Alberto Pizango Chota es apu del pueblo shawi (ahora kampu piyawi, “nosotros la gente”) en la Amazonía peruana. Proviene de una comunidad “cerca de Chayahuita” en el departamento de Loreto. Más que líder político o espiritual, un apu es portavoz y consejero de su pueblo. Pizango es presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) que representa más de 300 mil moradores amazónicos. Aunque no llegan al dos por ciento de la población nacional, los primeros habitantes de la selva tienen un papel crucial en la preservación de su ecosistema, amenazado por la avanzada extractivista.

La defensa de su hábitat, que es al mismo tiempo una lucha en favor de la naturaleza y la generaciones venideras, les está costando agresiones y matanzas como la de Bagua (5/6/09); exilios como los del propio Pizango y otros dirigentes (“Once meses y veinte días duró mi exilio en Nicaragua” dice); engaños como la “ley de consulta previa” aprobada por el gobierno de Ollanta Humala, la cual obliga presuntamente al Estado a consultar a las comunidades para cualquier proyecto que afecte sus territorios; ha sido presentada como solución histórica a las demandas de los pueblos originarios, pero representa sólo la última versión de los añejos engaños gubernamentales.

En el informe alternativo que las organizaciones indígenas amazónicas y andinas de Perú acaban de presentar, por quinto año consecutivo, sobre el (in)cumplimiento del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, llama la atención que más de una cuarta parte del territorio nacional se encuentra concesionado a la minería, y que el gobierno de Humala no ha disminuido el volumen ni el ritmo de las concesiones a petroleras y gasíferas, ni las megacentrales hidroeléctricas.

Los frutos del dolor en Bagua, Perú

Entrevista al líder amazónico Alberto Pizango

El problema viene cuando los pueblos seguimos creyendo en la buena fe de los gobiernos. La masacre del 5 de junio de 2009, ordenada por el presidente Alan García para desalojar a los indígenas de la Curva del Diablo, cerca de Bagua, nos dio la razón y se instalaron cuatro mesas. Se trabajó en una ley marco de consulta. No fue aceptada por el gobierno de García. Ollanta Humala se había comprometido a hacer aprobar la ley. Sin embargo resultó una versión muy trasquilada, al gusto de las transnacionales. Humala salió muy victoriosamente a decir: “Yo promulgo la ley de consulta para que los pueblos indígenas nunca más sean avasallados por las transnacionales”.

Pero cuando añadió: “No se dejen llevar por los falsos liderazgos” fue clara su maniobra: quitar de por medio a las organizaciones, desaparecer a las más representativas de los pueblos.

Entonces tomamos la palabra, diciendo: “Saludamos la ley de consulta, pero pedimos que se modifiquen los artículos 1, 2, 4, 7, 11, 15, 19 y la segunda disposición complementaria, porque deforman la propuesta de los pueblos”. No hay una sana voluntad del Estado y en los parlamentarios no se ve voluntad política. Propusieron encuentros macro regionales sobre la ley para verificar su aceptación nacional, y nosotros decimos que sí. Falta tener en cuenta que la democracia de nuestros pueblos no es de tipo representativo como la occidental, sino directa, emana de los pueblos. Éstos son los que deciden. Es la gran diferencia.

Aidesep convocó a sus bases regionales. La Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería (Concami) hizo lo propio con las comunidades de la costa y la sierra. De los encuentros macro regionales, cinco reiteraron las modificaciones requeridas. Hubo también un encuentro nacional en febrero, donde las organizaciones dijeron no a la reglamentación de la ley. Ahora estamos en condiciones de presentar el recurso de inconstitucionalidad.

Los daños fuertes en la Amazonía empiezan en los años 70. Hemos llegado a un punto en que hay pueblos enteros contaminados irreversiblemente con plomo, hidrocarburos, sustancias tóxicas. Nos ofrecieron desarrollo, nos prometieron que con las petroleras y mineras nuestras condiciones de vida iban a mejorar. Lo que tenemos es destrucción, niños enfermos, ríos contaminados, tierras degradadas. Los hermanos achwar son los primeros que han estado sufriendo, pero desde 2000, con la explotación gasífera de Camisea, en la región del río Urubamba, muchos pueblos quedaron afectados: yine, asháninka, machiguenga. Los no contactados, en aislamiento voluntario, ven amenazado su modo de vida.

Frente al desarrollo convencional impuesto por la cultura occidental, sostenemos un concepto de desarrollo armonioso. No queremos ser tratados como niños y tutelados por el Estado, cuando tenemos un plan para una vida plena, propuestas concretas para paliar los efectos del calentamiento global y minimizar los daños ambientales. Las propuestas indígenas tienen ocho ejes temáticos: salud, educación, soberanía alimentaria, participación de la mujer, institucionalidad, territorio, criminalización de la protesta social e identificación de los pueblos indígenas.

Comercializar la tierra es ajeno a nuestra tradición, pero también en los pueblos indígenas alguien se deja corromper. Afortunadamente, sólo unos cuántos han perdido el norte; 6 mil 279 comunidades ya obtuvieron títulos de propiedad, hemos logrado que cinco reservas naturales donde viven pueblos en aislamiento voluntario fueran reconocidas, así como once reservas comunales. Demostramos que nuestros pueblos son los verdaderos cuidadores del medio ambiente y los recursos. Nos han reconocido trece millones de hectáreas, más gracias a la cooperación internacional que al Estado. Hay una demanda por 20 millones de hectáreas más, para entregar títulos a 805 comunidades y establecer  cinco reservas naturales y ocho reservas comunales.

Aidesep se formó en 1979 para asegurar la propiedad de nuestros territorios ancestrales, y hemos trabajado para el reconocimiento de los derechos de los 65 pueblos amazónicos. Éste ha sido el camino de Aidesep (www.aidesep.org.pe): de tres pueblos iniciales, hoy están todos en 67 federaciones, con nueve organizaciones regionales en 11 de los 24 departamentos de Perú. Creemos en la unión de la humanidad para solucionar los mayores problemas que aquejan el planeta, como el calentamiento global y la sobrevivencia de la especie. Nuestros pueblos se han abierto al diálogo puesto que todos somos hijos de la Madre Naturaleza, la Pachamama. Buscamos simplemente una vida armoniosa, una verdadera paz perdurable. Nos guiamos por tres principios que ya pregonaban nuestros antepasados: solidaridad, reciprocidad e interdependencia al interior de un ecosistema o región geográfica. La verdadera justicia se hará cuando el Estado uninacional dé paso a uno plurinacional.

En cuanto a los hechos de Bagua, todos saben que los decretos del presidente García que cedían a las transnacionales nuestros territorios fueron lo que prendió la mecha de las agitaciones en defensa de la Amazonía. Los pueblos awajun y wampi no salieron a guerrear, sólo a manifestarse.

Bagua marca un parteaguas en la historia de Perú: un antes, donde no se escucha a los pueblos, y un después cuando gracias a la sangre vertida se les considera. A una semana de la matanza se derogaron dos decretos legislativos y se conformaron mesas de diálogo. Hay un proceso en curso, pero no se ha hecho justicia.

Entrevista: Gianni Proiettis