Falsas estructuras, exposición del escultor Eduardo Romo (México, DF, 1966), inaugurada en Ex Teresa Arte Actual (Lic. Verdad 8, Centro Histórico), es una crítica que pretende ser muy puntual a la institución religiosa, católica. Sin embargo, Romo no habla de Dios, sino de la Iglesia como institución, pero tampoco quiero quedarme allí. Quiero hablar de todas las instituciones: del matrimonio, de la educación, las que utilizamos y que tienen que ver con nuestro sistema de creencias.

La muestra consta de dos conjuntos de obra y un video animación. La nave central de la antigua iglesia le permitió al artista, con 25 años de trayectoria, imaginar y construir dos monumentos, a modo de díptico –uno en formato horizontal y el otro vertical–, a la manera de obeliscos que pueden ser una reminiscencia a la Torre de Babel o algún otro símbolo. Estas construcciones representan la gran caída, la gran inestabilidad en que hoy está sustentada la institución. La vertical está cubierta de cartulina y emula el acabado del Museo Guggenheim, de Bilbao.

A finales del siglo XX y a principios del XXI, una constante en el ser humano es la pérdida de paradigmas. ¿En qué creemos? En nada, difícilmente en nosotros. No lo digo de manera pesimista, sino de cómo empezamos a movernos. Ambas estructuras, a punto de caer, hacen alusión al derrumbe de las instituciones.

En el primer vestíbulo, Romo presenta 12 cajas o sagrarios, hechos de cartón corrugado. Como se sabe, en la religión católica el sagrario es donde se guarda la hostia, con la que hacemos la comunión con el cuerpo de Jesús. Sin embargo, hay un secreto en esta docena de pequeños ataudes, porque uno tiene escrito en su interior el mito de la existencia de Jesús. Históricamente no se ha comprobado que Jesús existía. No me interesa que el visitante sepa en cuál caja está. Hablamos de dogma de fe. Las cajas están llenas de broches y en apariencia se pueden abrir, pero no.

La Capilla de las Ánimas fue seleccionada para proyectar la animación, muy corta, tipo boceto, de la construcción lineal de la torre vertical que surge de la nada y crece de tal manera que crea una inestabilidad que hace que caiga. Desvanece ante nuestra mirada y vuelve a surgir. Tiene una connotación conceptual en el sentido de lo cíclico de la vida.

De acuerdo con Romo, las manifestaciones artísticas tienen que estar sustentadas por el concepto, lo que los historiadores llaman forma y fondo. Cómo lo digo, qué digo. Agrega que su crítica es general, ya que desde que se empieza a gestar la construcción de la institución católica, comienzan con cosas, que como partido político, le conviene sólo a ella, con engaños, corrupciones. La desacralizo y la pongo tan mundana como cualquier institución política, económica, privada o de gobierno. No tengo nada en contra de Dios, creo en él, pero no como lo pintan las instituciones.