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México SA

Hambre competitiva

Chinos contra charros

FC: en el éter salarial

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Planta maquiladora en San Cristóbal de las Casas, ChiapasFoto Víctor M. Camacho
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llá por mediados de febrero pasado, de gira por Aguascalientes, el inquilino de Los Pinos andaba muy contento y dicharachero, presume que te presume que la gran competitividad de la economía mexicana era producto de las mejores condiciones de trabajo y de ingreso imperantes en el país. Y tan abundantes y maravillosas eran, decía, que por esas causas “se están viniendo cada vez más empresas especializadas a nuestro país, no tanto porque los salarios sean muy bajos, que ciertamente habrá que mejorarlos, pero en China, por ejemplo, son infinitamente más bajos…”. Y se quedó tan tranquilo.

Lo que es vivir en el éter, o fingirlo: desde el año 2000, cuando menos, en México los salarios y la economía se estancaron, mientras en China comenzaron a incrementarse sostenidamente con tasas anuales de crecimiento económico cercanas a 10 por ciento. En una década, la primera del nuevo siglo, la economía del país asiático se duplicó en tamaño y valor, y los salarios se multiplicaron por cuatro. En cambio, la mexicana, en igual lapso, sólo confirmó su raquitismo (con una solidez de discurso), reafirmó su política de contención salarial y precariedad laboral, y pretendió ser competitiva por medio del hambre de sus trabajadores. En aquella ocasión, como siempre, el inquilino de Los Pinos olvidó actualizar su información, al tiempo que dejó a un lado el hecho de que hasta las empresas chinas vienen a México para aprovechar el reducidísimo costo de la mano de obra en este país competitivo y de mejores condiciones de trabajo y de ingreso.

Pero sólo en Los Pinos no se enteraron de que a la vuelta de los años, no muchos por cierto, los salarios infinitamente más bajos correspondían no a los chinos, sino a los mexicanos. Como bien informó La Jornada (Roberto González Amador), “los productos manufacturados en México comenzaron a desplazar a los elaborados en China en el mercado estadunidense, el mayor del mundo. La mala noticia para los trabajadores mexicanos es que ese nuevo auge se está construyendo sobre la base del castigo de sus salarios. En la última década, el salario promedio en el sector manufacturero chino se multiplicó por cuatro, mientras en México prácticamente se mantuvo estancado, mostraron estadísticas oficiales. Hace una década, el salario promedio en el sector manufacturero mexicano era 237.9 por ciento más elevado que en China, medido en dólares. Esa diferencia prácticamente se esfumó. En el último año fue de sólo 7.3 por ciento y la brecha se sigue cerrando, según datos de la Organización Internacional del Trabajo y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. ‘México es nuevamente un caso de éxito exportador, pero de fracaso en términos de crecimiento y bienestar’, comentó José Luis Calva Téllez, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México”.

El inquilino de Los Pinos está desinformado de acuerdo con sus conveniencias. Lo anterior, porque desde el arranque del año la OCDE reportó que los bajos costos laborales en México siguen siendo uno de los principales atractivos para la inversión extranjera directa: mientras en México el sueldo promedio de un trabajador manufacturero es de menos de 10 dólares por hora, en España es de 25 y de más de 30 en Inglaterra. Por las mismas fechas la trasnacional financiera BBVA informaba que México (en particular) y América Latina (en general) podrían ser los ganadores de la pérdida de competitividad salarial de China (léase aumento de salarios)... Las iniciativas chinas para impulsar su economía vía consumo han provocado disminución en la brecha salarial entre ese país y naciones latinoamericanas, en especial en el último año. En 2003 el único país que podía equipararse en salarios a China era Nicaragua, mientras los salarios en México eran cuatro veces superiores, y para 2011 la diferencia se redujo en forma importante, casi comparables. China ha sufrido un aumento de salarios tan brutal que genera enormes oportunidades para México (por los bajos salarios que paga) y la región latina, incluso, en el ámbito manufacturero. Así, la competitividad mexicana se incrementa a costa del hambre de los trabajadores.

Y en todo esto se junta roto con descosido. De acuerdo con la información de La Jornada, el 20 de septiembre pasado, durante una reunión en Londres, Manuel Sánchez, subgobernador del Banco de México, detalló que México se ha convertido en líder exportador de varios productos, (como) carros de ferrocarril y cerveza, y el número dos en motores de vehículos para transporte, refrigeradores y televisores; ocupa la tercera posición como exportador de tractores y el quinto en motores eléctricos y generadores. En realidad el país se ha convertido en líder maquilador de esos productos, porque ninguna de las empresas que participan en estos negocios es mexicana. Así, las ganancias se van y lo único que se queda son los miserables salarios competitivos.

Por lo anterior, como bien apunta José Luis Calva, es una desgracia nacional (especialmente social) que el aumento de la participación de los productos mexicanos en las importaciones de Estados Unidos se dé a costa de los bajos salarios que se pagan aquí respecto de los de China. “Ese incremento de las exportaciones es producto de la degradación del poder adquisitivo de los trabajadores mexicanos, consideró. China está creciendo más de 8 por ciento al año porque gracias al mejoramiento de los salarios tiene un pujante mercado interno. Mientras, México no tiene un sólido mercado interno y por eso, aunque hay un sector exportador dinámico, la economía no crece… El poder adquisitivo del salario promedio de los trabajadores chinos es ya 1.7 veces el de sus contrapartes mexicanos, situación que es totalmente inversa a la que ocurría hasta hace pocos años. Muchas de las exportaciones de México a Estados Unidos son de empresas estadunidenses, o sea son prácticamente cuentas entre compañías, no son exportaciones que ejerzan una fuerza de arrastre significativo sobre el aparato productivo mexicano, por eso es que la economía mexicana está en la chilla”.

En síntesis, a mayor competitividad más hambre.

Las rebanadas del pastel

¡Ole con ole! Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex, es un apasionado de España: primero comprometió a la paraestatal en aquel fallido negocio sucio en Repsol; ahora utiliza los dineros de la nación para construir hoteles flotantes y generar empleo en Galicia, y en ambos casos al consejo de administración se lo pasó por el arco del triunfo (de nuevo nos enteramos por el periódico, afirman dos de sus integrantes), al igual que la licitación respectiva. Entonces, a este personaje habría que regalarle un piso en Soto del Real, para que estuviera contento.