18 de agosto de 2012     Número 59

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Lo atípico del voto rural y de los
distritos con altos grados de pobreza;
EPN, el beneficiario


FOTO: Enrique Pérez S. / ANEC

Mauricio Ávalos Betancourt

El 1 de julio hubo un comportamiento atípico en la participación y por tanto en los resultados electorales en los distritos de zonas rurales, mayoritariamente pobres, al igual que en los distritos urbanos más pobres del país.

Distritos rurales o urbanos con tasas de pobreza que van de 50 a 97 por ciento de sus habitantes registraron un incremento significativo en la emisión del voto: pasaron de tasas de 40 a 50 por ciento (en la elección de 2006) a 65 y hasta el 83 por ciento (este 2012), mientras el sector urbano, con mayor nivel de bienestar, mantuvo la misma tasa de participación e inclusive se observó reducción en algunos distritos.

La población rural de México ha sido paulatina y proporcionalmente menor con el paso del tiempo: con casi 25 millones de personas, representa 22 por ciento del total nacional, según el censo de 2010. Los estados con mayor porcentaje de población rural son Chiapas, Guerrero, Tabasco, Hidalgo y Zacatecas. El 60 por ciento de la población rural vive en la pobreza, y la mayoría pertenece a comunidades indígenas, donde este flagelo aumenta a 80 por ciento. Muchos de estos pobladores padecen pobreza extrema, es decir hambre. La mayor parte de los habitantes rurales son de edad avanzada al superar los 50 años; el 56 por ciento carece de actividad productiva y depende de programas sociales para sobrevivir, aun cuando éstos son cada vez más insuficientes para obtener siquiera la canasta básica alimentaria.

Históricamente, este sector se ha caracterizado por un alto abstencionismo en las elecciones, dado su bajo desarrollo democrático. Sin embargo, el pasado 1 de julio esta tendencia se invirtió, pues Chiapas –el estado más rural y pobre (51 por ciento de su población es rural y 78 por ciento es pobre) y con el menor desarrollo democrático– fue el que más elevó su participación con respecto a la elección de 2006: de 49 por ciento pasó a 67; en números absolutos, hubo 761 mil 713 más votantes que en la elección anterior.

Ello, mientras que el Distrito Federal –la entidad más urbana (con 99.5 por ciento de su población en tal condición), la segunda menos pobre, considerada con el mayor desarrollo democrático e históricamente con las mayores tasas de participación– disminuyó un punto porcentual su participación. Fue la única entidad en el país que registró un retroceso en este rubro, si bien de manera marginal.

Una mirada escrupulosa muestra que este 1 de julio los distritos rurales y más pobres del país experimentaron un incremento atípico en su participación electoral; sobresale el distrito II de Chiapas, Bochil, que concentra cinco de los diez municipios más pobres del país, según el informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) 2010: Aldama (97.3 por ciento de su población es pobre); San Juan Cancuc (97.3), Mixtla Chalchihuitán (96.8), San Andrés Duraznal (96.5), Santiago el Pinar (96.5) y Sitalá (96.5 por ciento).


FOTO: Ricardo Ramírez Arriola / 360ºfoto.com (tomada de Facebook)

Este distrito fue el que tuvo mayor participación electoral en la historia del estado: el 75 por ciento del padrón votó, en comparación con 49 por ciento en 2006. Allí ganó por amplia ventaja el priista Enrique Peña Nieto.

En contraste, el municipio con menos pobreza (8.7 por ciento de personas pobres), la delegación Benito Juárez del DF (distrito XV), no registró aumento en su participación electoral y fue menor a la del distrito II de Chiapas. Andrés Manuel López Obrador ganó en este distrito XV y Peña quedó en tercer lugar.

Otro dato atípico en Chiapas es que tanto el candidato de la izquierda como la del PAN obtuvieron votaciones similares o incluso mayores a las de 2006, por lo que sus preferencias no se trasladaron a otro candidato, sin embargo, el candidato priista registró un aumento de más de 500 mil votos, o 120 por ciento, respecto de 2006, en teoría votos obtenidos del incremento en la participación electoral. Otro detalle es que Peña Nieto no ganó en Tuxtla Gutiérrez, en los distritos electorales más urbanos del estado, y que a diferencia de 2006, cuando fueron los que presentaron la mayor participación, ahora registraron la menor, quedando muy por debajo de los distritos rurales y más pobres que tuvieron participaciones récord, al pasar de 40 por ciento en 2006 a 70 ahora.

