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Apuntes postsoviéticos

No sólo de gas y petróleo...

N

o sólo de gas natural y petróleo viven las élites gobernantes en los países de Asia central que formaron parte de la extinta Unión Soviética. Al menos dos de ellos, que carecen de esas exportables materias primas, tienen otro valioso producto que, en contraste, anhelan sus vecinos: agua.

Mientras Kazajastán exporta petróleo y Turkmenistán y Uzbekistán gas natural, la disolución de la Unión Soviética hizo posible que Kirguistán y Tayikistán controlen ahora cerca de 80 por ciento del agua dulce de la región.

Concebida la economía de estos países en tiempos soviéticos como un todo integrado y bajo administración centralizada, al proclamar cada uno su independencia los recursos naturales quedaron separados por fronteras nacionales y por añejas controversias en torno a sus principales fuentes de agua, los ríos Amudariá y Syrdariá.

Los embalses construidos en la parte alta de los ríos beneficiaron a Kirguistán y Tayikistán, que pueden establecer el nivel del agua o cortar el suministro en la parte baja, ejerciendo fuerte presión sobre sus vecinos.

El agua dulce ha convertido en exportadores a Kirguistán (agua potable a Alemania) y Tayikistán (energía eléctrica a Pakistán), pero no en detrimento de sus necesidades como sucede, por ejemplo, en la república norcaucásica de Daguestán, que pertenece a Rusia y padece escasez del preciado líquido al proporcionar hasta 75 por ciento del agua que consume Azerbaiyán, rico en petróleo y gas natural.

La disputa por el agua mantiene al borde de la guerra a Tayikistán y Uzbekistán. El primero quiere concluir la construcción de la hidroeléctrica de Rogún para incrementar sus exportaciones de energía eléctrica y el segundo asegura que ello provocará una catástrofe ecológica que afectaría su producción agrícola.

Tras visitar Asia central hace dos años, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ofreció mediar en el conflicto para lograr que los recursos naturales de la región sean petróleo, gas natural o agua, se utilicen en condiciones de justicia y tomando en cuenta los intereses de todos los países vecinos.

Bonitas palabras, sin duda, pero la decisión de continuar o parar la construcción de la polémica hidroeléctrica la tomará un grupo de expertos del Banco Mundial y, por definición, no puede satisfacer a todas las partes implicadas: Tayikistán o Uzbekistán se sentirá agraviado al desecharse sus argumentos.

En ese contexto de crispación, para Rusia y Estados Unidos, que aspiran a imponer su liderazgo en Asia central, cobra especial significado conservar las respectivas bases militares en la zona y, en ese sentido, no es fortuito que ambos negocien reforzar su presencia militar en Tayikistán y Kirguistán, países que poseen el control sobre el agua.