Opinión
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Penultimátum

Plagios intelectuales en Europa

E

ra el ministro más querido por los alemanes, debido a su trabajo y honestidad al frente de los ministerios de Finanzas y Defensa. Perteneciente a una rica y aristócratica familia, lo menos que le dijeron al barón Karl Zu Guttenberg cuando se le vino encima el mundo fue impostor, mentiroso y ladrón. La Universidad de Bayreuth lo demandó por atentar contra la ley de propiedad intelectual y falso juramento.

Y es que a Guttenberg, de 39 años, muy amigo de la canciller Angela Merkel, se le hizo fácil copiar sin citar las fuentes 90 de las 475 páginas de su tesis para optar al doctorado en derecho. Fue tal la reacción pública por su plagio que debió renunciar a su cargo y al título académico. Es un error dramático, el momento más doloroso de mi vida, dijo Guttenberg al anunciar su doble renuncia. No le sirvió el apoyo de la canciller a su brillante ministro ni la solidaridad del diario sensacionalista Bild, el más leído del país, que lo defendió a capa y espada.

También en Alemania, en abril pasado, la Universidad de Heidelberg  confirmó que Silvana Koch-Mehrin, vicepresidenta del Parlamento europeo, había plagiado parte de su tesis doctoral sobre la historia de la economía, lo que supone una violación significativa de su compromiso académico.

La famosa universidad decidió estudiar a fondo el contenido de dicha tesis. El plagio del ministro y el de la diputada se supieron gracias a una campaña de la plataforma de Internet, VroniPlag Wiki.

El mismo abril el presidente de Hungría, Paul Schmitt, tuvo finalmente que renunciar a su cargo luego de las denuncias públicas y las manifestaciones ciudadanas de protesta por plagiar partes de su tesis doctoral. Schmitt fue campeón olímpico de esgrima y había dicho que no pensaba dejar la presidencia, pues tenía la conciencia tranquila de haber escrito su tesis con el mejor entender que tenía entonces, y sin intentar plagiar. Pero se demostró que no eran de su autoría 200 de las 215 páginas de ese escrito. La Universidad de Semmelweis, con sede en Budapest, no dudó en quitarle su doctorado.

En un país cercano, Rumania, el organismo que certifica títulos oficiales demostró que el primer ministro, Victor Ponta, plagió su tesis doctoral y, por tanto, propuso que se le retirara el título obtenido en la Universidad de Bucarest. La revista Nature fue la que denunció que para elaborar su tesis (sobre el Tribunal Penal Internacional), Ponta había recurrido  al sistema de copiar y pegar textos que no eran suyos. El tutor que supervisó la tesis, el ex primer ministro Adrian Nastase, está en la cárcel por corrupción.

México es un país afortunado: todos los libros escritos por políticos y funcionarios son de su autoría. Si no logran explicar en público lo que escribieron es por su conocida modestia.