Opinión
Ver día anteriorMartes 25 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Museos... lo que se dice
L

a última junta colegiada en el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), presidida por su director, Renato González Mello, tuvo lugar el pasado viernes 14. No pocos de los asistentes, todos investigadores, hemos tenido que ver directa o indirectamente con museos, algunos por muy largo tiempo. Así, v.gr. Diana Magaloni es la actual directora del Museo Nacional de Antropología.

No se informó entonces sobre la inminente apertura del simposio ¿Qué hace posible un museo?, cuya sesión inaugural, reseñada aquí por Mónica Mateos el 17 pasado, recogió palabras de Renato Gonzalez Mello y de Rafael Tovar, ex presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA).

Un comité estuvo a cargo de la coordinación, desde hace varios meses, cosa sobre la que me instruyó uno de los asistentes, invitado desde enero pasado. De antemano diré que nadie hubiera pretendido otra cosa que, previa notificación, escuchar a algunos de los 38 especialistas invitados, procedentes de nuestro país y de Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Perú y Venezuela. El hábito de notificar es inveterado en el IIE, así que deduzco que si no se tocó el punto, pudo deberse a que, incluso la posibilidad de asistir fue concebida como circuito cerrado.

El director de nuestro instituto (recogido en reportaje) declaró que las salas (de los museos) son espacios para la articulación de propuestas completas. Aquí me temo que el término completas fue transcrito en vez de complejas, debido a que articulación implica mediación entre los proyectos de los especialistas, curadores y artistas y las realidades de presupuesto. Nada más cierto.

Si se inquiere a los actuales funcionarios de museos o a los del pasado inmediato (me refiero a la red INBA) no habrá quien o se queje sobre presupuestos, sea o no, que se cuente en el mejor de los casos con un patronato generoso, sin excesivas proyecciones protagónicas o con una sociedad de amigos activa que preste servicios de voluntariado en obtención de recursos y servicios.

Muchos artistas de trayectoria consolidada se quejan sin argüir nada en público y se abstienen de presentar proyectos de exhibición en museos, pues su sentir es que el medio está cerrado y, por tanto, procuran alternativas ajenas a los espacios públicos consabidos. No pocos son o han sido becarios de Fonart y eso los hace reticentes a cuestionamientos.

Por supuesto que los museos tienen sus vocaciones, en lo que insistió sobradamente Rafael Tovar y de Teresa.

Antonio Crestani, hoy día director de vinculación con estados y municipios del CNCA, se refirió a la necesidad de que los museos sean autosuficientes. A tal objeto recomendó a los directivos apoyarse en fondos mixtos… porque no se encuentran saturados de solicitudes de modo que podría ser más sencillo acudir a éstos. ¿Y la autonomía, se respetaría?

El representante español del Congreso de Diputados, Miguel Angel Cortés, se mostró escéptico, arguyendo que la independencia es inalcanzable por ese medio, y que en primer término deben estar los propósitos esenciales de cada museo, es decir el respeto a la autonomía por la que pugna a capa y espada Renato González Mello.

Según las secciones culturales de los periòdicos, la conclusión es la siguiente: Estamos en un momento oportuno para proponer y aportar elementos para el mejoramiento de las condiciones en las que operan los museos en México (Graciela de la Torre, figura clave en la organización del simposio, mencionó que hay 1244 museos)

El mejoramiento y desarrollo de la infraestructura, medios de producción y calidad de la oferta cultural de los museos puede garantizar su perdurabilidad como foros culturales socialmente trascendentes.

Sobre trascendencia: otra de las cuestiones que se rumoran (no digo que se sepan a ciencia cierta) es que el Centro Cultural Universitario Tlaltelolco de la UNAM desalojará la Colección Andrés Blaisten. A algunas instancias, galeristas incluidos, así como estudiantes de posgrado en historia del arte procedentes de varias facultades universitarias, eso les resulta sorprendente. Es verídico que no hay colección pública o privada de arte mexicano equiparable en cuanto al abanico temporal que abarca la colección Blaisten. A eso adhiere accesibilidad. Con el tiempo, quizá podría convertirse en patrimonio universitario.

Hace poco los consejos técnicos de Humanidades aprobaron, y todos lo celebramos, la licenciatura en historia del arte como carrera de universidad pública, de momento en dos sedes: Morelia y Oaxaca.

La colección mencionada es motivo básico de estudio a través de piezas originales de gran valía, sustentadas con archivo, real y virtual, así que su posible desalojo se antoja incomprensible. ¿Habrá razones incompatibles entre una colección privada, reunida por un especialista egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas ubicada y visitada desde hace cinco años en un recinto universitario? Si la incompatibilidad existe, habría que ventilarla con pormenores o, en el mejor de los casos, dirimirla.