Opinión
Ver día anteriorViernes 28 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Penultimátum

Doble rasero ante fotografías de la realeza británica

S

i las cosas no cambian, el príncipe Guillermo y su esposa, Kate Middleton, algún día serán reyes de Inglaterra. De ellos generalmente se ocupan las revistas del corazón y los diarios amarillistas del Reino Unido.

Mas las últimas semanas sí fueron noticia mundial, porque la revista francesa Closer publicó una serie de fotografías en las que Kate aparece con los senos al aire, en topless. Las fotografías las tomó un paparazzi cuando la pareja se asoleaba en la terraza de una mansión en el sur de Francia.

La duquesa se mostró furiosa, disgustada y decepcionada, mientras la casa real británica las calificó de atentado contra la vida privada. Y por eso demandaron a la revista ante la justicia francesa, exigieron el decomiso de la publicación y la retirada de todos ejemplares de los sitios de venta.

En Francia existe una estricta legislación que protege la privacidad de las personas. La demanda fue aceptada y se ordenó entregar las fotos. Se prohibió además a la revista, y al grupo Mondadori (propiedad de Silvio Berlusconi y que las publicó en Italia) ceder o difundir por todos los medios, soportes o de la manera que sea, dichas fotografías.

La directora de la revista Closer, Laurence Pieau, y el paparazzi, pueden ser condenados a un año de cárcel y multa de 45 mil euros.

Semanas antes, otro integrante de la casa real, el príncipe Enrique, aparecía en los medios desnudo y abrazado a una mujer, también desnuda. Andaba de fiesta en Las Vegas. Fuera de la explicación de Enrique (“mi abuela –Isabel II– sabe de mis destrampes”), nada pasó, lo que no ha ocurrido con las fotos de Kate.

¿Por qué la diferencia? Se preguntan los sesudos analistas europeos de la realeza, que para todo hay por esos lados. Y responden que Catalina es mujer y alguna vez será reina y hay que salvaguardar su honor. Mientras, Enrique es un reventado.

Pero sobre todo, que la casa real británica no desea que se repita la persecución mediática de que fue objeto la princesa Diana y que en buena parte le causó la muerte en la ciudad de París el 31 de agosto de 1997. Y en eso tiene el apoyo de la opinión pública inglesa, lo que explica por qué los diarios de este país (tan comerciales y amarillistas) no publicaron esta vez las fotografías.

Captar a la futura reina en topless abrió unos días en Europa el debate sobre el derecho a informar y el derecho a la intimidad de las personas, asuntos mal regulados en algunos países.

El Código de Ética del periodismo, aprobado en 1993 por el Consejo de Europa, aunque sus disposiciones se violan con frecuencia, consagra el respeto a la vida íntima de las personas. Mientras tanto, las fotos (de mala calidad, algunas borrosas, y muy inocentes) ya están en poder del tribunal francés, pero circulan libremente en el ciberespacio sin escandalizar a nadie. ¿De quién serán las próximas?