Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de septiembre de 2012 Num: 913

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Ricardo Venegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

El lavaloza que se
volvió alquimista

Paula Mónaco Felipe entrevista
con Ferrán Adriŕ

Come, este es mi cuerpo
Esther Andradi

Nahui Ollin o la elección del destino
Juan Domingo Argüelles

Palo dado…
Enrique Escalona

Pérez Gay: el compromiso de la memoria
Xabier F. Coronado

Chema Pérez Gay,
deus ex machina

Ricardo Bada

Leer

Columnas:
Galería
Enrique Héctor González

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Perfiles
Rodolfo Alonso

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Palo dado…

Enrique Escalona

La sentencia se cumplió: empalamiento al acusado. Primero le rompieron la quijada, después le fracturaron las piernas. Desnudo, lo tomaron de los brazos, cuyas manos estaban unidas y amarradas por las muñecas. Tres hombres lo levantaron en vilo, en ángulo recto; ya en el aire, otro le abrió las nalgas para que quedara expuesto el ano. Poco a poco lo sentaron en la estaca de punta redondeada, que penetró en las entrañas como un cenital de luz en la oscuridad. Lo mantenían en posición recta y con la cabeza hacia arriba para evitar el daño de órganos vitales que causara la muerte inmediata. El alarido del empalado provocó la euforia de quienes miraban, que se extasiaron cuando de la boca del castigado salió, como lengua, el extremo superior del palo. El cuerpo se agitaba desesperado; duró tres días con vida, y varias semanas putrefacto. Con su muerte se terminaron los empalamientos, que cientos de veces él ordenó.