Opinión
Ver día anteriorLunes 22 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

En esta esquina...

C

omo se esperaba, el debate del miércoles pasado entre el presidente Barack Obama y el retador Mitt Romney fue todo menos un sarao. Para ser más precisos, Obama dejó atrás la sobriedad de la investidura presidencial y se metió al cuadrilátero a disputar palmo a palmo los supuestos con los que Romney ha insistido en denostar su política.

En esta ocasión Obama fue todo, menos el cauto peleador que, en el debate pasado respondió con poca convicción las falsedades y medias verdades de Romney. Cierto, Romney es hábil en el ataque, particularmente cuando enfrente tiene a un contrincante que se excede en las buenas formas y la “corrección política, como Obama en el primer debate; su condescendencia no fue la mejor arma ni de defensa ni de ataque. Esta vez contragolpeó en cada ocasión en la que Romney literalmente lo agredía, cruzando la línea imaginaria que los separaba en el foro donde debatieron. Nuevamente los planteamientos de cada uno dejaron claro cuál es el país al que aspiran.

Obama no pretende, según insinúan sus adversarios, ni nunca ha pretendido cambiar el sistema predominante en EU, por uno que redistribuya radicalmente la riqueza o los medios en los que se apoya la reproducción de ésta. “Creo que el mejor sistema –ha dicho– es el que garantiza la propiedad privada y la producción de riqueza basada en él”. Pero, al mismo tiempo parece estar convencido y quiere convencer sobre la necesidad de que el sistema sea menos injusto o, dicho de otra manera, adecentarlo un poco para evitar otra crisis como la que asola al país. En el debate subrayó que optar por la política que Romney y Ryan pretenden sería regresar a la que hundió al país en la crisis de la que está saliendo con mucho esfuerzo. Lo que le ha faltado a Obama es decir que desde hace más de tres décadas EU han definido como política de Estado privilegiar la acumulación de la riqueza de un sector cada vez se reducido, a costa de más de 95 por ciento de la población. No está claro si Obama continuará esa política, pero con seguridad Romney sí.

Durante el debate salieron a colación los derechos de mujeres y migrantes, temas en los que Romney, y sus compañeros de partido han sido omisos. La consecuencia es que la preferencia de voto entre mujeres y los migrantes, particularmente de origen latino, favorecen claramente a Obama y los demócratas. Para compensarlo, el republicano ha dado un giro de 180 grados, lo que no es extraño en Romney. Ahora habla de los derechos de las mujeres diariamente; niega que haya apoyado la Ley Arizona como solución al problema migratorio y también que hace sólo unas semanas, dijera que de llegar a la a la presidencia revocará de inmediato la orden de suspender todo juicio de deportación de estudiantes indocumentados, firmada por Obama.