Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 19 de agosto de 2012 Num: 911

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Jair Cortés

Paisajes del origen y
el vagabundeo de Yk

Lydia Stefanou

Máscara de falsa juventud
Rosa Nissán

La objetividad no existe
Alessandra Galimberti

Dos cuentos

El doble Chevalier d’Eon
Vilma Fuentes

Chavela Vargas,
la esencia y la existencia

Antonio Valle

La 20, cartografía
volumétrica
, de
Agnieszka Casas

Ingrid Suckaer

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Enrique Héctor González

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Luis Tovar
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Abundancia de la escasez (I DE III)

Asomarse a la oferta cinematográfica veraniega suele ser, como bien se sabe, fuente de inagotable desazón para el cinéfilo ya que, para decirlo con un oxímoron desgraciadamente irrefutable, abunda la escasez.

He aquí algunas cifras que lo comprueban: hablando únicamente de Ciudad de México, donde se halla instalada más o menos la mitad de las pantallas cinematográficas comerciales de todo el país –alrededor de 5 mil–, una semana como la recién pasada proponía la vil miseria de diecinueve películas. Esto significa, redondeando cifras, que cada una de esas diecinueve cintas tuvo a su disposición, en promedio, 131 espacios a lo largo y ancho de la capital; sólo que, como igual bien se sabe, son unos cuantos filmes los que para sí acaparan bastante más que esa centena y un tercio.

Qué duda cabe de que entre Batman, el caballero de la noche asciende (The Dark Knigth Rises, Ch. Nolan, EU, 2012), El sorprendente hombre araña (The Amazing Spider Man, M. Webb, EU, 2012); El vengador del futuro (Total Recall, L. Wiseman, EU, 2012); La era del hielo 4 (Ice Age: Continental Drift, M. Thurmeier y S. Martino, EU, 2012); Buscando a Nemo 3D (Finding Nemo, A. Stanton, EU, 2003), Valiente (Brave, M. Andrews y B. Chapman, EU, 2012), así como ParaNorman (Ch. Butler, EU, 2012); qué duda cabe, se decía, que estas siete han de estar llevándose la tajada más gruesa de las referidas 2 mil 500 salas. Si se pensara, conservadoramente, que su parte del león consiste en la mitad, eso significaría mil 250 espacios divididos entre siete filmes, a razón de 180 para cada uno. En altísimo contraste, una solitaria y peor que lamentable cinta nacional –Morgana (R. Obón, 2011)– habrá de languidecer frente a un muy escueto butaquerío semidesairado quizá una semana, dos cuando mucho, antes de pasar a enrolarse en las huestes del triste olvido.

¿Desproporcionado y, por ende, aberrante? Pero eso no es todo: sume usted similar cifra por lo que corresponde al resto del país y añada el adjetivo que mejor defina su indignación …en caso, claro está, de que a usted, como a este humilde ponecomas, tampoco deje de indignarle una situación que, como se ha dicho y seguirá diciéndose en este espacio, no por “normal” –que desgraciadamente lo es– ha de ser considerada como “buena” ni tampoco inamovible o producto de una suerte de mandato divino, eso sí mercadotécnico, paganísimo e hiperpragmático, como pareciera ser visto por más de un reseñista/opinador/crítico-wanna-be, de los que se registra cada vez mayor abundancia y, con ésta, de escasez multiplicada: si un puñado de siete producciones fílmicas ocupa, números más o menos, tres mil de cinco mil pantallas, resulta que del creciente ramillete de Tiromirrollos y Diganmecríticos, prácticamente ninguno se sustrae a la ¿inercia?, ¿tentación?, ¿obligación? de hablar acerca de aquel puñado cinematográfico, pero no sólo hablar y nada más –cosa que puede hacer y de hecho suele hacer cualquiera que al cine va–, sino que esos Opinonomáses y Criticalamías cumplen a rajatabla una serie de condiciones, a saber: lo hacen públicamente, tantas veces como les resulte posible, se lo permitan o se lo pidan –y aunque no se lo pidan, que es lo peor–, y regularmente sus so called críticas salen del horno como si de cemitas de anís o conchas de vainilla se tratara: amén de calientitas, salen tiernas de tan suavecitas...

Un ejemplo, por ejemplo

En el universo cibernético –los blogs, el féisbuc, el tuíter, es decir las celebérrimas redes cuyo apellido correcto debería ser quizá “electrónicas” antes que “sociales”–, que es donde más a gusto esparcen su esparcimiento estos peculiares hongos del verano, que también lo son de la primavera, el invierno y el otoño, este arrimapuntos no ha conseguido hallar ni uno solo que mire las cosas desde un punto de vista comprehensivo: tápales el bosque un árbol cada vez, cada película, pero sobre todo cada estreno, y las toman en sus ojos, las giran sobre sí mismas, les dan vuelta, les hurgan hasta el trasero y luego las arrojan rapidito porque –viernes de estrenos obliga– ya viene Unamáslaquesea y “hay que” tomarla en sus ojos, girarla sobre sí misma, darle vuelta...

Ninguno de ellos, pues, ya no digamos ha enfatizado sino al menos mencionado que, sin sorpresas, las siete del ramillete son todas madeinusa, y que encima de tal exceso viene otro aún más exasperante: cinco de ellas son burdos, insípidos, inertes refritos: las enésimas exprimidas a Batman y el Hombre Araña; la cuarta morigeración del chiste gastado de la ardilla tras la bellota, los mamutes, el dientes de sable y el otro animal imbécil; el paso a tercera dimensión del pececito cursi, más la “puesta al día” de algo que Verhoeven había hecho lo suficientemente bien como para que se dejara la historia en santa paz.

(Continuará)