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Ya murió el megaproyecto, ahora debe investigarse a quienes lo avalaron, advierten

En Cabo Pulmo sólo es viable un ecoturismo rústico: pobladores

Desde antes que fuera establecido como parque nacional, en 1997, señalan, ya se ponía nuestro granito de arena al dejar de pescar para conservar el arrecife de coral, que es un tesoro

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Con 71 kilómetros cuadrados el parque nacional arrecifal obtuvo en una década un incremento de biomasa de allrededor de 460 por cientoFoto Octavio Aburto/ ILCP
Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 16 de agosto de 2012, p. 39

Cabo Pulmo BCS, 15 de agosto. Por la vía larga de La Paz los Cabos, en la carretera Cabo del Este, hay una desviación que conduce a Cabo Pulmo. Los señalamientos para llegar al centro turístico Cabo Riviera –ubicado en La Ribera– son un aviso de que el parque nacional está cerca.

Un camino de terracería de 17 kilómetros conduce a la reserva ecológica. En el camino, una extensa malla ciclónica cerca los predios de la empresa española Hansa Baja, en los que estaba planeada la construcción del plan turístico Cabo Cortés. También hay pequeños hoteles y decenas de predios en venta.

La bienvenida al pueblo –que hace tres lustros era de pescadores–, se lee en un letrero que advierte que se trata de un área natural protegida y detalla la importancia del arrecife de coral que da nombre a la localidad de 120 habitantes. Más adelante, se abren calles arenosas, a cuyos lados se levantan viviendas de madera y, donde antes había redes y artes de pesca, equipos de buceo.

No hay escuela ni servicios básicos. Los niños cursan la primaria en La Ribera. En la zona sólo hay un pequeño hospital y tres vigilantes. Algunos turistas regresan de bucear; otros comen en el restaurante que se encuentra muy cerca de la playa, la cual se achica cada vez más por la erosión que afecta la línea costera. Los pobladores ven de frente el mar y señalan unas líneas oscuras a unos cuantos metros de la playa: se trata del sitio donde comienzan las barreras coralinas del arrecife.

En cinco locales se rentan equipos de buceo. En una esquina, a 50 metros de la playa, está el de Mario Castro, uno de los principales defensores y promotores del parque nacional.

Llevamos al menos 15 años cuidando el arrecife, todos dejamos de pescar y cuidamos que nadie se acerque a hacerlo de manera furtiva. Por eso nos sentimos utilizados cuando el gobierno autorizó Cabo Cortés, el megadesarrollo que iba a afectar ese tesoro, señala.

Castro es nieto de uno de los fundadores del pueblo, Jesús Castro, conocido como El buzo perlero, porque extraía la madre perla del fondo del océano. Murió en 2008, tenía 107 años de edad.

Mario abandonó la pesca desde hace 17 años y, en contra de la opinión de su padre Enrique, apoyó la creación del área natural protegida. Dice que no se arrepiente. Es buzo y guía de turistas en el arrecife.

Sentado detrás de un escritorio, rodeado de equipos para bucear, expresa la felicidad y tranquilidad que les dejó la noticia relativa a la cancelación del plan turístico.

Dice que no están en contra del desarrollo ni de planes turísticos, siempre que sean sustentables, pequeños, de acuerdo con las condiciones de este lugar, donde el agua es escasa, y se ubica Cabo Pulmo, el arrecife mejor conservado del Pacífico, Patrimonio Mundial de la Humanidad designado por la Unesco.

Con 71 kilómetros cuadrados, el parque nacional arrecifal, obtuvo entre 1999 y 2009 un incremento de biomasa de alrededor de 460 por ciento: ninguna reserva marina en el mundo ha demostrado tal recuperación de peces, señaló en 2011 Octavio Aburto Oropeza, autor principal del estudio científico denominado Gran recuperación de la biomasa de peces en una reserva marina sin explotación.

Antes de que fuera establecida mediante decreto área natural protegida, durante la década de los 90, Exequiel Ezcurra, otro de los autores del citado estudio, participó en las investigaciones para esta declaratoria.

Decidimos proceder con el decreto porque la comunidad estaba decidida; sin embargo, ese sitio no tenía una salud muy buena. Para lograr la recuperación, se suspendió toda actividad pesquera, explica.

Se trata de un sitio de anidación de tortugas marinas y hábitat de 226 de las 891 especies de peces del Golfo de California, 154 especies de invertebrados marinos, así como lobos marinos, delfines y ballenas.

Para Cabo Cortés –proyecto cancelado el 15 de junio por el Poder Ejecutivo– estaban planeados 30 mil cuartos de hotel y habitacionales, misma cantidad con que cuenta Cancún, así como dos campos de golf y una marina de 490 posiciones.

Si se hubiera construido Cabo Cortés, aquí habría una ciudad. Y ya hemos visto qué pasa en Los Cabos y San José, donde las viviendas de trabajadores no tienen servicios. La vida allá está muy correteada, se pelean por el trabajo. Aquí estamos muy tranquilos. Nuestra calidad de vida es muy buena. Es algo que no queremos perder, señala Paco Castro, quien trabaja en un negocio de buceo.

Ese Cabo Cortés ya murió, puede venir otro proyecto, pero ya saben a qué le tiran. Tiene que ser turismo rústico, no ese que viene a jugar golf al desierto, donde no hay agua y desperdician miles de litros al día para regar sus campos.

Los habitantes de poblados vecinos no entendían su rechazo al proyecto y les pedían que dejaran su lucha; muchos vendieron sus tierras a Hansa Baja, la cual no les había pagado y compraron camiones de volteo, pensando que serían requeridos por los constructores. Ahora se quedaron con camiones, endeudados y sin trabajo. A cambio de empleos temporales en la fase de construcción se ponía en riesgo el parque nacional, dicen los cabopulmeños.

El arrecife es el tesoro que tenemos aquí, dice Cira Cruz, quien atiende la tienda de Diconsa. El principal problema, como en toda la región del desierto, es el agua, se queja. Una vez a la semana llega la pipa, pero no siempre alcanza para todos los habitantes. Cada día, para la preparación de los alimentos de una familia de cinco personas, se utilizan dos garrafones de 20 litros.

Aquí los habitantes viven del ecoturismo, ya sea de los paseos que ofrecen los buzos por los arrecifes o de los restaurantes y pequeños hoteles. La temporada de octubre a diciembre del año pasado ha sido de las mejores.

Estamos decepcionados de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el presidente Calderón canceló, el proyecto Cabo Cortés, pero hubo quien lo autorizó, lamenta. Ahora debe investigarse a quienes lo avalaron y estaremos pendientes de que no se vuelva a dar luz verde a otro plan como ése, agrega.