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El cambio no se puede limitar al ámbito económico, señala el académico Alzugaray

Intelectuales de distintas tendencias debaten una agenda de reforma política para Cuba
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 24 de septiembre de 2012, p. 25

La Habana, 23 de septiembre. Bajo el auspicio de una publicación católica, intelectuales de varias generaciones y distintas tendencias debatieron aquí una agenda de reforma política para Cuba, en un acontecimiento poco común en la isla, pero que refleja una creciente discusión sobre la vida pública.

El cambio en Cuba no se puede limitar al ámbito económico, dijo el académico y ex diplomático Carlos Alzugaray. En el terreno político es inevitable, va a pasar de una forma u otra.

El punto de partida fue la colección de ensayos Por un consenso para la democracia, que incluye una insólita polémica entre el católico Roberto Veiga y el marxista Julio César Guanche sobre el sistema político cubano.

Publicar juntas las dos posturas, sin insultos ni descalificaciones, resulta excepcional en Cuba, expuso el profesor universitario Hiram Hernández. La socióloga Mayra Espina consideró que ese ejercicio cierra la era de ángeles y demonios y abre un nuevo momento de los debates en el país.

Los textos aparecieron en los últimos dos años en la revista católica Espacio Laical, que para presentar la obra reunida convocó a una discusión abierta en el Centro Cultural Félix Varela (antiguo seminario).

En la sesión, a la que asistió cerca de un centenar de personas, el opositor Reinaldo Escobar pidió que este círculo de discusiones se abra a otras corrientes. El abogado y bioquímico Dmitri Prieto hizo notar que en el intercambio de opiniones aún hay un gran ausente: el mundo de la vida popular.

En la obra y en el debate que siguió a su presentación emergieron temas álgidos del sistema político cubano, como el partido único, el pluripartidismo, el sistema electoral, el ejercicio del poder, la elección y los atributos del jefe de Estado, las organizaciones sociales, los derechos ciudadanos y la Constitución de 1976, reformada en 1992.

En los textos y en la discusión a viva voz se dibujó un amplio arco de opiniones, incluso algunas que en medios oficiales suelen llevar, al menos, a una irritada descalificación.

En la introducción al texto, el vice editor de Espacio Laical, Lenier González, expuso que esa revista, junto con la Red Protagónica Observatorio Crítico y el proyecto Estado de SATS, son tres nuevas plataformas de debate en el país, que representan al catolicismo, al marxismo y al liberalismo, respectivamente.

Añadió que muchos de los participantes en esos círculos tuvieron su formación política e intelectual en “otro de los más importantes foros de debate en la isla: la revista Temas”.

En sus ensayos, Veiga y Guanche disputan sobre democracia y socialismo y el futuro político de Cuba.

El primero, abogado y editor de Espacio Laical, reconoce la legitimidad de muchos fundamentos socialistas sobre la justicia, pero cree imposible pretender que el ideal de justicia de una sociedad sea el criterio particular de una ideología, por muy sabia y positiva que sea. La vida, la verdad, son muy ricas y poseen todo un universo plural.

Nos guste o no, añade Veiga, tarde o temprano Cuba deberá integrarse plenamente a los mecanismos mundiales, los mismos que dan vida a una arquitectura global de tipo capitalista, pues si no asumimos este desafío podríamos llegar a vivir en la más espantosa miseria. Alega que de ahí viene su inquietud por la falta de canales democráticos para procesar las demandas de justicia e igualdad.

Guanche, también abogado y profesor de la Universidad de La Habana, replica que la democracia sirve hasta hoy como mecanismo de legitimación de un tipo particular de acumulación: la de capital, en una forma en la cual se subordina la democracia a una ideología estrictamente mercantil y restringe la comprensión sobre los derechos humanos. Por todo ello, la democracia necesita al socialismo.

Añade que el fracaso del socialismo real y del capitalismo redefinen los términos del debate: el socialismo es la democracia. Para ello, los derechos formales son tan básicos como los materiales; los derechos son totales o no son. El socialismo en el siglo XXI, para poder ser la alternativa a la amenaza global que vivimos, ha de ser la afirmación simultánea de ambos. El pan y la libertad o se salvan juntos o se condenan los dos.

Ambos se reconocen sus mutuas aportaciones y discuten también sobre la Constitución. Veiga resalta principios doctrinales del artículo primero (libertad política, justicia social, bienestar individual y colectivo, solidaridad humana), pero dice que aún no se reflejan en la práctica cubana. Guanche apunta que el principal problema de la norma es la falta de mecanismos para proteger al sistema institucional y para la realización más efectiva de los derechos individuales ya establecidos.

En el texto también hay un ensayo sobre la Constitución del vicario de la Iglesia Católica Carlos Manuel de Céspedes, descendiente del homónimo héroe insurgente, así como un debate sobre el mismo tema y otro sobre la reforma al Partido Comunista de Cuba.