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Nosotros ya no somos los mismos

Suecia, Julian Assange y Estados Unidos

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Julian Assange, fundador de Wikileaks, en imagen de archivoFoto Xinhua
¿N

os has sorrajado las historias de Nicola Sacco y Bartolomé Vanzetty, del matrimonio Rossenberg y hasta de Zuno, Macháin y Verdugo nada más para alarmarnos con la posibilidad de que se puedan repetir infamias de otros tiempos, inimaginables en el siglo XXI? Al amistoso reclamo contesté: tengo dos motivos. Uno, mi creciente paranoia; dos, lo acertada que suele ser mi paranoia.

Hace ya tiempo que don Adolfo Gilly, a quien le creo cuanto escribe, nos proporcionó algunas opiniones de Michael Moore y Oliver Stone, mis colegas de Paranoicus Anonymus. Ellos consideran que evidentemente Julian Assange corre los peligros siguientes: a) Inglaterra le niega el traslado a Ecuador y su estancia en la embajada puede eternizarse. Ejemplos sobran: Sandino, Cámpora, Haya de la Torre y más ilustres etcéteras. Peor: el gobierno inglés cumple sus amenazas y contra los más elementales principios del derecho internacional asalta la embajada –que es legítimo territorio ecuatoriano–, toma prisionero a Assange y lo entrega a las autoridades suecas, a quienes la preocupación las haría ingerir cantidades extraordinarias de Aquavit (su tequila nacional). ¿Y ahora qué hacen los suecos después del gran irigote mundial que provocaron? Los testimonios se derrumban y las evidencias se evaporan. El condón agujerado que no contenía el semen de Assange sólo hizo feliz a doña Paz Fernández, quien, alborozada, gritaba: ¡Se los dije, se los dije, los condones son armas que carga el hombre y las dispara el diablo! (más bien las diablas). ¿Se imaginan un Assangeito que además del inevitable pecado venial le dé por el pecado sueco?

Suecia es un país difícil de entender para nosotros. Y no me refiero sólo al idioma, que me lleva a afirmar que si yo hubiera nacido allí sería mudo; jamás podría haber aprendido a pronunciar tres sobresdrújulas juntas y con tres consonantes seguidas. Suecia es uno de los países con más alto grado de desarrollo humano y está entre las 20 economías sobresalientes del mundo. Existen pruebas evidentes del elevado desarrollo intelectual del reino de Suecia: siete premios Nobel (entre ellos el otorgado a Selma Langerlöf, primera mujer en conseguirlo. Ella y una de mis abuelas reciclables fueron responsables de mis pesadillas infantiles (la última el sábado pasado). ¿Leyeron El carretero de la muerte? ¿Recuerdan El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia?). Bueno, pues además Suecia es la patria del angustiado y angustiante Ingmar Bergman y hasta del grupo de ABBA. Pero lo impresionante es que tiene el más alto grado de ateísmo del mundo. Cuando menos dos terceras partes de la población no cree en la existencia de algún dios y, ¡sombreros fuera!, cuenta proporcionalmente con el mayor número de solteros del mundo. Podría seguir con otros tantos puntos favorables, como el gobierno de Olof Palme, pero luego pierdo el balance y mi reconocida imparcialidad (?). Mejor pasemos a lo que ensombrece mi entusiasmo sobre el comportamiento del gobierno sueco en el caso Assange.

Desde la primera guerra, no se diga en la segunda, aun durante la llamada fría, Suecia se ha cubierto el rostro con la máscara de Jano, símbolo de los sentimientos encontrados del arte teatral. Su neutralidad ha sido tan real como las pompas de Alejandra Guzmán o el reciente progresismo de Jacobo Zabludovski. En la segunda guerra colaboró como proveedor permanente de los minerales imprescindibles que Alemania requería, también con maquinaria y con las vías de comunicación terrestres (carreteras y ferrocarriles). En la campaña de Noruega (1940) atravesaron territorio sueco infinidad de vagones hasta Narvik, Noruega, con más de dos millones de pasajeros, quienes, disfrazados de médicos y enfermeros, eran soldados nazis. En 1940 Inglaterra amenazó a Suecia con desconocer su calidad de neutral si continuaba su encubierto apoyo a las fuerzas hitlerianas. Tampoco olvidemos que los jóvenes voluntarios suecos en las unidades de las SS alemanas fueron los primeros en invadir la Unión Soviética, en la llamada operación Barba Roja. ¡Así les fue! Durante la guerra fría (1952) tampoco fueron tan neutrales: dos aviones suecos fueron derribados por Migs soviéticos por estar obteniendo información para la OTAN. No hubo alegato posible.

