Opinión
Ver día anteriorSábado 13 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Chicago, finalmente
E

n su 40 aniversario, el Festival Internacional Cervantino se anotó un éxito indudable al lograr, por fin, el debut en México de la Orquesta Sinfónica de Chicago.

Después de su exitoso concierto en Guanajuato, se presentó en el Teatro de Bellas Artes de la capital bajo la conducción de ese gran músico que es Riccardo Muti, en un concierto en el que mostró una calidad sonora y un rendimiento interpretativo de altísimo nivel. Desde el sólido unísono inicial de la Sinfonía en re menor de César Franck, la orquesta hizo gala del sonido unitario, coherente y de gran proyección que le es característico. La obra entera fue ejecutada por Muti y sus músicos con un inteligente y bien logrado balance entre la transparencia francesa y la densidad alemana que suelen caracterizar a la mejor música de Franck, y que de ninguna manera son mutuamente excluyentes.

Particularmente admirable, la intencionalidad con la que Muti colocó y destacó la presentación de los materiales del primer movimiento que después son la materia prima del tercero, dando así toda su adecuada dimensión a la estructura cíclica de la Sinfonía en re menor. Este acierto sería replicado exitosamente más tarde con la finamente equilibrada presentación del compacto reprise del segundo movimiento que Franck ofrece en el tercero, delineado por Muti y sus músicos bajo una nueva y finamente matizada luz. Los justamente famosos metales de Chicago reclamaron como terreno propio el ámbito sonoro de Bellas Artes con el atrevido y pulcro protagonismo de las trompetas en el primer movimiento de la obra, y en lo general, con su compacta y poderosa presencia en los corales cuasi-brucknerianos propuestos por el compositor a lo largo de la sinfonía.

Por otra parte, si se considera que esta singular obra contiene numerosos episodios que son como un entramado de oleajes sonoros, hay que destacar con énfasis la inteligencia de Muti para construirlos y desarrollarlos con base en una gama muy amplia y muy controlada de matices y contrastes. Además de la variedad de colores y texturas producida en general por la impecable sección de cuerdas de la Sinfónica de Chicago, hay que destacar su asombrosa precisión en el inusualmente potente inicio del segundo movimiento de la obra, ejecutado con una transparencia digna de mención. Esta espléndida orquesta, que puede sonar con la potencia de un cañón y la precisión de un rayo láser, mostró después una faceta distinta pero igualmente admirable de sus capacidades, probando que puede abordar con igual éxito el discurso fluido, bucólico y pastoral de una obra como la Segunda sinfonía de Johannes Brahms.

De principio a fin, Muti y la Sinfónica de Chicago optaron por interpretar esta obra en el espíritu cantabile que le es natural pero que suele eludir a músicos menos experimentados. Junto con este enfoque estilístico y expresivo, director y orquesta optaron también por dar a su interpretación de la Segunda de Brahms un delicado perfil camerístico frente al cual destacaron por contraste los contados momentos de pleno vigor orquestal que contiene la partitura. Nada mejor para dejar trazados indeleblemente esos contrastes que una sección de alientos-madera de afinación impecable y amplia paleta colorística como la de la Sinfónica de Chicago. Las mejores cualidades de esta cálida y noble ejecución de la Segunda de Brahms fueron replicadas más tarde con la refinada interpretación postrera del dulce y contemplativo Nocturno de Giuseppe Martucci.

En el terreno de la especulación pura me hubiera gustado preguntar a Muti y sus músicos su opinión sobre la controvertida acústica del Teatro de Bellas Artes, a pesar de la cual la orquesta sonó espléndidamente. Y a la luz de las riquezas escuchadas con Franck y Brahms, no puedo evitar extrapolar hipotéticamente lo que Muti y la Sinfónica de Chicago podrían ofrecernos (¿se vale soñar?) con Strauss, Bruckner, Mahler, Sibelius, Ravel, Debussy, Shostakovich, Prokofiev, Stravinski o Bartók. Ojalá, para su próxima visita.