Opinión
Ver día anteriorViernes 14 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

FC: fracaso laboral

Resultados palpables

A levantar el tiradero

E

n Los Pinos y sus áreas dependientes se asegura que en materia laboral se cumplió con la promesa de campaña y con la meta establecida, de tal suerte que los resultados son palpables. Felipe Calderón, pues, sí fue el Presidente del empleo, según Felipe Calderón, y tan lo fue que con la simple presentación de la iniciativa de reforma laboral se disipa cualquier duda, de acuerdo con sus voceros. Difícilmente los mexicanos comparten tan alegre balance, ni están de acuerdo con el intento oficial de reivindicar el autocalificativo del michoacano.

Fuera del circuito oficial (es decir, donde se pagan las consecuencias de políticas públicas erróneas, inexistentes o depredadoras) el consenso es que en la materia descrita el fracaso del Presidente del empleo resulta estrepitoso y socialmente peligroso, y que tras dos gobiernos panistas al hilo (de, por y para los empresarios) resultará más que complicado levantar el tiradero que dejan en el despedazado mercado laboral.

La alegría, el triunfalismo, la autoalabanza y la sempiterna negación de la realidad de Los Pinos y sus áreas dependientes tampoco son compartidos por otras instancias de gobierno, como en el caso de la Cámara de Diputados, la cual divulga un balance muy diferente al divulgado por los eternamente autocomplacientes integrantes del gobierno que, felizmente, ya se va. Así, los analistas de San Lázaro (Situación del empleo en el sexenio; insuficiente crecimiento del empleo formal) señalan que la situación laboral en su conjunto se ha venido deteriorando en los últimos años. Por una parte, la informalidad y la subocupación han crecido sin regresar a sus niveles previos (a la crisis), y por la otra, los ingresos continúan sin recuperar su poder adquisitivo de 2007.

Sin duda, apuntan, la crisis y el crecimiento de la población económicamente activa que ha decidido entrar al mercado laboral han contribuido con el deterioro, pero no puede obviarse el hecho de que la recuperación ha sido más lenta de lo que pudiera haberse esperado, y que el crecimiento de la población activa ya se anticipaba. El objetivo planteado en el Plan Nacional de Desarrollo (2007-2012) de mejorar la calidad del empleo a través de la generación de 800 mil trabajos formales al año, no se cumplió. Para lograr mejorar las condiciones laborales en el futuro y generar las oportunidades de trabajo requeridas, será necesario un mayor crecimiento económico, por encima de 6 por ciento anual (Con Calderón en Los Pinos fue de 1.8 por ciento).

A la falta de empleo se le suma una redistribución regresiva en los salarios. Al inicio del sexenio (segundo trimestre de 2007, para hacerlo comparable) el 44.4 por ciento de los mexicanos ganaban hasta dos salarios mínimos (incluye la PEA que no recibe ingresos) y, cinco años después, esa proporción se había incrementado a 50.5 por ciento (eso quiere decir que a estas alturas uno de cada dos mexicanos en edad productiva obtiene como máximo un ingreso diario de 120 pesos). De la misma forma, seis años atrás el 12.7 por ciento de los mexicanos ganaba más de cinco salarios mínimos y, al segundo trimestre de 2012, la proporción se redujo a sólo 8.7 por ciento.

Los analistas de la Cámara de Diputados recuerdan que al comenzar el sexenio en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 se reconoció que los empleos informales eran de baja calidad y en nada contribuían a mejorar el bienestar social de los mexicanos, por lo que el gobierno calderonista promovería el sector formal, caracterizado por tener mejores condiciones laborales. Seis años después queda claro que la mayor creación de puestos de trabajo se registró en el sector informal; es decir, lo que se comprometió a combatir el gobierno entrante.

En la propaganda oficial se insiste en que el empleo ha crecido, pero, anota la Cámara de Diputados, es necesario contrastar la generación de empleos formales con la necesidad de empleos totales: de acuerdo con el Inegi, del segundo trimestre de 2011 a igual periodo de 2012, entraron al mercado laboral un millón 986 mil 123 personas y, en ese lapso (a junio de 2012), el sector formal sólo generó 711 mil 730 empleos (apenas 36 por ciento de la demanda real). Así, en los últimos 12 meses un millón 274 mil 393 mexicanos quedaron fuera de la formalidad, de tal suerte que si se comparan dichos indicadores a lo largo del sexenio se observa que se acumuló un déficit de 2.7 millones de empleos formales.

Como resultado de lo anterior, la tasa oficial de desocupación no ha regresado a su nivel previo a la crisis. Si se mantiene el ritmo de avance en lo que resta de 2012 (una reducción de la desocupación de 0.2 puntos porcentuales como promedio), tal indicador tardaría al menos cuatro años en retornar al nivel previo a la crisis. No sólo eso: la falta de oportunidades en el sector formal de la economía también ha generado un crecimiento acelerado de la informalidad. Al inicio del sexenio, 26.6 por ciento de las personas ocupadas trabajaban en la informalidad, en junio de 2012 la proporción alcanzó un récord de 29.3 por ciento, equivalentes a 14 millones 216 mil 96 personas. Si se consideran a todos los mexicanos sin acceso a las instituciones de salud; es decir, fuera del sector formal de la economía, el porcentaje de informales sube a 64.4 por ciento, o 31 millones 190 mil 224 personas (obviamente esta proporción crecerá de forma más que peligrosa si los legisladores aprueban la llamada reforma laboral del inquilino de Los Pinos).

Lo anterior ha ocasionado que muchas personas tengan la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual les permite (subocupación). Así, este conjunto de mexicanos pasó de representar 6.8 por ciento de la PEA en el tercer trimestre de 2008 (antes de la crisis) a 8.9 por ciento en el segundo trimestre de 2012. Esto implica que 4 millones 310 mil 213 personas tienen necesidad de buscar un segundo empleo, porque con los ingresos actuales no le alcanza para mantener a su familia, aunque nada les garantiza que lo encontrarán.

Las rebanadas del pastel

Entonces, nada más alejado de la realidad que las floridas frases propagandísticas (se cumplió con la promesa de campaña y con la meta establecida), aunque cierto es que los resultados laborales del calderonato son palpables, ¡y de qué manera!