Sociedad y Justicia
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En primaria poblana los niños aprenden en la práctica sin apartarse de los textos oficiales

Fértil acción didáctica, amagada por no aplicar la prueba Enlace

El director del plantel fue cesado por acatar la petición de padres de alumnos

La timidez de los menores motivó cambio a una enseñanza alternativa, dice maestra amenazada por el gobierno

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Algunos de los 80 alumnos de la escuela primaria Braulio Rodríguez, en San José las Minas, Puebla, delante del rótulo con el nombre de su programa radialFoto Marco Peláez
Enviada
Periódico La Jornada
Sábado 15 de septiembre de 2012, p. 32

San José las Minas, Puebla. El pueblo se conforma por una inspectoría, un kínder y una primaria con apenas dos maestros. Desde que Rebeca y Humberto Ramiro llegaron, hace una década, la escuela se tornó muy diferente a las demás: allí los niños aprenden el perímetro, las áreas o los ángulos en el huerto que ellos mismos siembran y extraen de los árboles de limones, duraznos y granadas, conocimientos de las diferentes materias, lo mismo de español, que de historia o de ciencias naturales.

Los pequeños alumnos llevaron a sus casas los aprendizajes y, ahora, en las casitas de San José las Minas hay huertos familiares, composta, cuidado del medio ambiente y, sobre todo, el ánimo de trabajar unidos, colectivamente. Dicen que antes ellos no eran así, pero ahora, ya hasta se les quitó la pena que tenían de expresarse.

Los habitantes de esta comunidad –donde la mayoría de los hombres son albañiles, obreros, jornaleros o migrantes– viven un cambio profundo generado desde la primaria Braulio Rodríguez. La escuela, con 80 niños, enfrenta la amenaza del gobierno de Rafael Moreno Valle de cerrar sus puertas porque la maestra Rebeca Sánchez Jiménez y el profesor Humberto Ramiro Arciaga Martínez respetaron la decisión de los padres de no aplicar la Evaluación Nacional de Logro Académico en los Centros Escolares (Enlace).

Ni nuevos maestros ni clausura

A causa de ello, Ramiro, con 33 años de dar clase, ya fue despedido, y Rebeca, con los mismos años de servicio, fue advertida por funcionarios a cargo del secretario de Educación, Luis Maldonado Venegas, de que será removida de ese plantel. Ante ello, los moradores de San José las Minas se muestran dispuestos a no permitir la entrada de nuevos maestros y, mucho menos, la clausura de su escuela.

En la entrada del pueblo algo que parece la huella de una mordida gigante, y que no es más que un monte desgajado, recibe a los visitantes. Ahí se instaló una trituradora de piedra, donde se emplean algunos pobladores de la localidad. Más adelante, sobre el camino de terracería, hay unos postes de los que cuelgan una especie de campanas que, en realidad son altoparlantes y, en el número conocido de la avenida San José, está la primaria.

A las 8 de la mañana, media hora antes del inicio de clases, los niños ya están ahí. Mientras unos limpian las dos aulas, otros se dividen la faena en el comedor comunitario y los baños y algunos más están cuidando los limones, los chayotes, el vivero de jacaranda y los aguacates que rodean sus salones.

En la pequeña explanada de cemento, cinco niños se preparan para iniciar el programa de radio Voces inocentes, de su estación llamada Ojos de Niño. Con un par de grabadoras y un micrófono, Leonardo Parra Osorio, de quinto grado, está en los controles técnicos, y Uriel Hernández Velasco, Alejandra Yáñez Velasco, Jesús Parra Hernández y Martín Parra Osorio se encargan de la locución.

Muy buenos días. Recuerden que enseñar la verdad es educar para la libertad. Es una frase que dice todo lo que hacemos nosotros. Sigan este buen ejemplo, recomiendan los pequeños. Después de leer el santoral y dedicar una canción a los cumpleañeros de San José las Minas, entra un corte comercial: Para mantener limpios todos los espacios de su hogar, trastos y dar blancura a su ropa, use cloro casero. Con sólo 1.50 pesos, usted puede adquirir con los alumnos de la escuela cloro envasado en recipientes de reuso para disminuir la contaminación de nuestros suelos.

