Opinión
Ver día anteriorLunes 16 de julio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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CIP Costa Pacífico: otra insensatez
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l lunes pasado, Angélica Enciso mostró en La Jornada las implicaciones sociales, culturales, económicas y ambientales que ocasionará la presa Las Cruces en el río San Pedro, en Nayarit. Incluyó la opinión de la Comisión Federal de Electricidad de que dicha obra sólo afectará a 96 personas, pero en cambio será un motor de actividades sustentables y de creación de empleo. No menciona cuáles serán esas actividades y mucho menos los efectos negativos que ocasionará la presa en una de las zonas más importantes de la franja litoral del Pacífico mexicano: la reserva Marismas Nacionales, área natural protegida por la Convención Ramsar, que se extiende hasta el sur de Sinaloa. Ni los que tendrá en los recursos y actividades diversas que se realizan en la cuenca hidrográfica del San Pedro.

Tal parecería que las presas para irrigación, control de inundaciones y generación de energía son una bendición, acorde con el espíritu del actual sexenio de agradecer primero al Altísimo y luego a los técnicos cuanto se hace en el país. Sin embargo, la realidad mundial muestra que la construcción y funcionamiento de esas maravillosas obras de la ingeniería originan severos desajustes ambientales, sociales y económicos entre las poblaciones y alteran o destruyen ecosistemas muy importantes por su biodiversidad. Y que sus efectos negativos se dejan sentir en áreas ubicadas lejos de donde se localizan. Abundan los ejemplos aleccionadores al comprobar el comportamiento de las casi 7 mil grandes presas que existen en el planeta. Ahora mismo los especialistas llaman la atención de los enormes desajustes que causarán las seis gigantescas hidroeléctricas que en unos años más entrarán en funcionamiento en China. O las de Belo Monte, Jirau y San Antonio, en Brasil.

En el caso de Nayarit diversos estudios revelan la importancia que allí tiene el recurso hidráulico. Por principio, dispone de 20 ríos y en el norte de su litoral se ubica el sistema lagunar Agua Brava-Marismas Nacionales, con el bosque de manglar más extenso de la costa Pacífico. Equivale a una quinta parte de todo el manglar del país. Por eso debe ser prioridad conservarlo en excelente estado. A ese tesoro natural se suman los variados ecosistemas que existen en el territorio de Nayarit y Sinaloa. Bien administrados, permitirían elevar la calidad de vida de las poblaciones locales y mejorar la situación económica regional vía la agricultura, la pesca, el turismo y la acuacultura sustentables. Lamentablemente, muchos de los proyectos establecidos en la región están reñidos con lo que tanto proclaman los funcionarios responsables del medio ambiente: alcanzar el desarrollo sin depredar el medio. Urgente es por tanto estudiar los efectos que sobre la naturaleza y las sociedades locales causa el funcionamiento de las presas existentes: Agua Milpa, Amado Nervo y San Rafael.

Pero por proyectos insensatos, destructores, no paramos en esa región de México. El licenciado Calderón la visitó en febrero de 2009 para inaugurar el Centro Integralmente Planeado (CIP) Costa Pacifico, al que calificó como uno de los proyectos más ambiciosos de su administración. Ocupará casi 2 mil 500 hectáreas, el doble del tamaño del CIP de Cancún. Presumió que va a ser un polo de desarrollo turístico, yo creo que el más importante que se haya construido en México, en décadas. Y recalcó la meta de aprovechar las maravillas que tienen aquí, precisamente para desarrollar lo que es la economía del siglo XXI, que es la economía de los servicios. El proyecto comprende la construcción y operación de un desarrollo turístico con casi 44 mil cuartos, dos campos de golf, una marina para 400 embarcaciones, un malecón turístico, una ruta de paseo por los lagos del pantano, ramblas comerciales y de entretenimiento, así como otros servicios.

Contra ese megaproyecto, que cuenta con el visto bueno de las instancias oficiales responsables de cuidar el ambiente y los recursos naturales, se han pronunciado científicos, centros de investigación, organizaciones ecologistas y pobladores de la región. Se trata de una insensatez más del actual gobierno que debe enterrar el próximo.