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Ver día anteriorDomingo 24 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

Se acabó la fiesta

L

o mejor de las campañas es que se acaban. En 72 horas llega a su fin la fase de pautas y pausas, de espots amontonados y dinero disperso. Se acabó la fiesta. Apenas a tiempo para evitar que terminara como el legendario Rosario de Amozoc. O, peor todavía, como el fin del mundo de T.S. Eliot: No con un estallido sino con un sollozo, (not with a Bang but with a whimper). Habrá que agradecer a los senadores la previsión del recorte de tiempo y la recuperación del control sobre el dinero del erario y la reafirmación de que los patrones del ágora electrónica no son dueños, sino concesionarios de un bien público.

Lo demás, para el olvido. Josefina Vázquez Mota empezó en el estadio Olímpico con la marcha silenciosa de los que se retiraban porque les avisaron que se iban los autobuses. Hoy cruza la calle para iniciar el cierre de campaña en la Plaza México. Para ser torero, lo primero es parecerlo, decían los admiradores de Rodolfo Gaona, el indio grande de León de los Aldama, donde puede llevarse un susto la derecha panista de Pedro El Ermitaño. Los operadores de la corta campaña de tres meses cometieron errores como para combatir y perder la guerra de 10 años. Sin Miguel Miramón. Y con la carga adicional de la incontinencia verbal de Vicente Fox, Macabeo abajeño que sacó al PRI de Los Pinos, donde ahora jura que volverá con el mandato de 30 millones de votos en favor de Enrique Peña Nieto.

Ya ni llorar es bueno. Ni poner de cabeza a San Antonio, ni recordar la leva para la cristiada desde el púlpito. Aunque la tenaz pregonera del miedo al retorno de la dictadura perfecta llame a la huelga de piernas cruzadas: negar a los maridos el cuchi-cuchi. No reverdece la higuera de Felipillo santo. Calderón vuela alto; aconseja a los jefes de Estado y de gobierno de Europa qué hacer y cómo para resolver la crisis del euro y la recesión global. Los del G-20 fueron testigos del milagro. Habló en lenguas el panista que se va: me han pedido que les diga algo en inglés, dijo al llegar a lo que los deslumbrados visitantes creían el fin de la lección. Y habló en inglés. O algo parecido, suficiente para aspirar a un cargo en alguna de las instituciones de la herencia empobrecida de Bretton Woods. El dinero habla. Y ahí mismo se decidió entregar, invertir, prestar algunos miles de millones al FMI.

Para doña Josefina, cierre de lujo en el actual estadio de las chivas. En Guadalajara, plaza fuerte de la derecha, tierra de cardenales donde se construye monumental templo en memoria de los mártires de la persecución religiosa. Sabrán ustedes que las maestras mutiladas por enseñar el socialismo y los agraristas colgados no fueron mártires. Sí los cristeros que portaban un escapulario con la leyenda: ¡Detente bala!, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo. Pero el cardenal Sandoval se fue al retiro. El candidato designado in pectore es de bajo calibre y el PAN ocupa el tercer lugar en los augurios. El priísta Aristóteles Sandoval lleva ventaja y Enrique Alfaro, bajo palio del Movimiento de Dante Delgado, lo sigue de cerca, a pesar de la estulticia perredista que se empeñó en dividir para perder.

Cierres de campaña sin miedo al maleficio de los intelectuales inorgánicos: plazas llenas, urnas vacías. Andrés Manuel López Obrador recuperó algo de la combatividad sacrificada en aras de la república amorosa y la necesidad de acercarse a los dueños del dinero temerosos de la desmesura tropical, los que acuñaron la frase del peligro para México, mecenas de la campaña obscena dirigida por la enloquecida batuta de Vicente Fox, presidente de la República, alternante augusto en los albores del tercer milenio. Y seis años de peregrinar por toda la geografía nacional, de andar entre los mexicanos del común, condujeron al tabasqueño a la apoteosis de plazas llenas y el milagro de los jóvenes insurgentes de la generación de la restauración de la República. Cuarta restauración dice el predicador de abrazos, no balazos.

