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La suerte nos ayudó a resolver el conflicto, confiesa McNamara, ex jefe del Pentágono

Hace medio siglo la crisis de los misiles desató el punto máximo de la guerra fría
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de octubre de 2012, p. 29

Washington, 9 de octubre. La instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba hace 50 años desencadenó la peor crisis de toda la guerra fría, un drama que estuvo a punto de acabar en apocalipsis, reconocen los protagonistas de la confrontación.

Nosotros creíamos que era inevitable el conflicto y estábamos decididos a aceptar ese riesgo, recordó el propio Fidel Castro décadas más tarde.

La crisis de los misiles centró entonces todas las miradas lideradas por el joven guerrillero de 36 años. La pequeña isla pasó a ser el gran protagonista latinoamericano en el conflicto ideológico entre Estados Unidos y la Unión Soviética que marcó la segunda mitad del siglo XX.

El alud de información que ha ido saliendo a partir de los archivos estadunidenses y soviéticos muestran una realidad mucho más alarmante: las dificultades del entonces presidente John Fitzgerald Kennedy y del líder soviético Nikita Jruchov para controlar los acontecimientos.

El inicio

El drama comenzó en mayo de 1962: inquieto ante la irresistible pujanza de Estados Unidos como potencia nuclear y dispuesto a defender a su aliado cubano, Jruchov tomó la arriesgada decisión de enviar más de 40 mil hombres y decenas de misiles nucleares a la isla.

Públicamente, el número uno soviético garantiza a Washington que no tiene ninguna intención de instalar armas ofensivas en Cuba. Pero el secreto es finalmente descubierto por el arma de espionaje más decisiva de la época, el avión U2, que suministra las pruebas fotográficas irrefutables al Pentágono. La Unión Soviética prepara entonces en secreto la instalación hasta de v 42 misiles nucleares con capacidad de alcanzar las principales urbes estadunidenses.

El acuerdo entre Moscú y La Habana incluía armas tácticas que en el momento en que estalla la crisis ya disponía de todas sus ojivas nucleares, narró Castro en sus charlas con el periodista francés Ignacio Ramonet, publicadas en 2006.

La Operación Anádir era una réplica a los misiles estratégicos Júpiter instalados por Estados Unidos en Turquía.

Los dirigentes estadunidenses reciben la información el 16 de octubre. “El sentimiento predominante fue el shock, la incredulidad”, explicó más tarde Robert Kennedy, hermano del presidente.

Sin embargo, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ya había recibido alertas de agentes cubanos –882 sólo durante septiembre de 1962–, según Michael Dobbs, autor de Un minuto para la medianoche.

Esos informes señalaban movimientos inusuales de convoyes de transporte durante la noche en la isla.

Misiles en Cuba, misiles en Turquía. Los debates se multiplican en la Casa Blanca, y los generales abogan por ataques aéreos, e incluso por la invasión de Cuba, mientras el secretario de Defensa, Robert McNamara, y los diplomáticos prefieren el bloqueo de la isla para impedir que las naves soviéticas sigan entregando armamento.

El 22 de octubre, Kennedy anuncia la situación a los estadunidenses, ordena el bloqueo total de la isla y pone a las fuerzas estadunidenses en alerta máxima.

La mayoría de los buques soviéticos da media vuelta y el mundo suspira aliviado.

El estado moral del pueblo es sumamente alto y se enfrentará al agresor heroicamente, aseguraba Castro en una misiva del 26 de octubre a Jruchov, en los días más álgidos de la crisis.

Pero entre telones el drama continuó. Kennedy y Jruchov intentan hallar una salida, pero no se pueden comunicar directamente, y los mensajes a veces parecen contradictorios.

El 26 de octubre por la noche los soviéticos proponen retirar sus misiles a cambio de garantías de Washington de que no invadirá Cuba. Al día siguiente exigen además públicamente que Estados Unidos retire su armamento de Turquía.

El sábado 27 un avión U2 es derribado mientras sobrevolaba la isla y todo parece descontrolarse. El Pentágono alista los preparativos para bombardear masivamente la isla a partir del martes e invadirla luego con 120 mil hombres.

El momento en que el conflicto estuvo más cerca que nunca de convertirse en un enfrentamiento nuclear duró 13 días a partir del 15 de octubre. Jruchov y Kennedy pusieron fin a la crisis el 27.

Los estadunidenses debieron esperar 30 años para enterarse de que la Unión Soviética tenía decenas de misiles tácticos en la isla, equipados con cabezas nucleares capaces de pulverizar a cualquier fuerza invasora, asegura Dobbs.

El sábado por la noche Kennedy concede que no invadirá Cuba y que retirará secretamente sus misiles de Turquía, mientras Jruchov promete sacar los misiles de Cuba.

Durante años consideré que la crisis de los misiles en Cuba como la crisis de política exterior mejor gestionada de los últimos 50 años, confesó Robert McNamara durante una conferencia en La Habana en 2002. Pero ahora he llegado a la conclusión de que, a pesar de toda la astucia puesta en juego, al final de esos 13 días extraordinarios la suerte nos ayudó a evitar la guerra nuclear por un pelo, añadió.

Es como si una intervención divina nos hubiera ayudado a salvarnos de nosotros mismos, explicó el ex jefe del departamento cubano de la central de espionaje soviética KGB, Nikolai Leonov.