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Sintetizan Núñez y Ramírez las antípodas en el perredismo

Pide Zambrano al PRD tregua y apoyo para López Obrador

Destaca el dirigente logros en los comicios y habla de ánimos encontrados

 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de julio de 2012, p. 15

La tregua. Aunque algunos, muy pocos en voz alta, quisieran a Andrés Manuel López Obrador camino a su casa y otros lo sigan viendo como el principal líder de la izquierda mexicana. Aunque el reparto de culpas –por la falta de apoyo a la campaña obradorista o, de plano, el trabajo en favor del enemigo– se deja en la superficie. Aunque la mayor parte de las energías de buena parte de los dirigentes perredistas se emplee más en la rebatinga por los cargos partidistas o legislativos que en la batalla poselectoral. Esta tarde, a pesar de todo, es de tregua.

Cualquiera percibe cuando el ambiente está crispado, y hoy no es ese día, dice, palabras más o menos, Jesús Zambrano paso a pasito rumbo a la sesión, flanqueado por los dos personajes más solicitados para la foto o el abrazo (¡qué truene la espalda, gobernador!): Arturo Núñez y Graco Ramírez.

Valga la simplificación. Núñez y Ramírez sintetizan las antípodas perredistas. El primero, abogado de la causa de López Obrador, en la ruta que comparte, al menos hasta el 6 de septiembre, el Partido de la Revolución Democrática en su conjunto. El segundo, un convencido de que es hora de sentarse a pactar con Enrique Peña Nieto.

Ah, pero es hora de tregua.

En privado, líderes de varias corrientes acusan a Manuel Camacho Solís, a punto de estrenarse senador, de haber jugado las contras en Chiapas para favorecer a su sobrino Manuel Velasco. Otros apuntan hacia la corriente Nueva Izquierda, que coqueteó, dicen, con el gobernador Juan Sabines, ese encantador de serpientes (si el encanto fracasa, siempre quedan la cárcel o los trancazos) que elevó la votación priísta de 400 mil a más de un millón de votos. En la tribuna, el senador Carlos Sotelo resalta las cifras y acusa que en Chiapas fue peor el abuso que se cometió, pero la deja ahí.

Se han dicho esas verdades en cortito, en la Comisión Política Nacional, pero no aquí, en esta tarde de tregua.

Y como la cosa es pacífica el cónclave perredista conoce los documentos de balance electoral, denuncias diversas y, sobre todo, los detalles del apoyo a las acciones de protesta convocadas hace unos días por López Obrador. La versión del PRD retoma los aros olímpicos en su eslogan: Programa nacional por el juego limpio.

Un caramelo con relleno amargo

Tras una espera inexplicable, abren tribuna el presidente y la secretaria general del PRD. Para los amarillos, la elección del 1º de julio sabe aún a caramelo con relleno amargo. Ánimos encontrados, le llama Zambrano, quien hace un recuento de los resultados favorables: las gubernaturas de Tabasco y Morelos, la segunda fuerza en la Cámara de Diputados, los pedazos de pastel que le quitaron a Peña Nieto en el mismísimo estado de México y, por supuesto, el casi carro completo en el Distrito Federal. Un salto hacia adelante, resume el dirigente.

El caramelo: “México se desplazó hacia la izquierda… la sociedad mexicana nos dio la confianza para jugar un papel determinante en el país”. El amargo ahí dentro: Estamos nuevamente en la resistencia.

Si López Obrador logró ganar parte de las clases medias, si se echó a la bolsa a sectores que en 2006 lo vieron como un peligro para México, no es menor lo conseguido. Abucheado era en una época por las corrientes mayoritarias, pero hoy aplauden cuando Zambrano dice que a media campaña López Obrador se convirtió en el motor de las fuerzas de la izquierda, y más: Hay que decirlo así, sin escatimar, es el principal líder de la izquierda.

Foto
Arturo Núñez, durante la sesión perredistaFoto José Antonio López

Media campaña. Los encuestadores del PAN y los perredistas coinciden: a la mitad de mayo López Obrador rebasó a Peña en las encuestas, por apenas unos puntitos, y fue ahí cuando apretó la campaña negra, cuando PRI y PAN recordaron, en sus espots, que ahí enfrente tenían a un adversario.

Aunque inmediata, es historia pasada. Toca ahora, y es la primera gran línea de cuatro que propone Zambrano, asumir plenamente y sin reservas el programa de López Obrador, ser los principales defensores por convicción de este programa.

La saliente secretaria general Dolores Padierna coincide con el presidente, sobre todo a la hora de destacar con elogios el formidable movimiento #Yosoy132.

Padierna, próxima senadora, repasa los temas de la inequidad en los medios y los casos Monex y Soriana. Propone, además, que los legisladores del PRD sean, en el Congreso, la voz de quienes se han manifestado en las calles las recientes semanas.

No es la primera vez que los perredistas prometen vincularse a la sociedad y trabajar al lado de los movimientos sociales. Habrá que ver si esta vez lo consiguen.

El gobernador electo de Morelos, Graco Ramírez, no le concede nada a López Obrador, aunque dulce y amargo diga que claro, hay que apoyarlo.

Cuando sube a tribuna, evoca 1988 y elecciones subsecuentes: el ala progresista del PRI nutriendo un proyecto de izquierda. Yo no conté con eso, yo construí con el perredismo una alianza plural y diversa.

Habla luego del Morelos refugio de capos del narcotráfico, con el PRI o con el PAN, y anuncia que ya le avisó al obispo de Cuernavaca y a 300 pastores evangélicos que va a anular la ley que penaliza el aborto. Suelta parte de su agenda de gobierno, pero nunca menciona a López Obrador.

Lo hace en charla informal. Yo no fui su candidato, fue dos veces a Morelos y apoyó a otros.

–No me diga que usted jaló el voto para Andrés Manuel.

–Saqué más votos que él, tres puntos.

En un corto paseíllo Ramírez ametralla: No es un problema religioso, de buenos y malos, es de responsabilidad política; no cometamos el mismo error de dejar solo al PRI; yo le dije que era un error declararse presidente legítimo.

A contrapelo, Arturo Núñez se reconoce beneficiario de una lucha iniciada muchos años atrás por el candidato del Movimiento Progresista y atribuye su victoria a un esfuerzo colectivo y al efecto López Obrador. Un ingrediente más suma Núñez a la explicación del resultado tabasqueño: En el triunfo cabríamos todos, y en la derrota no hay lugar para nadie.

Más allá del futuro del debate perredista, se percibe un ánimo unitario en el perredismo sobre todo en un tema: Enrique Peña Nieto ya no será coronado restaurador de la presidencia imperial el 1º de diciembre, aunque el mérito haya que repartirlo entre el movimiento juvenil, el candidato y la conjunción de otros factores.

Pero igual y por lo pronto, la tregua da sorpresas. Por ejemplo, escuchar a Fernando Belanzuarán, chuchista hipercrítico de López Obrador y futuro diputado, referirse a la avalancha del caso Monex y decir que Peña no será el presidente que soñó, si es que llega a tomar posesión.