20 de octubre de 2012     Número 61

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

México en el día mundial de alimentación

Hambre, desnutrición, transgénicos

      
FOTOS: Alejandro Fernández

El Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre, fue motivo para que diversas organizaciones pusieran en la palestra, en diversos foros, el problema complejo de la cadena alimentaria que coloca hoy a México en una condición de producción agrícola deteriorada; alta dependencia de importaciones de alimentos; campesinos descapitalizados; pobreza extendida en 50 por ciento de la sociedad; hambre que padecen dos de cada 10 mexicanos; fortalecimiento de los monopolios agroindustriales; oferta de alimentos nocivos por parte de éstos; enfermedades crónicas, como obesidad y diabetes, en ascenso, que afectan a población urbana y rural y a niños y adultos, y mortandad infantil alarmante por desnutrición, entre otras desgracias.

Como antecedente que ensombrece aún más el panorama, la semana previa Greenpeace México lanzó una “alerta máxima” sobre las peticiones que hicieron Monsanto y Pionner para que las secretarías de Medio Ambiente y Agricultura les autoricen la siembra de maíz transgénico en 700 hectáreas del estado de Sinaloa en el primer caso y 351 mil 284 hectáreas en Tamaulipas en el segundo.

“La autorización de siembra comercial de maíz transgénico en cualquier parte del territorio mexicano es sumamente grave para la conservación del maíz mexicano. Permitir la siembra comercial en Sinaloa, granero de México y principal productor de maíz blanco, base de nuestra alimentación, representa el tiro de gracia a nuestro derecho a una alimentación sana y de calidad”, advirtió la organización ambientalista y llamó a la sociedad a participar en la consulta pública que sobre estas solicitudes de siembra realiza hasta el 5 de noviembre el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), dependiente de la Secretaría de Agricultura.

La petición de Monsanto y Pionner se observa como un asunto peligroso no sólo desde la perspectiva de riesgos a la diversidad biológica del maíz, sino también por riesgos presuntos a la salud humana, hechos públicos por un estudio realizado por la Universidad de Caen, de Francia, y divulgado a mediados de septiembre.

Según lo publicado por el periódico español El País, “los tumores del tamaño de una pelota de ping-pong detectados en ratas alimentadas con maíz transgénico por un equipo de investigadores podrían convertirse en la primera prueba científica de los riesgos asociados a los alimentos modificados genéticamente (…) Los científicos franceses han investigado durante dos años a 200 ratas de laboratorio a las que han dividido en tres grupos: las que alimentaron con el maíz transgénico NK603 en distintas proporciones (11, 22 y 33 por ciento de su dieta); aquellas a las que además le suministraron Roundup, el herbicida al que la modificación genética las hace resistentes; y los roedores que crecieron tan solo con maíz no transgénico. Los resultados son que pasados 17 meses desde el comienzo del estudio, habían muerto cinco veces más animales masculinos alimentados con el maíz modificado genéticamente”, señaló el diario. (http://is.gd/os6acp)

Greenpeace matiza al respecto; dice “existe incertidumbre científica sobre los efectos que los alimentos transgénicos podrían tener a la salud de los consumidores”, pero exige que se prohíba la siembra del maíz modificado genéticamente.

Entre los planteamientos hechos a propósito del Día Mundial destacaron los del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc) –que presentó “propuestas estratégicas para cambiar la política agroalimentaria y de desarrollo rural en México en el periodo 2012-2018”–, y del Foro Nacional para la construcción de la Política Alimentaria y Nutricional (Fonan) –que hizo un serio cuestionamiento a la política social, en especial al programa Oportunidades, porque no ha repercutido en un cambio real de condición de la población pobre, en particular en los niños desnutridos, y propuso la creación del consejo nacional de alimentación y nutrición con participación ciudadana y académica, así como del observatorio de alimentación y nutrición con indicadores de bienestar basados en derechos, crecimiento económico y desarrollo social.–

También destacaron los planteamientos hechos por la Alianza por la Salud Alimentaria, que agrupa a 18 organizaciones, como El Poder del Consumidor y Al Consumidor.

El Conoc declaró la necesidad urgente de “un cambio verdadero para el rescate del campo y la soberanía alimentaria”, pues insistió, “el campo y el país no aguantan más la continuidad de las políticas neoliberales anticampesinas”. En una larga lista de demandas, exigió una “alianza del Estado mexicano con los sectores productivos y sociales; no con los monopolios”; también el ordenamiento del mercado que permita lograr precios remunerativos para los productores campesinos de pequeña y mediana escala, la regulación de las importaciones, políticas que impulsen la producción de manera sustentable y con calidad, y más promoción del consumo interno, que lleve a que buena parte de la producción nacional se consuma en nuestro país. Se requiere, dijo, “una profunda reforma participativa y consensuada de las instituciones y del presupuesto del sector rural con un enfoque productivo para el combate de la pobreza”.

Entre sus elementos de diagnóstico, el Conoc citó que, datos oficiales de octubre de 2011 muestran que 62.7 millones de mexicanos (55.7 por ciento de la población) padecen algún tipo de inseguridad alimentaria. Además se incrementaron los precios de los alimentos básicos y con ello la malnutrición de los mexicanos: 20 millones con desnutrición y anemia; 35 millones con obesidad. Además, del 2007 al primer semestre de 2011, la pobreza total y la pobreza alimentaria se elevaron significativamente, al alcanzar casi 50 y 20 por ciento de la población total, respectivamente.

De acuerdo con el Conoc, “la autosuficiencia alimentaria en México y la plena realización del derecho constitucional a la alimentación deben ser ejes centrales de la política de rescate del campo y la soberanía alimentaria. Se trata de producir en el país los alimentos que consumimos, reactivando la economía sectorial, generando empleos, reduciendo la vulnerabilidad frente a la crisis alimentaria y climática mundial, y garantizando la seguridad alimentaria de las familias, comunidades, de la población en su conjunto y considerando a sus generaciones futuras”.

El Fonan destacó en voz de Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, que durante 2012 “al menos diez mil niños mexicanos morirán a causa de enfermedades asociadas con la desnutrición. En tres décadas se pudieron haber evitado alrededor de 1.3 millones de fallecimientos de niños menores de cinco años a causa de la malnutrición”, según publicó Angélica Enciso en La Jornada (16 de octubre).

La Alianza por la Salud Alimentaria declaró que, “por el alto consumo de refrescos –con un promedio de 163 litros por persona anualmente–, la población mexicana tiene el mayor índice de obesidad y diabetes, presentando por este motivo una de las tasas de mortalidad más altas a escala internacional”, y exigió al gobierno mexicano que se exija a las empresas refresqueras que etiqueten adecuadamente sus productos, para que sea evidente el alto contenido de azúcares que contienen y que resultan nocivos en un consumo habitual, según reportó una nota de Matilde Pérez, de La Jornada. (LER)