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La restauración del inmueble del siglo XVI tardó nueve años y constó de 11 etapas

Concluye el rescate del ex convento de Santo Domingo

El espacio donde habitó la orden dominica sufrió severos daños durante un temblor en 1999

Se restauró con la idea de volver al origen, redescubrir las bases de la edificación y quitar los agregados posteriores, refirió el arquitecto a cargo del proceso, Juan Urquiaga Blanco

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En el rescate y restauración del ex convento de Santo Domingo Yanhuitlán participaron de forma conjunta el INAH, el CNCA, el gobierno de Oaxaca, la Fundación Alfredo Harp Helú y Fomento Social BanamexFoto Melitón Tapia/INAH
 
Periódico La Jornada
Domingo 23 de septiembre de 2012, p. 2

Yanhuitlán, Oax., 22 de septiembre. Tras 11 etapas y nueve años de labores, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), junto con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), el gobierno de Oaxaca, la Fundación Alfredo Harp Helú y Fomento Social Banamex lograron el rescate y restauración del ex convento de Santo Domingo Yanhuitlán, sitio calificado como joya de la arquitectura colonial y la iglesia más grande de México del siglo XVI.

El arquitecto y encargado de la obra, Juan Urquiaga Blanco, informó que en el año 2000 se inició la intervención de este espacio del siglo XVI, en el que habitó la orden dominica, el cual sufrió severos daños luego de un temblor en 1999, que causó el derrumbe de una de las cúpulas y daños a una más; sin embargo, la obra tuvo que ser detenida en 2004 por la falta de presupuesto, aunque recordó que esa primera etapa fue de emergencia, con el propósito de evitar que aumentaran las afectaciones al inmueble.

A partir de 2007, señaló, se reanudaron los trabajos ya con un proyecto completo de rescate del inmueble, el cual constó de meterse a fondo a la limpieza de toda la cantería, a descubrir los vestigios de la pintura mural (ahí esta la fecha de decoración del siglo XVIII). En las bóvedas apareció pintura mural de la cual no se tenía conocimiento; además, abundó, se rescató el coro, la hospedería, los baños que utilizaban los frailes y el órgano. “Tuvimos que retirar diversas intervenciones que se le realizaron en años anteriores.

La idea de todo el proceso de restauración fue volver al origen y quitar los agregados posteriores, puntualizó Urquiaga Blanco.

Aseveró que la labor de rescate ha consistido en respetar las bases sin inventar nada: La restauración termina donde empieza la hipótesis; esa fue la regla general.

Refirió que parte del trabajo consistió en redescubrir –mediante investigaciones arqueológicas– las bases de la edificación, para ir conociendo cómo fue el edificio en un principio; incluso, sostuvo, se descubrió que la fachada actual no corresponde con la fecha en la que fue construido el templo: tras las investigaciones se descubrió que sobre la fachada del siglo XVI está sobrepuesta la actual.

Reveló que el edificio se encontraba sumamente dañado; incluso, afirmó que había partes que en ruinas, principalmente la hospedería u hospital, zona en la que únicamente permanecía intacta la fachada, ya que la falta de mantenimiento hizo mella en el ex convento, además de que el inmueble fue utilizado como cuartel durante la guerra de Independencia: como prueba, aún había impactos de bala en los muros exteriores.

Por su parte, la encargada de la jefatura de conservación perteneciente a la Coordinación Nacional para la Conservación del Patrimonio Cultural, Fernanda Muñozcastillo Manterola, destacó el trabajo de restauración sobre nueve retablos, del artista sevillano Andrés de la Concha, así como de diversas figuras llamadas los ángeles pasionarios, los cuales se exhiben en el museo que se ubica en la iglesia.

Sobre esas piezas, la funcionaria resaltó que pertenecen a la comunidad, pero son exhibidas en el inmueble, perteneciente al INAH, por lo que durante las fiestas de Semana Santa los pobladores los sacan para emplearlos en sus actos religiosos, tras los cuales los regresan al recinto.

Relató que en el claustro había piezas arrumbadas, las cuales datan de hace 400 años, entre ellas los San Jorge, San Lorenzo y cuatro Cristos, mismos que debieron ser intervenidos para su conservación. En el caso de las imágenes de Cristo, Muñozcastillo Manterola dijo que fueron utilizadas en las fiestas patronales y que luego fueron guardadas y olvidadas por los pobladores.

El retablo principal, apuntó, es único en su forma heptagonal (de siete calles) y data del siglo XVII, mide 10.90 metros de altura por 6.76 de ancho.

Dicha pieza fue rescatada y rensamblada en algunas de sus partes, al igual que el resto de retablos y otras piezas.

Incluso, ironizó al señalar que en algunos casos era como armar un rompecabezas, ya que en la sacristía hallaron cientos de partes que con el tiempo han descubierto a que pieza pertenecen.