Las palabras de los niños surcan el aire del poblado, con ayuda de los altoparlantes. Al término de su programa, Uriel explica que elaboran el cloro con un litro de hipoclorito de sodio más ocho litros de agua. De ahí aprendemos las unidades de volumen, decilitro, centilitro, mililitro...

A un costado del comedor, está su huerto. Algunas veces siembran cilantro, otras calabaza cuarentena, rábano y papa. Los alumnos preparan el terreno, miden y, con ello, conocen de perímetros, ángulos internos, externos, áreas y aprenden historia, por ejemplo, el paso del nomadismo al sedentarismo y, con ello, uno de los descubrimientos más importantes de la humanidad: la agricultura.

Con el tejido en cuadrille que les enseña Rebeca hacen diferentes figuras geométricas con las que practican las cuentas en manteles, servilletas y fundas. De su composta, los pequeños hablan con orgullo; la elaboran con las hojas que encuentran en los montes, ramas, pasto y desperdicios orgánicos que salen directamente de su comedor. Esto, para comprender la importancia de la conservación de la tierra, el reciclaje y el uso del abono para mejorar las hortalizas.

Ernesto Parra Osorio cuenta que ellos practican la crítica, que es cuando nos señalan nuestros errores, y la autocrítica, que es cuando aceptamos nuestros errores. Está en segundo grado de primaria...

Hace 10 años llegó el profesor Ramiro, como le dicen en el pueblo y, un año después, la maestra Rebeca. Entonces, la primaria no tenía ningún parecido a la de ahora. Antaño era un pedazo de tierra pelón con dos aulas.

De cabello blanco, Rebeca recuerda que cuando comenzó su labor en San José las Minas los niños casi no hablaban, eran muy tímidos. Les preguntaba algo y nada que respondían; les pedía que escribieran y nada.

Ahí surgió la idea de cambiar todo mediante una enseñanza alternativa, en la que la naturaleza fuera el libro práctico de los niños y el juego, la música, el baile y el teatro, otras opciones de aprendizaje.

En la Braulio Rodríguez, los textos oficiales no se usan de manera sistemática, pero sí para reafirmar el conocimiento. En sus pequeños rostros, los alumnos manifiestan contento; incluso a algunos de prescolar les urge pasar a este centro bidocente.

Relatan los padres y las autoridades: el pueblo también se transformó. Alicia Herrera, del comité de padres de familia, narra que los maestros les enseñaron a trabajar, a ser unidos; nuestros hijos ahora tienen reconocimientos.

Ellos hacen la limpieza

En el mismo sentido, la inspectora auxiliar municipal, Zenaida Cristina Herrera, refiere que los escolares les mostraron cómo hacer los huertos familiares; nos enseñaron a hacer las compostas, nos ahorran las faenas, porque ahora ellos hacen la limpieza de la escuela y, a diferencia de antes, los padres están motivados para que sus hijos sigan a la secundaria, la prepa y la universidad.

Es tal el cambio social que la comida del 10 de mayo ahora la preparan los hombres del pueblo. En asamblea organizan los platillos. En el pasado festejo, prepararon un tesmole de chivo, dice orgulloso el comisariado ejidal, Gabino Velasco.

Reconocimientos

Por todo este trabajo, San José las Minas ha cobrado fama en los alrededores. Son reconocidos por la estación Ojos de Niño; por el cloro casero, del que ya han hecho demostraciones en otras comunidades; por sus bailables exportados a otros planteles, y por sus alumnos destacados, como Juan Carlos Parra Hernández, egresado de esta primaria, quien tiene en su haber una colección de 13 diplomas, la mayoría por su excelente desempeño.

El maestro Ramiro pregunta: ¿De qué sirve una educación libresca, mecánica, en la que los niños saquen 10 para ir a ver al Presidente, si no hay conciencia?

Normalista rural, educador convencido de que los principios éticos deben constituir la filosofía de la escuela mexicana, comenta que, de no ser reinstalado como maestro, sacará unas viejas máquinas con las que alguna vez trabajó la madera para hacer artesanías.