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La editorial Vaso Roto publica antología

Niños poetas de Japón nos ayudan a encontrar la inocencia

El especialista Vicente Haya seleccionó 160 composiciones de pequeños de cinco a 11 años

 
Periódico La Jornada
Martes 3 de julio de 2012, p. 5

Haiku, composición poética de origen japonés que consta de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente. Esa es la definición que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española. Ahora Vicente Haya, especialista en cultura japonesa, ofrece a los lectores la compilación La inocencia del haiku: selección de poetas japoneses menores de 12 años, publicado por la editorial Vaso Roto.

Haya (Sevilla, 1962) es autor de más de 30 libros sobre nipología e islamología, muchos de éstos han sido dedicados al haiku: Santôka (70 haikus esenciales), El corazón del haiku (La expresión de lo sagrado), El espacio interior del Haiku, Haikus japoneses de vuelo mágico o Haiku-dô.

Compromiso con los lectores

En La inocencia del haiku, cuya traducción estuvo a su cargo junto con Yurie Fujisawa, Haya escribe en el prólogo cómo desde 1992 se interesó por indagar en la expresión de lo sagrado en el haiku japonés.

Ahora, añade, contraigo un nuevo compromiso editorial con mis lectores al reiniciar con ellos este camino del haiku paso a paso, desde la mirada de los niños, sin tantas palabras, sin tantas explicaciones, sólo haikus, pero minuciosamente seleccionados para que cumplan con su función, como las dosis precisas de una medicina. Y son 160 dosis, 160 haikus cuyos autores tienen entre cinco y 11 años.

El origen del volumen se puede encontrar en una investigación que se inició en 2004, publicada como El espacio interior del haiku, 47 claves del haiku bien construido, en el que incluyó haikus de niños japoneses, entre haikus de Shiki, Buson y Basho. Esos tres haikus de niños los comenté a conciencia, exactamente como hice con el resto de los de la antología.

Sin embargo, reconoce que la mezcla entre autores reconocidos y los haikus de niños fue recibida muy bien en Occidente, pero resultó francamente mal acogida entre los japoneses, particularmente entre los académicos. Les pareció algo remotamente parecido a una burla, una falta de sensibilidad o de inteligencia crítica.

La razón: no se considera el haiku escrito por los niños como algo de valor en sí mismo. No es más que parte de la educación básica japonesa y prueba que se está haciendo lo posible por consolidar las bases de la pervivencia de su cultura en el tiempo. Nada cuyo resultado pueda ponerse, ni en el mejor de los casos, al nivel de los grandes poetas del haiku.

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Un pequeño de seis años, autor de este haiku
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Haiku escrito por un niño de ocho años. Las composiciones poéticas reproducidas en esta página y la siguiente están incluidas en la antología elaborada por Vicente Haya
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Haiku de la autoría de un infante de 10 años
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Niño de 11 años, autor de este haiku

Vicente Haya pone en entredicho las razones de los académicos japoneses, al incluir en su prólogo un haiku de Buson y otro de un niño de nueve años, y reta al lector a descubrir quién es el autor de cada uno.

Por supuesto que el haiku es una técnica, pero muy sencilla, y por supuesto que es un arte, pero al alcance de todo aquel que tenga sensibilidad. En realidad, el haiku es sobre todo plasmación de una inocencia no perdida o recuperada.

Un verdadero haijin (poeta del haiku), dice más adelante, lo primero que debe hacer es bus-car la inocencia dentro de sí. Solo o con ayuda. El haiku que hacen los niños puede ayudarnos a encontrarla.

Para Haya, el haiku no son sólo palabras, y para escribirlos es necesaria una mirada limpia, el saber estar sin esperar nada es esencial, la ausencia de juicio al género humano es esencial. Todo es necesario en el haiku.

Y la mirada de los niños es así, y nos enseñan también a seleccionar de entre la infinidad de objetos poéticos que nos rodean los asombros más elementales, los que pasan más desapercibidos.

Poco a poco, escribe el compilador, los niños van enfermando de nuestras mismas enfermedades, la del consumismo, la del egoísmo, también la de la estupidez, pero mientras hacen ese proceso de pérdida de la infancia aún son capaces de extraordinarias apreciaciones, como podremos comprobar en esta antología. Gracias a lo que estos niños japoneses sintieron alguna vez, y dejaron por escrito, ahora nosotros podemos recuperar esa inocencia que un día perdimos. Ni se sabe ya hace cuánto tiempo.

Ahora, La inocencia del haiku pertenece a ese género de libros que prácticamente es imposible encontrar en las librerías japonesas, en las que sí es posible comprar libros de haikus para niños... escritos por adultos.