Opinión
Ver día anteriorDomingo 24 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pie de página
Foto
Fotograma de la cinta del director israelí Joseph Cedar
L

as inclemencias de un relevo generacional. Pie de página, cuarto largometraje del realizador israelí Joseph Cedar, es una comedia irónica y mordaz sobre la rivalidad de un padre y un hijo en el mundo hermético de la academia. Eliezer Shkolnik (Shlomo Bar-Aba) es un filólogo totalmente entregado a la investigación de diversas versiones o lecturas del Talmud, texto fundamental del judaísmo hebraico. Treinta años de su vida dedicados a este trabajo minucioso apenas le han valido ser citado en un escueto pie de página del libro de un colega renombrado. Esta incomprensión mayúscula lo tiene sumido en la confusión moral y en una apatía muy cercana del autismo. Entregado de lleno a un trabajo en apariencia estéril, su vida transcurre entre rutinas automáticas, con el mismo recorrido diario a su trabajo, con la multiplicación de sus manías, y su manera de cortarse del mundo exterior detrás de sus audífonos, la cabeza hundida en sus libros, rumiando en silencio su frustración y su amargura. Cuando finalmente se le notifica el reconocimiento tardío de un prestigiado Premio Israel por su labor en el departamento del estudio del Talmud de la Universidad Hebrea de Jerusalén, la suerte le juega una última ironía cruel. Un error burocrático ha confundido los nombres y el destinatario real de dicho premio es Uriel, su propio hijo, filólogo también, enfrascado en idénticos estudios, más meritorio tal vez de la distinción académica.

Además de explorar con evidente regocijo y malicia el mundo cerrado de la academia, donde las minucias filológicas o históricas suelen alcanzar proporciones colosales y ocupar las tres cuartas partes de la vida de un hombre, lo que parece interesar de modo particular al director y también guionista Joseph Cedars, es el dilema ético al que se enfrenta Uriel, hijo de Eliazar, entre resolver el equívoco y privar a su padre de un reconocimiento tan anhelado como posiblemente inmerecido o mantener el malentendido y privarse a sí mismo del premio para siempre, y dejar –más por piedad filial que por convicción profesional– que su padre sea erróneamente recompensado. Este dilema ilustra no sólo el choque de dos generaciones, o de tres si se incluye el caso del propio hijo de Uriel, a quien el mundo académico le importa bien poco, ilustra de paso una oposición cultural mayor: entre la modernidad que en principio enarbolaría una generación más joven, y una tradición hermética y rancia como el mismo mundo académico deslumbrado por la vanidad del reconocimiento social. Y es que en ese mundo de las apariencias, la tradición y el reconocimiento son indispensables; sin ellos, el hombre vacilaría en la incertidumbre y el vacío, como ese Violinista en el tejado (comedia musical de Broadway, Jerry Bock, 1964) al que la cinta hace alusión incluyendo un fragmento de su escenificación.

La riqueza expresiva de la película Pie de página reside más en la paciente organización de un guión perspicaz e incisivo que en el lustre de sus alardes estilísticos (división del relato en capítulos, sobreimpresión de texto en la pantalla, ritmo visual frenético, pista sonora omnipresente, fusión de la propuesta fílmica y de su extensión literaria). La construcción del relato atiende a tres premisas complementarias: la exploración del mundo académico conduce al registro de un ámbito familiar que exacerba sus contradicciones, esto a su vez se vuelve el microcosmos de una sociedad israelí escindida entre el apego a la tradición y el inmovilismo, y el titubeante anhelo de una modernidad que cuestionaría todas las certidumbres, desde la rutina académica hasta los dogmas morales y religiosos. La cinta exhibe de modo inclemente a un Eliezer Shkolnik incapaz de abrirse al mundo exterior, abismado y perdido en toneladas de notas bibliográficas y recortes periodísticos, orillado a la envidia y la mezquindad moral, derrotado de antemano en su misma ambición estéril, de frente a la inesperada rivalidad de su vástago, para quien la fácil navegación por las aguas del éxito profesional le facilita el lujo, o el arma definitiva, de una disposición más generosa.

Se exhibe en Cinépolis Plaza Universidad, Diana, Satelite, Plaza Carso, Samara.