Las multitudes lo aclaman: ¡Presidente, presidente, presidente! El miércoles habrá marcha desde la Columna de la Independencia hasta la Plaza de la Constitución. Zócalo lleno y con la intención de incluir las calles aledañas. Y a pesar de que se habla de conflicto poselectoral antes de la votación del domingo 1º de julio, nadie puede demeritar los logros del conductor social, la movilización de seguidores, el llamado de: “Primero los pobres, para salvarnos todos. El riesgo está en las primeras filas de los feligreses, de un movimiento y no una organización política, de militantes; un aparato electoral que no tema movilizar a sus votantes, cumplir con su razón de ser. Si el mandato es claro y contundente la ventaja del ganador, Andrés Manuel López Obrador podrá dejar a salvo el futuro del movimiento social. O destruir a la izquierda dispersa por el reparto del botín y el abandono de la ideología, de la lucha de clases en la era del capitalismo financiero y la tecnología del conocimiento, cuyos avances se traducen en reducción de empleos.

Plazas llenas. Y en el caso de Enrique Peña, las de entidades con más votantes en las listas de electores. Llevan bien sus cuentas. En el estado de México ensayaron forma y método. El PAN y PRD se desdibujaron por insistir en aliarse y acabaron postulando a dos ameritados dirigentes, que no se distinguían por haber contendido y ganado elección alguna. Esa tendencia a subestimar a Peña Nieto y menospreciar sus capacidades políticas, quien los enfrentó a un candidato capaz de ganar, Eruviel Ávila. El PRI obtuvo 60 por ciento de los votos. El PAN no llegó a 10 por ciento. Siete millones podrán votar ahí dentro de ocho días.

Hagan sus cuentas, sin olvidar que en el DF la mayoría votará por López Obrador y por Miguel Ángel Mancera. Hay algo más de cinco millones de electores en el padrón. Y que ante un aparato político clientelar, a imagen y semejanza del priato tardío, Beatriz Paredes anticipó el riesgo de una elección de Estado, será difícil superar un millon de votos priístas. Sin subestimar la experiencia de Beatriz Paredes. Pero sin confiar en que los jefes tribales, Marcelo Ebrard y su consejero áulico, Manuel Camacho, pierdan piso y sobrestimen el atractivo de un candidato distante de la izquierda. Y no son pocos los agravios por el reparto de posiciones y candidaturas. Pero no es creíble que en el DF compensen la ventaja del PRI en el estado de México.

Veracruz tiene peso electoral y tradición política. En el malecón del puerto jarocho, Enrique Peña Nieto tuvo algo más que plaza llena en el mitin del viernes pasado. Dirán que los operadores de Peña y el gobernador Horacio Duarte trasladaron, acarrearon, gente desde Minatitlán y Coatzacoalcos, Tuxpan y Poza Rica, Coatepec, Xico y Jalapa. Pero esa es la función de un partido político y sus dirigentes; esa y llamar a los suyos el día de elecciones. Aunque eso escandalice a los exquisitos analistas de la democracia sin adjetivos y sin memoria de su brevedad en la Atenas de Pericles y algunas comunidades de la Nueva Inglaterra. En Veracruz tienen a Pericles Namorado Urrutia. Pero sobre todo, vocación de poder y capacidad de distinguir entre Ignacio de la Llave y López de Santa Anna.

Hoy llenarán el Estadio Azteca. Algo más que montaje escenográfico debe mostrar Peña Nieto: que aprende de sus errores y los de quienes lo han subestimado por sistema. O les dará la razón. Y todavía le falta Toluca, el miércoles. Y el fin de fiesta del próximo domingo. El que cuenta cuando cuenten los votos.