Opinión
Ver día anteriorSábado 28 de julio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Campaña por el cierre de los centros de internamiento de extranjeros
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usto al dar vuelta a la esquina me topé de frente con una identificación racista de la policía local a un grupo de negros. Conocía a uno de ellos. Fuimos compañeros en la resistencia al desalojo de una antigua fábrica ocupada por migrantes sin papeles en el barrio de Marxalenes en Valencia, España, en 2009. Los africanos estaban estacionando coches en una zona comercial al lado de varias oficinas del gobierno. Pregunté a uno: ¿qué pasa? Les dije que eran amigos míos y que había quedado de recogerlos ahí. Me pidieron también la identificación para comprobar mis antecedentes. Al final se llevaron sólo a uno de ellos al Centro de Internamiento de Extranjeros de la calle Zapadores. Tiempo después telefoneé a mi amigo, y me dijo que ya habían liberado a su compañero.

Ninguno tenía papeles, pero ¿por qué sólo se llevaron a uno?, ¿por qué lo soltaron tiempo después? Basándose en cifras, el investigador independiente Eduardo Romero lo explica claramente en Un deseo apasionado de trabajo más barato y servicial (2010). Se trata de una muy bien diseñada política del miedo que se ejerce para garantizar la sumisión de los trabajadores migrantes en el Estado español. En tiempos de bonanza económica y a pesar del discurso xenófobo de puertas cerradas de los dirigentes políticos tanto de la izquierda como de la derecha española, el verdadero objetivo no consiste en expulsarlos a todos, sino aterrorizarlos, que estén dispuestos a trabajar a cambio de unas condiciones que rayan en la esclavitud. Esta situación permite generar excelentes plusvalías tanto al Estado como a las empresas privadas.

En tiempos de depresión económica, como la que se vive ahora en España, la política migratoria parece cambiar. Las fronteras interiores de los estados son cada vez más agresivas. Ya no parecen tan necesarios los migrantes para mantener engrasado el sistema, van por ellos con todo, en especial por los africanos sin papeles. Por otro lado, se está empezando a explotar a los nativos en las mismas condiciones que hasta antes de la crisis a los migrantes. Ahora los jóvenes autóctonos desempleados, muchas veces con títulos universitarios, son los que remplazan a los migrantes en el campo, la construcción, cuidando niños y ancianos, sin contratos, por sueldos de miseria. No obstante, la maquinaria no se puede deshacer de todos los migrantes. Son ahora parte del pueblo valenciano, son necesarios, están enraizados.

A contracorriente de varias organizaciones que se dicen no gubernamentales y de asociaciones de migrantes en España alineadas con el discurso del codesarrollo, basado en el envío de remesas y en la integración, la Campaña por el cierre de los centros de internamiento ¡Cie’s no! apuesta por el derecho a migrar con dignidad.

Después del ensayo frustrado de la Red Estatal por los Derechos de los Inmigrantes (REDI), que aglutinó a varias organizaciones y colectivos del Estado Español en favor de la libertad de movimiento y en contra del sistema de fronteras estructurado en favor del capital, surgió finalmente en Valencia la Campaña por el cierre de los centros de internamiento de extranjeros, que logró organizar en octubre de 2011 el primer Encuentro estatal de colectivos en lucha en contra de los Cie’s.

En 2011 el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial emitió un informe, en el que insta al gobierno español a tomar medidas efectivas para erradicar la práctica de controles de identificación basados en perfiles étnicos y raciales que, en la práctica, se pueden traducir en detenciones indiscriminadas de extranjeros. Además, el comité pidió al entonces gobierno socialista que revisara la circular policial 1/2010, en la cual se consignaban cupos de migrantes.

El cierre de todos los Cie’s de España implica para Salvador Lacruz, de la campaña ¡Cie’s no!, la imposibilidad de seguir perpetrando controles de fronteras, redadas racistas y deportaciones masivas, pues si no existieran lugares como éstos donde almacenar a las personas a la espera de su expulsión, ésta no sería viable y, por tanto, tampoco sería útil para el sistema seguir cazándoles en el mar, las fronteras o las calles de esta forma tan denigrante.

La reciente muerte de dos personas internas en Cie’s, dos décadas de lucha migrante y el impulso final del 15M Málaga acaban de saldarse con el cierre definitivo del CIE de dicha ciudad. Un importante triunfo para todo el movimiento social en favor del derecho a la libre movilidad en el Estado español y en el mundo, porque ¡ninguna persona es ilegal!