de la CIA conducía a un ataque de revancha contra individuos estadunidenses que no estaban en conocimiento de la operación de la CIA, esto se consideraba blowback. Pero en los días que corren muchas operaciones no son para nada tan secretas (por ejemplo el uso de aviones no tripulados –drones– en Pakistán y Yemen). Y los ataques en revancha con frecuencia se confiesan públicamente. No obstante, los países no dejan de involucrarse en tales operaciones.

Requerimos un definición más útil del fenómeno blowback para explicar por qué y cómo ocurre por todas partes. Pienso que el primer elemento es que los países que se involucran en tales operaciones son hoy poderosos, sí, pero menos de lo que solían ser. Cuando estaban en el pináculo de su poderío podían ignorar el blowback como consecuencia no intencional menor. Pero al ser menos poderosos que antes las consecuencias no son tan menores y no obstante parecen sentir la necesidad de proseguir las operaciones con mucho más vigor y mucho más abiertamente.

Analicemos dos famosas instancias de lo que llamamos blowback. Una se refiere a Estados Unidos. En la década de 1980 Estados Unidos deseaba expulsar de Afganistán a las fuerzas armadas soviéticas. Por tanto, apoyó a los mujaidines. Uno de los más famosos líderes de los grupos a los que apoyaron fue Osama Bin Laden. Una vez que las fuerzas soviéticas se retiraron Bin Laden creó Al Qaeda y comenzó a atacar a Estados Unidos.

Otra instancia famosa se refiere a Israel. En la década de 1970 Israel consideraba a Yasser Arafat y a la OLP como sus principales oponentes. Al buscar debilitar la fuerza de la OLP entre los palestinos le brindó ayuda financiera a la rama palestina de la Hermandad Musulmana, lo que se conoce como Hamas. Conforme Hamas creció debilitó un tanto a la OLP. Pero hasta cierto punto Hamas se tornó mucho más vehemente y un oponente más efectivo contra el Estado israelí de lo que había sido la OLP.

Hoy todo mundo conoce estos ejemplos. Podrían citarse también otros que implican a Gran Bretaña y a Francia. Pero esto no pone fin a los países que sufren el fenómeno blowback. ¿Por qué entonces continúan comportándose de modo tal que parece minar sus propios objetivos? Hacen esto precisamente porque su poderío está en decadencia.

Necesitamos mirar el asunto como algo que tiene que ver con la temporalidad de las políticas estatales. Ocurre blowback cuando un poder en decadencia se involucra en conductas que en el corto plazo logran algún objetivo inmediato pero que, en el mediano, hacen que su poder decaiga aún más y más rápido, y como tal, en el más largo plazo, entrañan una derrota propia. Las operaciones encubiertas en realidad ya no funcionan en términos de los objetivos de largo plazo de un país.

Para atenerme a los ejemplos que he puesto: ¿No entienden esto el presidente Obama y el primer ministro Netanyahu? Y si lo entienden, ¿por qué continúan con sus operaciones y aun alardean de ellas? De hecho, pienso que estos dos hombres entienden la ineficacia de estas operaciones y también lo hacen sus agencias de inteligencia. Pero enfrentan dilemas inmediatos.

Primero que nada son políticos e intentan, en cualquier caso, mantenerse en el poder. Ambos enfrentan fuerzas políticas poderosas en sus países que piensan que no son lo suficientemente halcones. Y ninguno de ellos enfrenta a fuerzas políticas poderosas que quieran una revisión radical de sus políticas nacionales. En resumen, la extrema derecha en cada uno de estos países es muy fuerte y la izquierda, aun la moderada, es débil. La razón subyacente de esto es que en ningún país la opinión pública acepta la realidad de la decadencia relativa del poder de dicho país.

Lo que los líderes pueden hacer, a lo sumo, es esconder que les pesan los pies un poco. Pero dada la transparencia de facto de sus actividades de inteligencia pueden hacer esto únicamente de vez en cuando. Y entonces se dan cuenta de que deben proseguir con políticas que saben que no funcionarán en el largo plazo pero que en el corto los mantendrán en el poder.

Existe otra razón. Obama no ha renunciado a un sueño imposible –retornar a Estados Unidos su posición de hegemonía indisputable. Y Netanyahu no ha renunciado a otro sueño imposible –un Estado de Israel en toda la extensión del mandato británico anterior. Y si no renuncian a estos sueños ciertamente no podrían ayudar a que sus pueblos asuman las nuevas realidades geopolíticas del sistema-mundo y las realidades de la decadencia relativa del poder de su país.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein