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Ver día anteriorLunes 6 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el Otro Lado

La necedad en defensa del libre mercado

L

lama la atención el creciente y cada vez más irracional desprecio que los defensores del libre mercado tienen por la intervención del Estado en una amplia gama de asuntos de la vida económica, algunos de ellos indispensables para el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, incluidos los intereses de la sacrosanta libre empresa. Esta semana el presidente Barack Obama dijo que los empresarios no son los únicos responsables de su propio éxito, pues dependen de los caminos, puentes y otras obras de infraestructura construidas por toda la sociedad. Los inusitados ataques que recibió en respuesta a tan elemental referencia son sintomáticos de la profunda polarización que prevalece en la sociedad estadunidense. Incluso asuntos que no parecieran prestarse a mayor discusión, como el hecho de que todas las fuerzas sociales y políticas han contribuido al buen funcionamiento de la sociedad, incluido el sector privado, son temas de discordia.

A la vista de la debacle económica ocurrida como resultado de la orgía neoliberal auspiciada en el pasado reciente, no sólo es necio, sino suicida para el propio sistema que Obama ha tratado de salvar por todos los medios, insistir en que el gobierno es un estorbo para el crecimiento de la economía.

Desde luego que Mitt Romney, virtual candidato a la presidencia de Estados Unidos, no podía dejar la oportunidad para criticar a Obama. En alusión a lo dicho por el presidente, hizo una referencia poco afortunada al comparar la baja productividad en el gobierno con la creciente productividad del sector privado. No hay que ser docto en cuestiones económicas para entender que el rendimiento de uno y otro difícilmente se puede medir con el mismo rasero. La responsabilidad del gobierno debe o debiera ser propiciar las mejores condiciones de bienestar para toda la sociedad, y no una fábrica mediante la que una persona o un grupo de ellas se beneficien. El hecho es que en EU y en otros países como el nuestro haya habido una transferencia cada vez más marcada de la riqueza de la sociedad como un todo hacia un grupo privilegiado de esa misma sociedad, no debiera ser algo que pasara desapercibido. Los impuestos que pagan todos se han usado para construir las carreteras, los puentes y las presas que han facilitado una grosera acumulación de riqueza de unos cuantos. Lo que los sectores más conservadores de la sociedad estadunidense se niegan a admitir es que Obama no ha tratado de acabar con el sistema de libre empresa; lo que ha tratado es de hacerlo menos irracional para evitar su autodestrucción.