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Vivió 38 años en el exilio; volvió a Madrid en 1976 y al año siguiente ganó su primer escaño

Fallece Santiago Carrillo, histórico líder comunista y símbolo del antifranquismo

Tenía 97 años

Rajoy elogia su papel en la transición y su contribución al orden constitucional

Foto
Manuel Fraga (izquierda) y Santiago Carrillo, dirigente del PCE fallecido ayer, en imagen del 23 de febrero de 2011, cuando se cumplió el 30 aniversario del intento de golpe de Estado en el Parlamento en MadridFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de septiembre de 2012, p. 39

Madrid, 18 de septiembre. Santiago Carrillo, histórico dirigente del comunismo español y símbolo de la lucha contra la dictadura fascista de Francisco Franco, murió a los 97 años de edad en su domicilio. Su vida, como la de tantos otros de su generación, estuvo marcada por la Guerra Civil y el régimen totalitario que se instauró en España durante casi 40 años, en los que vio morir ejecutados a miles de camaradas y compañeros de lucha.

También fue una de las figuras cruciales de la compleja transición a la democracia de los años 70, al contribuir a la instauración de sistema democrático y lograr la legalización del Partido Comunista de España (PCE) después de haber estado proscrito y haber sido perseguido durante décadas.

En su casa, rodeado de su familia y comentando hasta el último hálito de vida los pormenores de la situación política y social de España, murió el histórico comunista español Santiago Carrillo. Fue un fumador empedernido y, pese a todo, sólo estuvo internado una vez en el hospital en los últimos años, afectado de una congestión respiratoria de la que fue dado de alta unos días después.

Murió después de comer, cuando se fue a dormir la siesta y ya no despertó. Así lo confirmó su familia, que incluso informó que durante la comida comentó las consecuencias de las movilizaciones sociales de los últimos días contra los recortes del gobierno del conservador Mariano Rajoy y hasta de la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la derechista Esperanza Aguirre.

La vida de Santiago Carrillo es un reflejo de la historia de España durante el siglo XX. Nació el 18 de enero de 1915 en un Gijón empobrecido por la depresión económica de principios de la centuria. Su origen modesto, de familia campesina, le impidió seguir estudiando desde muy joven, por lo que a los 13 años ya trabajaba e inició su militancia en las Juventudes Socialistas, tras su unificación con las Juventudes Comunistas. A los 21 años se convirtió en el primer secretario general de las Juventudes Socialistas y Comunistas, y fue entonces, en el convulso 1936 –cuando inició la Guerra Civil– que se afilió al PCE.

Durante los tres años de enfrentamiento armado, Carrillo estuvo en el frente. De hecho, fue delegado de Orden Público y miembro de la Junta de Defensa de Madrid. Pero una vez derrotado el frente republicano por el bando fascista, Carrillo inició un largo exilio de 38 años, que lo llevó primero a la Unión Soviética –donde entabló relación con los altos mandos del comunismo soviético– y después hizo un largo periplo por Argentina, México, Argelia y Francia. Durante esta época, Carrillo tuvo contacto con las diversas y numerosas comunidades de exiliados, pero finalmente decidió fijar su residencia en París, para integrarse de lleno en la dirección del PCE en el exilio y estar más cerca de España y, por tanto, de la resistencia a la dictadura.

Su ascenso al interior del PCE se dio de la mano de su amiga y referente Dolores Ibarruri, La Pasionaria, quien fue presidenta de la formación desde 1946 y que, desde entonces, pugnó como secretario general por fortalecer las acciones contra la dictadura y desarrollar una política propia, al margen de las directrices del aparato de la URSS (hoy extinta). De hecho, durante esta etapa pugnó por una reconciliación nacional de las fuerzas antifranquistas y acabar con la división y los enfrentamientos que prevalecían entre los exiliados y desterrados de la dictadura.

Carrillo tuvo una de sus aportaciones más importantes una vez muerto el dictador Franco, cuando en 1976 entró a territorio español y el 10 de diciembre de ese año convocó a la prensa en Madrid y provocó su detención. Precisamente ese gesto –y la presión social por un nuevo marco político– precipitaron la legalización del PCE y su participación en las primeras elecciones democráticas, en 1977, en las que Carrillo logró su primer escaño.

Se le recuerda también por su valentía el día del fallido golpe de Estado en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981, cuando él, junto a Adolfo Suárez, presidente, y el general Gutiérrez Mellado, vicepresidente, fueron los únicos del hemiciclo que permanecieron sentados e hicieron frente a los golpistas.

Al año siguiente, en 1982, Carrillo fue derrotado severamente por el emergente socialismo español de Felipe González, lo que derivó en una crisis del partido que se saldó con su dimisión y separación definitiva. Fundó otro partido, que acabó siendo absorbido por el poderoso PSOE y finalmente, a principios de los 90, se dedicó de lleno a escribir libros, artículos periodísticos y a participar en debates públicos.

Las reacciones a su muerte fueron muchas y diversas. Desde el gesto de los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, así como viejos camaradas, de acudir a su casa. El monarca aseguró que Carrillo ha sido una persona fundamental en la transición. Mientras Mariano Rajoy aseguró que en mi nombre y en el del gobierno de España, el más sentido pésame por la desaparición de una personalidad fundamental en la historia reciente de España, por el destacado papel que desempeñó durante la transición y su contribución al orden constitucional, al nuevo marco de convivencia y a un futuro común sin abandonar sus profundas convicciones.

El ex presidente de gobierno Felipe González aseguró que fue uno de los hombres que facilitó el consenso de todas las fuerzas políticas en la transición a la democracia, renunciando a posiciones maximalistas y propiciando el diálogo con todos. Gaspar Llamazares, diputado de Izquierda Unida, afirmó: se va un pedacito de nuestra historia. Carrillo resume la grandeza y también los errores de la izquierda española, pero muchas más han sido las grandezas. Resume como nadie la república y la apuesta por la reconciliación. No se puede entender la vida democrática actual sin la apuesta de Carrillo por la reconciliación.