El caso de Chiapas se replica en otros estados que tienen altos porcentajes de población rural y pobre como Guerrero, Zacatecas, Hidalgo, Veracruz y Nayarit. En el cuadro 1 se muestra qué estados aumentaron más su participación, y sus tasas porcentuales de población rural y de población pobre tanta urbana como rural.


Pobreza alta: mayor al 50% de su población.
Pobreza muy alta: mayor al 70% de su población

Como se ve en el cuadro, las dos entidades con mayor población rural y mayor pobreza en el país fueron las que más aumentaron su votación, mientras las dos con menos población rural y también las menos pobres fueron las que no registraron variación alguna en su participación en los comicios.

En el caso de Guerrero, aun cuando ganó el candidato de la izquierda, la variación más significativa en incremento de votos la tuvo el candidato priista: aumentó más de ciento por ciento la votación que lo favoreció respecto de 2006, mientras el candidato de la izquierda sólo incrementó en 30 por ciento y la candidata del PAN prácticamente obtuvo la misma votación. Todo indica que el principal beneficiario del aumento en la participación electoral en Guerrero, igual que en Chiapas, fue el candidato priista, con 270 mil votos más que la elección anterior, sobre todo en los distritos rurales y más pobres del estado.

Asimismo, en las cinco primeras entidades –cuatro de ellas (Chiapas, Guerrero, Zacatecas y Nayarit) entre las principales con poblaciones rurales y altos índices de pobreza, y Yucatán, con el porcentaje de población indígena más alto del país–, el candidato priista ganó con 43.8 por ciento, AMLO obtuvo 31.65 y Josefina Vázquez Mota 19.2 por ciento. Mientras, en las cinco últimas entidades (Colima, Sonora, Quintana Roo, Nuevo León y DF), mayoritariamente urbanas y con los más bajos niveles de pobreza, AMLO obtuvo 40.58 por ciento, Peña 30.26 y Vázquez Mota25.04 por ciento.

La alta participación no sólo se dio en los distritos rurales pobres, sino también en distritos pobres que también tienen población urbana, tanto en estados con alta o baja población rural. Los ejemplos aparecen en el cuadro 2.

Los distritos que aparecen en este cuadro son algunos de los que más aumentaron su participación y tienen alto índice de pobreza; la gran mayoría los ganó por amplio margen el candidato priista y sólo algunos y con menor margen los ganó el candidato de la izquierda.

En la pasada elección votaron ocho millones 531 mil 831 personas más que en 2006; la participación sobre la lista nominal subió de 58 a 63 por ciento. Este aumento, sin duda, se dio por la alta participación en los distritos rurales o en los urbanos con alto índice de pobreza, algo atípico, pues en el país el aumento en la participación siempre ha sido impulsado por las grandes metrópolis, que tienen mayor nivel económico y educativo.

Destaca que el candidato priista perdió en la suma de votos de las 11 principales ciudades del país, que tienen más de un millón de habitantes y concentran la mitad de la población urbana, pero que ahora extrañamente se quedaron muy rezagadas en participación, comparadas con el voto rural.


FOTO: Enrique Pérez S. / ANEC

Evidentemente, lo anterior refuerza la tesis de la compra de votos, pues tal fenómeno es mucho más factible en las zonas más pobres, por la necesidad que tiene la gente, además de que el partido con la estructura necesaria para hacer esto en todo el país es el PRI, que curiosamente es el más beneficiado de este incremento de participación, pues la gran mayoría de estos votos fueron para su candidato, y la situación coincide con los escándalos actuales de fondeo ilegal de campaña.

Por los datos aportados aquí, se puede plantear la hipótesis de que sólo un factor exógeno, muy posiblemente la compra de votos, generó el incremento de la participación electoral, principalmente en los distritos rurales y también en los urbanos con altos índices de pobreza, que favoreció a un solo candidato, el del PRI. De no haberse dado esa compra de votos, el resultado electoral hubiera sido distinto. Por ello, en la actual fase del proceso electoral es necesario ligar los fondos, que rebasan los topes de campaña, a la compra de votos en los distritos más pobres del país, como un elemento para exigir la invalidez del proceso por violarse los principios que marca el artículo 41 Constitucional.