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Se espera un incremento de la emigración hacia México y otros países, dice Jesús Arboleya

La reforma en Cuba hace insostenible la política migratoria de EU hacia la isla: experto

La nueva regulación sepulta la idea de que quien vive fuera es enemigo del sistema, señala

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Jesús Arboleya, ex diplomático y profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, en la entrevista con La Jornada sobre los efectos de la nueva legislación migratoria en CubaFoto Gerardo Arreola
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de octubre de 2012, p. 26

La Habana, 23 de octubre. La emigración cubana legal hacia México y otros países aumentará como efecto de la legislación recién promulgada por el presidente Raúl Castro, que hace insostenible la política de Estados Unidos de puertas abiertas a todo el que llega de la isla, dijo a La Jornada Jesús Arboleya, uno de los principales expertos locales en el tema.

Agregó que la regulación, que entrará en vigor en enero, es muy positiva al buscar una relación normal entre Cuba y su emigración. Sepulta la idea, ya superada en el discurso oficial, de que quien vive fuera es enemigo del sistema y además es muy popular, porque refleja la opinión de la mayoría.

Sin embargo, el especialista apuntó que una deficiencia del paquete legal es que no asume como estrategia la emigración circular (la vida en forma alternada en un país ajeno y en el propio). En cambio, mantiene la categoría del emigrado, que sólo puede visitar Cuba por 90 días y para reinstalarse requiere permiso oficial.

Doctor en historia, ex diplomático y profesor titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Arboleya estimó que la norma mejora el trato al emigrado, el estatus que tiene la mayoría de la diáspora. Puede volver, tener trabajo y comprar casa, pero aún no se le reconoce su libre retorno, lo que en definitiva es el factor que va a regular realmente el flujo migratorio.

La Ley de Ajuste Cubano de Estados Unidos (1966), típica de la guerra fría, otorga residencia a los originarios de la isla que pisen ese país, sin importar si tienen papeles. Por los acuerdos con La Habana de 1994-95, Washington repatria balseros interceptados en alta mar. Al combinarse ambas herramientas surgió la política de pies secos-pies mojados: el que llega, se queda; al que detienen en el mar, vuelve a Cuba.

Esa política está en crisis orgánica, añadió Arboleya. La Ley de Ajuste facilita el aumento del paso de cubanos por tierra e incluso de personas de otros orígenes que se hacen pasar por nacidos en la isla, un problema que se expande a la frontera mexicana. Ahora no vendrá una avalancha, pero aumentará el flujo por esa zona.

En contraste, la nueva legislación reducirá la emigración ilegal e incontrolada, una corriente que Estados Unidos ha utilizado como recurso político, siempre y cuando ellos puedan controlar el volumen. Las medidas recién anunciadas en Cuba profundizan la debilidad de esa política, precisó el investigador.

La política migratoria cubana ha sido restrictiva por su carácter defensivo, ya que Estados Unidos hizo del fenómeno uno de los ingredientes básicos de su hostilidad hacia la isla, expuso Arboleya.

Pero la realidad actual ya no es la de hace medio siglo, cuando esa emigración era la base social de la contrarrevolución. Ahora la propia derecha cubano-estadunidense trata de limitar los derechos de los nuevos emigrados. Esto tiene impacto hasta en el electorado de Miami.

Arboleya explicó que, además del estímulo estadunidense, la emigración cubana, que tiende a volverse endémica, surge del desbalance entre el capital humano formado en Cuba y la capacidad de absorberlo en el mercado laboral interno, tendencia que se manifestaba ya desde los años 80. La nueva legislación facilita la inserción de esa fuerza de trabajo en el exterior, al permitir que la salida no signifique un rompimiento con el país.

Sobre aspectos particulares del paquete legal, Arboleya opinó:

-El derogado permiso de salida era uno de los anacronismos más grandes, pues se le concedía a casi todo el mundo. La también eliminada carta de invitación, que surgió para garantizar la seguridad de las personas en el exterior, terminó como una excusa para cobrar derechos. La eliminación de esos trámites tendrá un impacto sicológico, al reconocerse que la mayoría de los cubanos puede viajar cuando quiera.

-Permitir la estancia continua de un cubano fuera del país por 24 meses es una acción a favor del retorno. Hay dos años para decidir si regresas o si asumes el estatus de residente en el extranjero, que te permite regresar cuando quieras.

-Lo que hay que eliminar es el concepto de emigración definitiva. Es una entelequia. Nadie puede decidir nada definitivamente en su vida. En este caso tiene un efecto político muy negativo, porque implica un rompimiento con tu país de origen.

-En la nueva legislación hay un estímulo al residente en el exterior (puede vivir fuera de Cuba en forma indefinida sin perder propiedades en la isla); falta ver si esa categoría se reconocerá a quienes viven en Estados Unidos, que nunca fueron beneficiados por un precedente, el actual permiso de residencia en el exterior, que desaparecerá.

-Es lógico establecer medidas para evitar la emigración indiscriminada de profesionales y el robo de cerebros. Hasta que aparezca la reglamentación no se sabrá a cuántas personas afecta. Sin embargo, esa disposición tiene un defecto de fondo, que es el de seguir creyendo que a través de medidas restrictivas tú puedes controlar el flujo migratorio. La vida demuestra que el que quiere emigrar, emigra.

-La política de otorgar o negar pasaporte en forma discrecional (por interés público o seguridad nacional) se explica porque es muy difícil pedirle al Estado cubano que renuncie a esa capacidad de protección. Tiene que ver con el conflicto con Estados Unidos.

-Un tema pendiente aún es el de los derechos y deberes del ciudadano, incluyendo el reconocimiento o no del doble pasaporte; hace años que está planteada la necesidad de legislar en la materia.