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La pieza de teatro corporal se presentará en el Julio Jiménez Rueda

¡Dios mío!, oscilación constante entre el orden y el caos: Shanti Oyarzabal

El montaje refleja lo absurdo del comportamiento del individuo, afirma

 
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de julio de 2012, p. 8

El cuerpo es lo que nos sustenta. Es materia de una complejidad increíble. Es un misterio que está ligado a los flujos emocionales, dice Shanti Oyarzabal, quien crea y dirige ¡Dios Mío!, obra de teatro corporal concebida para 12 actores, 12 abrigos y 12 marcos, que se escenificará de jueves a domingo en el teatro Julio Jiménez Rueda, aunque realizará otras funciones en agosto en el Teatro de la Danza, y octubre en el teatro Raúl Flores Canelo.

La puesta, que se gestó a partir de un taller que el creador hizo en 1994 en Berlín (donde vivió por dos décadas, en las que montó algunas obras), no se basa en una historia escrita, sino que presenta, a través del lenguaje corporal, un abanico de situaciones que reflejan lo absurdo del comportamiento del individuo como parte de la masa y en oposición a ella.

Es una propuesta de 70 minutos que se sitúa dentro de la corriente de teatro gestual contemporáneo, se divide en 8 escenas y está concebida para 12 actores: 6 hombres y 6 mujeres. La escenografía consiste en 200 abrigos que cuelgan del techo.

Una extensión corporal

A decir de Shanti, becario del programa Creadores escénicos con trayectoria 2009, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), los personajes representan individuos contemporáneos; están todo el tiempo sobre el escenario y todos portan un abrigo, que son una extensión del propio cuerpo; se vuelven armas, alas, y se pueden azotar contra el suelo, además de intercambiarse y arrojarse.

La obra es un viaje en el que no hay posibilidad de agarrarse a una idea racional, de entender lo que se ve, sino más bien, de sentirlo. Está destinada a crear una sucesión de estados de ánimo extremos y particulares por los cuales transitan los personajes empujados de una escena a otra por un flujo imparable, asegura el egresado de antropología social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y del Centro Universitario de Teatro y quien, por cierto, en París, donde también permaneció un tiempo, fue alumno de Etienne Decroux, maestro de Marcel Marceau.

Foto
No se trata de enteder lo que se ve, sino de sentirlo, señala el creador escénicoFoto Susanne-M-Tanne

Cuenta Oyarzabal que la obra surgió del taller de entrenamiento que impartió en la capital alemana. En ese tiempo reunió un grupo de 12 personas, con las cuales al final del encuentro la presentó en un espacio alternativo: un depósito de tranvías en Berlín. Sólo fueron tres días de funciones, pero la obra gustó, por lo que siempre la traje en mi cabeza, porque me parece actual y contundente a nivel de imágenes, sin contar con el trabajo colectivo que puedes desarrollar. Por su fuerza, funcionó muy bien allá. Ahora se presenta en otras condiciones: puedes usar luces, tramoya... es decir, concretar las imagenes que creaste en tu cabeza. Es una obra completa que va del caos al pánico, de la fusión amorosa a la masa que se mueve a cuatro patas, y en la que los sentimientos y las emociones de los personajes se mezclan y se desbordan formando un mosaico de vivencias y situaciones.

Climax inesperado

Lo que Shanti crea es teatro corporal. No me ubico dentro del teatro clásico ni dentro de la danza. Estoy entre los dos, porque tomo elementos de cada uno y sólo trato de dar una perspectiva de las posibiliades de expresión que tiene el cuerpo, afirma el artista, quien comenta que el título surgió porque cuando hizo el mencionado taller era época invernal, y a los asistentes, quienes eran puros aficionados, les costaba entender que en la práctica se tenían que quitar y poner los abrigos que llevaban puestos, por lo que en cada ocasión externaban su desacuerdo con un: Oh my God.

¡Dios mío! es una oscilación constante entre el orden y el caos; un juego interminable de situaciones cotidianas de escenas simultáneas absurdas y grotescas, cuya intensidad dramática alcanza un clímax inesperado.

Los productores ejecutivos son Luis Fernando López y Victor Gómez. La empresa española Mousai SL participa también como patrocinadora del montaje.

Funciones: jueves y viernes, 20 horas; sábado, 19 horas, y domingo 18 horas. Teatro Julio Jiménez Rueda (Plaza de la República 174 A, frente al Monumento a la Revolución).