Opinión
Ver día anteriorViernes 12 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Líderes de pacotilla

Calladitos y agachados

Gamboa: no pasarán

D

urante muchos años los autodenominados líderes obreros del sindicalismo oficial se mantuvieron calladitos y agachados, a cambio de que las prácticas de maiceo acordadas con el poder político-empresarial no se alteraran. Entre sus múltiples gracias, sin decoro alguno pisotearon a los trabajadores que dicen representar; voraces, arrasaron con los intereses de la mayoría para sus fines personales; se prestaron a todo tipo de componendas y ruindades, y actuaron como porros de la patronal para golpear a otros movimientos sindicales que, esos sí, reivindicaban los derechos de los trabajadores.

Eso y muchísimo más. Pero ahora resulta que, como por arte de magia, Joaquín Gamboa Pascoe, Víctor Flores (un dirigente sindical sin sindicato) y demás líderes charros no sólo son combativos, sino que amenazan con huelga nacional si los legisladores, y patrones que representan, insisten en violentar lo que ellos llaman autonomía sindical. No reclaman, desde luego, que los otros representantes del pueblo (los inquilinos de San Lázaro) hayan destazado los derechos de los trabajadores; no les exigen que echen para atrás la (contra) reforma laboral; tampoco que respeten los derechos laborales de los trabajadores ni que reivindiquen el espíritu constitucional.

Eso les vale una pura y dos con sal, y de ello han ofrecido pruebas contundentes a lo largo de sus prolongadas estancias en los liderazgos de sus respectivos sindicatos. Lo que sí les aterroriza y los torna combativos es la posibilidad de perder privilegios, de que se cancelen los negocios cochinos que los caracterizan, del manejo discrecional de los recursos de los trabajadores que dicen representar, es decir, reclaman la única parte de la denominada reforma laboral que tiene sustento. Que destrocen a los trabajadores es lo de menos para ellos; lo de más, que los dejen fuera de la jugada.

De acuerdo con la información publicada por La Jornada (Andrea Becerril y Víctor Ballinas), “varias centrales obreras, entre ellas la Confederación de Trabajadores de México, se mantienen en plantón fuera de la sede del Senado de la República en exigencia de que no se modifique la reforma laboral e incluso amenazaron con convocar a una huelga nacional si se integra en esa legislación el capítulo de la autonomía sindical. Desde muy temprano, unos 500 sindicalistas de la CROC y de la CROM llegaron a la sede sindical, donde aún se mantienen con el grito de ‘no pasará, no pasará’ en referencia a la reforma laboral… Los dos senadores de extracción obrera, el cetemista Armando Neyra Chávez e Isaías González Cuevas, de la CROC, refrendaron que no van a permitir que ‘se vulnere la autonomía sindical’ al introducir los temas de transparencia y rendición de cuentas de la dirigencia gremial”.

Entre esos combativos apareció Óscar Moreno, dirigente del Congreso del Trabajo en el estado de México, quien aseguró que “no permitiremos que en la reforma laboral se pase por encima de las conquistas obreras, que incluso costaron sangre… No podemos dejar pasar, como lo pretende la derecha, representada por el ex secretario del Trabajo, Javier Lozano, y el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, que se vulnere la libertad sindical y se introduzcan cambios que van a perjudicar a los trabajadores”. Pues resulta que ya pasaron, y holgadamente, por encima de las conquistas obreras (de hecho se las pasaron por la entrepierna, y los líderes calladitos y agachados), y no sólo en esta ocasión, sino a lo largo de las muchas décadas que esta banda de dirigentes lleva instalada.

Que no lo van a permitir, dicen, cuando llevan décadas pegados al hueso, al servicio de la patronal, promoviendo y avalando todo tipo de excesos e ilegalidades en contra de los trabajadores, a cuyo nombre han hecho pingües negocios que han propiciado, por ejemplo, que el líder de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe, viva como multimillonario Forbes. Ejemplos sobran, pero sólo hay que recordar que el propio Fidel Velázquez se autodenominaba un humilde trabajador con tremenda residencia en las Lomas de Chapultepec, mientras miles de empresarios evadían al Infonavit y los trabajadores se quedaban sin vivienda. Pero ahora que la lumbre les llega a los aparejos, entonces sí se declaran combativos, solidarios con otras agrupaciones y defensores del sindicalismo.

Incluso, el propio Gamboa Pascoe (presidente del Congreso del Trabajo y líder de la CTM) advirtió a senadores que la reforma laboral quedará congelada en la Cámara de Diputados si se insiste en incluir el capítulo de democracia sindical, y acusó al panista Javier Lozano de ser impulsor de esa modificación anticonstitucional, y de repudiar y golpear a los gremios. En una carta que hizo llegar a la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, Gamboa Pascoe descalifica a Lozano y lo responsabiliza de los golpes contra el dirigente de los mineros, Napoleón Gómez Urrutia; los integrantes del SME, el cierre de Pasta de Conchos y de Mexicana de Aviación.

¿Ahora sí defienden al dirigente de los mineros? Pues bien, sólo hay que recordar lo que, en entrevista con La Jornada (14 de noviembre de 2011), explicó Gómez Urrutia cuando en febrero de 2006 (patrocinados por el gobierno foxista y los barones de la minería, con Germán Larrea a la cabeza) pretendieron tumbarlo del sindicato e imponer una nueva dirigencia al servicio de la patronal: “en días previos a Pasta de Conchos, sucedieron dos hechos clave. La renovación de la mesa directiva del Congreso del Trabajo. Un grupo mayoritario de dirigentes sindicales proponía que yo fuera el siguiente presidente del CT. Víctor Flores, de los ferrocarrileros, había estado ya dos años al frente del organismo, y los estatutos definían que hasta allí llegaba. Sin embargo, los líderes de la CTM (Gamboa Pascoe), el propio Flores, Enrique Aguilar Borrego, de los bancarios, y varios más, se habían reunido con Carlos Abascal, a quien propusieron que no hubiera cambios al frente del Congreso del Trabajo, aun violando los estatutos… en esta conspiración se acordó enviar a 300 golpeadores, drogados, fuertemente armados, a tomar las oficinas de nuestro sindicato… llegaron encabezados por Elías El Sope Morales (expulsado en la convención nacional de 2000, por traición, corrupción y espionaje a favor de las empresas, sobre todo las de Larrea y los Villarreal), quien exhibió una ‘toma de nota’ como supuesto nuevo secretario general del sindicato, que al vapor e ilegalmente le entregó el secretario del Trabajo, Salazar Sáenz…“. Y Gamboa Pascoe y demás líderes aplaudieron.

Las rebanadas del pastel

Pero hoy se dicen combativos y solidarios.