Opinión
Ver día anteriorMartes 7 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Plantas del desierto

S

olemos pensar en el desierto como un lugar en el que, por la falta de agua, no prospera la vida. Se cae entonces en la tentación de tratar de modificarlo, de enverdecerlo. Sin embargo, el desierto es un sistema complejo cuya vitalidad nos asombra. Ahí se han desarrollado numerosas plantas y animales plenamente adaptados a condiciones que pudieran considerarse adversas.

Las cactáceas, por ejemplo, tienen mecanismos que les permiten guardar agua por largo tiempo; uno de ellos es la forma. Así las biznagas son redondas y por ello sólo una parte de la planta queda expuesta al sol. Las costillas que la conforman permiten que se llenen y vacíen de agua a manera de acordeón; además, un lado de la costilla recibe luz, pero la otra queda sombreada. Esto ayuda a que mantengan una cierta temperatura a manera de sistema de refrigeración. Ocurre lo mismo con cactáceas columnares, como los garambullos y el pitayo. Las hojas planas del nopal tienen la misma función que las costillas: una cara queda expuesta al sol y la otra se mantiene sombreada.

En el caso de los agaves y de las yucas, tienen dos maneras de protegerse del sol, una parte de la hoja queda, como en los casos anteriores, en la sombra, y otra se expone. Pero además la planta tiene forma de roseta y sólo una mitad recibe los rayos solares; de esta manera puede guardar parte del agua acumulada. En cuanto a los tejidos externos, la cutícula o piel que los cubre facilita que ingrese la humedad y en cambio impide la evaporación.

El sistema de raíces también es interesante; se extienden en forma radial en un área extensa y a poca profundidad, lo que les permite captar fácilmente el agua de lluvia.

Por si fueran pocas estás inteligentes estrategias de la naturaleza, en primavera la floración de muchas de estas plantas convierte al desierto y a las zonas semiáridas en un vergel de atractivas formas y colores. Los insectos acuden a este llamado y cumplen a su vez la función de polinizar.

Un caso distinto de adaptación es el de árboles que como el mezquite, resisten altas temperaturas y también los contrastes del invierno o el verano. Además, en el desierto los días son muy calurosos, pero las noches pueden ser muy frías. El mezquite con su tronco rugoso y sus hojas menudas es de gran utilidad para retener los suelos, es refugio de fauna y sustento de hombres y animales.

Quienes viven en el desierto han aprendido a dialogar con este entorno. En las zonas semiáridas de Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila o Baja California, se utilizan muchas de estas plantas para la alimentación.