Últimamente Suecia ha visto ligeramente empañada su neutralidad: participó en las guerras de Afganistán, Kosovo, Bosnia y Chipre. Fue el primer país en enviar aviones contra Libia, y en la actualidad es de los primeros fabricantes de armas per cápita del mundo.

A los delitos que en Suecia atribuyen a Assange ya nos hemos referido ampliamente, pero ¿cuáles son los motivos reales de esta feroz persecución? Porque el supuesto comportamiento poco higiénico y nadita previsor de Julian durante su prolongada y envidiable justa erótica sexual tiene menos credibilidad que el acta de defunción del joven Lazca o un master degree de la Universidad de San Francisco del Rincón firmado (huella digital) por el rector Vicente Fox

Las razones son del conocimiento universal: un pequeño grupo de cibernautas desafió los poderes imperiales, los desenmascaró y exhibió en toda su ruindad. La información que Wikileaks proporcionó al mundo pertenecía al mundo, pero estaba secuestrada por gobiernos y grandes corporaciones. Wikileaks entregó a cinco medios de Europa y Estados Unidos más de 250 mil cables que desnudaban los peores inequidades de la diplomacia estadunidense en el mundo. Mostró, ante el azoro universal, que Vietnam, como una invocación maldita (In nomine dei nostri satanas luciferi excelsi), regresaba en Irak y Afganistán (más de 70 mil cables ultrasecretos así lo muestran). En las calles de Bagdad los cadáveres de civiles masacrados nos gritaban que My Lai puede repetirse, porque como decía Monsi: Lo peor de invocar al diablo es que éste responde. Assange consideró que era La Jornada el medio impreso al que podía confiar lo referente a nuestro país (sus razones tendría y no de orden económico, porque Wikileaks jamás comerció con la información que difundía) y por eso le hizo llegar 2 mil 995 cables que permitieron a los mexicanos conocer las siempre aviesas intenciones de la política estadunidense hacia nosotros. Pues por estas acciones de beneficio universal Assange podría ser reclamado por el gobierno de Estados Unidos y ser acusado de espionaje, terrorismo, enemigo del país y criminal de guerra. Igualmente, podría ser juzgado por tribunales especiales o militares y recibir el trato cruel y degradante que hemos visto. La embajada de Ecuador podría convertirse en Guantánamo y la sentencia oscilar entre la cadena perpetua y la pena de muerte. Después de Sacco, Vanzetti y el matrimonio Rosenberg, ¿exagero?

Assange acepta someterse a los tribunales suecos por los delitos que se le imputan, pero solicita al gobierno la garantía de no ser extraditado a Estados Unidos si este país le hace las imputaciones mencionadas. Infinidad de organizaciones, intelectuales y defensores de los derechos humanos avalan esta justificada medida precautoria. Por su parte, Baltasar Garzón, abogado de Assange, ha pedido a Eric Holder, fiscal general estadunidense, que informe, como es su obligación legal, si tiene cargos contra su representado. Como si fuera delegado en San Ángel, Holder no se ha dignado a dar contestación alguna. Recuérdese que el buen Eric es el primer fiscal al que la Cámara de Representantes, en histórica resolución, lo declaró en desacato por negarse a cooperar en la investigación por Rápido y Furioso. ¿Habrá escrito bien los datos del remitente, Baltasar –naif– Garzón?

La corte suprema del reino de Suecia está compuesta por 16 consejeros y se afirma independiente del primer ministro y del Riksdag, asamblea legislativa unicamaral de 349 miembros. La constitución está integrada por cuatro leyes fundamentales. Dos de ellas son las libertades de prensa y de expresión. En ellas se garantiza a los ciudadanos el derecho a obtener libremente toda la información que requieran. Con el fin de asegurar una sociedad abierta se establece el principio de acceso público a documentos oficiales, lo cual, por supuesto, incluye todo lo relativo a las actividades del Riksdag, del gobierno y las dependencias de la administración, a todo ciudadano que así lo solicite. Otro principio fundamental es el que consagra la libertad de comunicar información: toda persona está facultada para dar a los medios de difusión informaciones que considere importantes y que a su entender deban ser del conocimiento público. Esta libertad incluye el derecho al anonimato y rechaza radicalmente la censura previa.

En el año 2000 un director de cine cubano dio a conocer una cinta de enredos llamada No te hagas el sueco. ¿Nos permitiría Daniel Ruiz utilizar el título de su película para rogar (en plural) al gobierno del reino, encabezado por Carlos XVI Gustavo, que por esta ocasión sí se hagan los suecos, los mejores suecos y se porten como todos unos señores vikingos mandando a los gringos al carajo?

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Enlaces:

Los cables sobre México en WikiLeaks

Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks