Opinión
Ver día anteriorLunes 20 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

Optimismo

L

a semana pasada se abrieron las puertas de decenas de organizaciones defensoras de los derechos humanos en Estados Unidos para dar paso a cientos de miles de jóvenes que acudieron a recibir información sobre la forma de cumplir con los requisitos de la orden ejecutiva del presidente Barack Obama, conocida como Deferred Action, que pospone por dos años cualquier juicio para deportar a jóvenes indocumentados que estén estudiando en un plantel de educación superior. Después de más de una década de propuestas y promesas nunca cumplidas para realizar una reforma migratoria, esta es la primera buena noticia mediante esta versión acotada del Dream Act.

Pareciera que la necesidad de resolver el problema migratorio toma un nuevo impulso cuando algunos personajes de la vida política exigen que el tema se incluya en el contexto del proceso electoral que vive la sociedad estadunidense. No hay mejor forma de apoyar la economía, sin costo alguno, que abriendo las fronteras para crear empleo y apoyar a los negocios, declaró el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Incrementar las restricciones migratorias y promover la deportación masiva es una forma de suicidio nacional concluyó. Criticó a Obama y Romney por ofrecer sólo palabras y los convocó a discutir seriamente una reforma migratoria. Lanzó una propuesta concreta que se recibió con cierto escepticismo entre los grupos que apoyan a los migrantes indocumentados, pero sienta las bases para discutir el problema. Sugiere que se otorgue la residencia a los extranjeros que se gradúen en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas; se cree una visa especial para ejecutivos de negocios y un programa para trabajadores temporales en industrias de mano de obra intensiva. No hay que engañarse: las propuestas tienen el propósito más de apoyar al sector corporativo y de negocios que de resolver el problema humano de millones de indocumentados. Pero es un principio que puede sentar las bases para reabrir, por enésima ocasión, la discusión sobre una reforma migratoria.

En un artículo publicado en estas mismas páginas la semana pasada, Jorge Durand nos ofreció un excelente resumen de cómo los ritmos de la migración mexicana suelen moverse de manera pendular cada 20 años aproximadamente (...) La cadencia la marcan las reformas legislativas estadunidenses en las leyes migratorias o las coyunturas económicas, sean éstas de auge o de crisis.

Sería deseable que a partir de propuestas como la de Bloomberg, y de la cada vez mayor presencia de los latinos en las decisiones políticas, esta vez no haya necesidad de esperar otros 20 años para resolver el problema de millones de indocumentados. Bueno, no sobra un poco de optimismo.