Opinión
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Extranjera primera
E

l prólogo de Adolfo Castañón al libro de Angelina Muñiz-Huberman, Rompeolas (que reúne la poesía de la escritora española, expulsada primero del judaísmo, luego de España, Francia y por último radicada en México, que abarca desde 1982 a la actualidad) es otro texto que ahonda en las entrañas de Angelina y nos muestra el otro lado del espejo.

Un espejo que es ritmo de olas, vista desde el mar: Una habitación con vista al mar/ es mucho pedir, canta Angelina. Ella que recita su nacionalidad marina: “La verdad, verdad/ es que no pertenezco/ a ningún país/… ni cielo, ni tierra/… mi patria es el mar/ pero tampoco/ pertenezco”. Angelina extranjera siempre.

Castañón empieza por ubicar la poesía y la prosa lírica o reflexiva de mujeres que abarcan desde la Sunamita del Cantar de los cantares, desde Safo y Corina, antes incluso del canto sumerio de Inanna que se abre al espacio poroso del otro, desencarnado en la historia, encarnado en el tiempo, abierto a las formas de la sensibilidad tanto como a los sueños del lenguaje y de la carne, y entre las que Adolfo elige a Sor Juana, Teresa de Jesús, María de Zayas, Isabel Prieto, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Silvina Ocampo, Concha Méndez, Concha Urquiza, Margarita Michelena, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcin, María Zambrano, Olga Orozco, Blanca Varela, Rosario Castellanos, María Sabina, Ulalume González de León, Esther Seligson, Elsa Cross… y se queda en la orilla hispanoamericana y del idioma con 21 nombres. A esta lista, agrega Adolfo Castañón a Angelina Muñiz-Huberman, una mujer sencilla, poco afecta a la publicidad y una grande de las letras españolas.

Mujer inscrita en la conciencia puesta en letra en que se alternan ensayo y novela, cuento, antes de la memoria arraigadas no sólo en un decir proteico, sino en una tradición poética (entre medieval y cabalística, entre románica y romántica) o si se quiere, inscritas en una cadena del decir deseoso de enumerar enseñando al mundo (el mundo adentro y el mundo afuera, pero también el mundo lenguaje desde una conciencia que es lección del hacer (se) letras como quien se hace crisol, escribe Adolfo, alma del Fondo de Cultura Económica.

Un común denominador en la literatura de Muñiz-Huberman captado por Adolfo, es el agua. El motivo del manantial y de la filtración. Un libro en especial titulado El manantial es motivo de una forma de componerse. Otra clave del poema labrado en 46 facetas es oponer o mirar cómo se oponen en su imaginario, lo abierto y lo cerrado, lo masculino y lo femenino. La búsqueda de la aurora coincide con la creación de un espacio donde buscan entretejerse lo masculino y lo femenino y dialogar: el ángel y la Angelina.

Ensayo captado con esa metodología poética de Adolfo, que se vuelve otro texto en que cabalgan en Caballería espiritual y, al mismo tiempo dialogan el templario y la mujer que habla hebreo y latino, la princesa y el mendigo. Indicios de la búsqueda de un trabajo para encontrar el verdadero rostro. El nombre verdadero, el último rostro ese que la muerte al deshacernos nos dice al oído, expresa Angelina Muñiz-Huberman.

Quisiera terminar vinculando Rompeolas a la obra de Teresa de Jesús abocada a una pérdida constante de energía en la consecución de un fin extralimitado (Tres exilios: el judío, el español y el francés) Intento de unir en el lenguaje un ideal contradictorio: Lo carnal y lo divino en el romper de olas en un aire puro. Poeta que cuanto vive, hace, escribe, es tan auténtico que suena a verdad: la vida. Escuchemos su canto La sal en el rostro, escogido por Adolfo Castañón.

(…)

La palabra sufre exilio. / De todas las palabras/ hay una con la que nos –quedamos./ La Palabra Única. Esa Palabra Única está en exilio. / Es exilio.

Letra por letra habrá que recomponerla./ Para encontrarla qué de cuidados.

Elegir entre vocal y consonante./ La consonante es la raíz. La vocal cambia y cambia el sentido./ ¿Será posible hallar la Palabra Única?/ Si hallara la –Palabra Única hallaría el Amor y sería el don del exilio. ¿Qué hacer con las palabras? ¿Qué puedo hacer con ellas?/ Me obsesionan./ Me dominan./ No me dejan dormir./ Las palabras. Sin obsesiones no se puede vivir,/ no se puede viajar,/ no se puede tomar el té,/ no se puede salir al destierro. Es la Gran Carga. Es la gran Riqueza. Es la mente vuelta del revés y del derecho. Es lo que mantiene/ en pie al hombre. En el exilio hay que ser obsesivo./ Para sobrevivir hay que ser obsesivo./ Para sobrevivir en un campo de concentración/ hay que ser todavía más obsesivo. Para ser judío hay que ser obsesivo./ Obsesivo por la vida./ Para que aun en la muerte triunfe la vida.

Frontera junto a mí, frontera que no me pertenece/ la hago mía, la llamo, me interno en tierras baldías desalmadas las tierras de los sin llanto.

(Conato de extranjería)