Opinión
Ver día anteriorJueves 25 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Debates monetarios
L

a decisión de la Reserva Federal estadunidense de comprar valores financieros respaldados con hipotecas, por valor de 40 mil millones de dólares mensuales, hasta que la economía de ese país se acerque al desempeño requerido para reducir la tasa de desempleo, ha generado una importante controversia internacional. Los ministros de Finanzas de Brasil, Rusia y China han planteado críticas a esa política, que inunda al mundo de dólares en busca de rendimientos superiores a los que ofrecen los valores emitidos por la Tesorería estadunidense.

El centro de la disputa está en que el banco central estadunidense emite dólares, con propósitos centrados en el incremento de la demanda agregada interna que, sin embargo, circulan globalmente afectando el funcionamiento de otras economías. Para la Fed lo que importa es que en su país la dinámica económica no permite generar empleos en la medida requerida. Por ello, respondiendo a su mandato dual, reducción de la inflación compatible con el menor nivel de desempleo posible, instrumenta una política monetaria que crea circulante para impulsar el aumento de la demanda agregada.

Los críticos de estos tres países que tienen una relevancia global en aumento, aunque todavía poco efectiva, consideran que el relajamiento monetario estadunidense crea un flujo extraordinario de capitales de corto plazo que buscan incrementar sus rendimientos invirtiendo en las economías emergentes. Las consecuencias negativas de mayor peso son: la apreciación de las monedas de los países que reciben esos dólares y el incremento de precios de las materias primas que se comercian globalmente, las commodities, así como la creación de burbujas en algunos activos.

La presencia de estos capitales golondrinos tiene, además, el impacto adicional de complicar las determinaciones de política interna, que esos gobiernos instrumentan para enfrentar los impactos recesivos que provienen de Europa y la desaceleración de las importaciones estadunidenses. Una política fiscal expansiva que se proponga fortalecer el mercado interno para compensar las dificultades externas, puede verse frenada por el impacto en los precios de la apreciación cambiaria, lo que dificulta que esos gobiernos logren defender a sus poblaciones de la incertidumbre que caracteriza el funcionamiento de las grandes economías.

La pertinencia de la crítica ha provocado que el propio Bernanke haya tenido que responder (www.federalreserve.gov/newsevents/speech/bernanke20121014a.htm ), centrándose en tres aspectos: los diferenciales de tasa de interés en los diferentes mercados y la reducción del riesgo afectan los flujos de capital; la subvaluación de ciertas monedas, explicadas por decisiones políticas para promover exportaciones, influyen en la rentabilidad de invertir en cierta moneda; la disminución del crecimiento en economías emergentes se explica por la desaceleración de las importaciones de países desarrollados, de modo que lo que aumente la demanda agregada beneficia a las economías emergentes.

Sorprende que esta discusión no tenga ninguna importancia en México. Nuestra economía, como las de los países emergentes mencionados, se ha visto afectada por la presencia de flujos anormales de capitales que han llegado al país a comprar Cetes y otros instrumentos financieros.

El valor del nuestra moneda ha reflejado estos flujos, manteniéndose por debajo de los 13 pesos por dólar. Las autoridades hacendarias y financieras, sin embargo, no han externado preocupación. Por ello, a diferencia de lo que han hecho los brasileros que han establecido impuestos a los rendimientos de los valores, en México para las autoridades no hace falta instrumentar ninguna medida que defienda la economía.

Lo cierto es que hacen falta acciones para que la dinámica económica permita generar empleos bien remunerados y con las prestaciones adecuadas. Formalmente en el gobierno nadie se ocupa de esto. Mientras la Fed estimula la dinámica creadora de empleos con los instrumentos a su alcance, en México nadie en el gobierno asume esa responsabilidad, ni la de ocuparse del impacto de las acciones de la Fed en el país.