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Ofreció una charla en el centro Villaurrutia

De mi padre recibí la libertad; es el bien máximo: Kodama

La estudiosa de la lengua anglosajona relató al público su primer encuentro con Borges

 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de agosto de 2012, p. a15

María Kodama, la estudiosa de la lengua anglosajona y del islandés, fue convocada para ofrecer una guía sobre literatura en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.

Las tragedias griegas, William Shakespeare y Horacio Quiroga fueron algunas de sus lecturas previas, antes de ser absorbida por la erudición de Jorge Luis Borges (1899-1986), de quien fue alumna, luego secretaria y finalmente esposa, pocos meses antes del fallecimiento del autor de El Aleph.

Al hablar de María Kodama es indisoluble hablar de Borges, acotó en la presentación el escritor Alejandro Sandoval Ávila, encargado de entrevistarla.

La educación poco convencional que Kodama recibió de su padre de origen japonés, la forma en que conoció a su futuro esposo a los 16 años, cuando tropezó con él en una librería y sus múltiples viajes juntos fueron algunos detalles anecdóticos que se desmenuzaron en la conversación.

En una charla desenvuelta, Kodama –la sonrisa frecuente y vestida de blanco–, en la sala de la casona ubicada en la colonia Condesa, relató que a los 12 años un amigo de su padre, fanático de la obra de Borges, la llevó a una conferencia; pensó que yo viera por lo menos una vez en la vida a ese hombre que consideraba genial.

En ese entonces, a la heredera del autor le atormentaba su timidez ante el deseo de dedicarse a escribir y enseñar. Mi dolor era pensar que yo no iba a poder hablar frente a 30 personas dando una clase. Al hablar de Borges, lo reconoció como tímido, este señor se sienta a hablar en voz baja, fue como un bálsamo para mí.

Fue a los 16 años cuando casi tira al suelo a Borges, al salir de una librería en Buenos Aires. En ese primer encuentro, el reconocido autor casi 40 años mayor que ella, le preguntó: ¿No quiere que estudiemos anglosajón?, y ella, sin meditarlo mucho, respondió: Sí, claro. Y después me di cuenta que cómo iba a decir sí a alguien que sólo había visto una vez.

Más de 30 años con el escritor

Más de 30 años de compartir la vida con Borges, de guiarlo, leerle y tomar dictado de su literatura, los episodios de los últimos años que María Kodama resguarda son numerosos, algunos de ellos narrados ante una sala espectante y atiborrada de un público rodeado del eco de los autores enfilados en los estantes.

Un destello de la genialidad de Borges, que asombra a la propia Kodama, fue revelado por ella, cuando al estar en la ciudad de Ginebra fueron al cine, donde se proyectaba una película del director sueco Ingmar Bergman, no muy del gusto de Borges, pero sí de ella. “Era una de esas tortuosas, él fue conmigo a escucharla, imposible de contar en el cine; cuando salimos me pregunta si no era más o menos el argumento tal cosa. Yo le digo, Borges, ya mismo lo abandono por traición, usted me dice que no sabe sueco y ha entendido.

“Y lo que ha hecho durante toda la película, según me contó, escuchaba y detectaba el verbo. Y sobre eso iba haciendo toda la compaginación a través del anglosajón, del islandés y llegaba digamos a la esencia de la acción y con eso él fue armando a grandes rasgos lo que efectivamente era la película.

“Mi padre me crió de una manera muy especial –prosiguió Kodama–. Cuando entendí lo que me dio, no terminé de agradecerle, porque me dio la libertad, que para mí es el bien máximo. Borges a veces jugaba y me decía que yo era la primera prisionera de la libertad, porque para ser libre yo cortaba todo, no importaba qué”, admitió la viuda y heredera de uno de los grandes nombres de la literatura universal.