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Ver día anteriorDomingo 28 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

La marcha del hambre

U

na de las iniciativas preferentes pasó de noche. El federalismo será lo que decidan los contadores y auditores del centro. Involuntario homenaje a Lucas Alamán; alegre reivindicación de López de Santa Anna; marcha atrás al Plan de Ayala. Y estados soberanos sujetos a la visión y revisión del titular del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión.

Ah, el retorno de los oidores enviados para someter a las capitanías generales y virreinatos al control soberano de cortesanos con un ábaco en la mano. Pero ese mal tiene remedio. El ir y venir de la otra iniciativa preferente, ese no tiene más destino que el reconocer diputados y senadores que se cumplió con la obligación de resolver en comisiones y votar en el pleno, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado; que se cumplió en el plazo de 30 días. Y se acabó. Ahora a gozar el humor de Felipe Calderón, su visión de la cosmogonía maya y la vanagloria de afirmar que este fin de año de 2012, lo único importante que va a pasar es que él va a dejar la Presidencia de la República. Alabado sea el Señor, decían las abuelas.

Pero la desmemoria de quienes hacen política de personajes en tránsito, en lugar de postulantes de un nuevo régimen, nos presenta una continua repetición de escenas hilarantes y consecuencias demoledoras. En el Senado, nueva sede, nuevo salón de plenos, desoladora ausencia de eso que los antiguos romanos llamaban gravitas: los panistas, con el insolente Javier Lozano en primer plano, lanzan un alarido triunfalista, jalean jubilosamente la aprobación de trozos de la reforma laboral con los que derrotan al fantasma del corporativismo; aprueban elecciones por voto directo y secreto, así como la supervisión del uso de las cuotas de los trabajadores. Victoria pírrica, sentenciaría Manlio Fabio Beltrones.

Ante todo, las sombras detrás del espejo; el gesto inmortalizado y vulgarizado de Humberto Roque Villanueva, coordinador de la diputación del PRI en el instante de la aprobación del aumento al IVA. Se repiten, como farsa o como tragedia, poco importa. Mientras la izquierda, pastoreada en el Senado por Miguel Barbosa, festeja su unidad con el rebaño del PAN, las ovejas descarriadas tiran para el monte en busca de prados verdes en los que se disputaría la viabilidad de aumentar nuevamente el IVA, incluyendo a medicinas y alimentos en el impuesto al consumo. Y Ernesto Cordero decide mamar y dar topes, pretende paralizar a los diputados del PRI, entre ellos 14 o 15 dirigentes sindicales; busca en las alturas cómo entender lo que quiso decir Beltrones. En el PAN ven nueva fractura entre los priístas de San Lázaro y de la esquina de Insurgentes y Reforma.

Tanto que hay quienes hablan de la experiencia política de Emilio Gamboa. Ciegos a la habilidad para el cabildeo, para controlar accesos y expectativas desde el dintel del portón del poder. El político y el del dinero. En todo caso, el senador tamaulipeco Marco Antonio Bernal aclaró que los capítulos de transparencia y democracia sí estaban incluidos en lo que enviaron a los senadores. Y quedó en entredicho el artículo 388 bis con el que exigen que cada contrato colectivo se someta a la aprobación de la asamblea, en acto público, además. Verdadera aberración, jesuítica forma de acabar con la contratación colectiva y hacer una reforma preferente para los intereses patronales. Ya la Coparmex salió al ruedo a proponer aumentos a los salarios. Pero a los mínimos. Si hay debate, hay buen inicio de la legislatura, augurios de actividad propositiva una vez que se acabe el mundo maya o concluya el de Felipe Calderón. Pero la terca realidad arrojó toneladas de carbón sobre la tersa transición del poder.

Negro, polvoriento y ensangrentado. Desde Coahuila, donde casi la cuarta parte del territorio estatal ha sido concesionado a compañías y consorcios mineros. En la región de la que se extrae el cien por ciento del carbón mexicano. Producción que están obligadas las empresas mineras a vender a la CFE. Desde el Grupo Acerero del Norte y Grupo México, el de Germán Larrea, el de los mineros muertos y abandonados en Pasta de Conchos, hasta el medio centenar de pequeñas empresas o gambusinos que excavan estrechos pozos, tajos, a cielo abierto y sin seguridad alguna. Allá, en Sabinas, Coahuila, asesinaron al hijo de Humberto Moreira. Y el ex dirigente nacional del PRI denunció que los narcos enseñoreados de la región se han convertido en mineros del carbón, asociados con gente bien y de bienes, intermediarios para obtener créditos, vender y facturar las ventas a la Comisión Federal de Electricidad.

En Sabinas, como para sacudir los polvos de aquellos lodos de la desmemoria. Como para pensar en las reformas laborales, preferentes o no. En las instalaciones mineras de Nueva Rosita y Cloete, los trabajadores explotados por la American Smelting and Refining Company (hoy Minera México, la misma de Pasta de Conchos y Cananea) izaron las banderas rojinegras; iniciaron la huelga declarada inexistente por la junta de conciliación el 2 de octubre anterior. Las autoridades declararon estado de sitio y los patrones retiraron las cuotas sindicales y el subsidio a la cooperativa: ¡Vino el hambre y murieron hijos de los obreros! Los de Santa Rosita emprendieron la marcha rumbo a la capital del país. Marcha del hambre, durante 50 días. Llegaron al DF el 10 de marzo de 1951. Acamparon en el Deportivo 18 de Marzo. Simbólico abrigo, se diría.

Pero el deportivo fue sitiado por la policía para impedir toda movilización. Los derechos y el hambre a buen resguardo. El 20 de abril volvieron a Coahuila en un tren que les facilitó el gobierno de Miguel Alemán. Los patrones, la Asarco, reinstalaron sólo a mil 800 de los casi 5 mil trabajadores que ejercieron el derecho de huelga y emprendieron la amarga Marcha del hambre. Males son del tiempo... Como ahora. Al empezar el sexenio alemanista, los petroleros fueron duramente reprimidos a las puertas de Los Pinos; luego, los ferrocarrileros, a quienes se les obsequió el dudoso honor de estrenar liderazgo charro, punto de arranque de la abyecta corrupción y los contratos de protección, carga adicional a los sindicatos blancos impuestos por los patrones; anticipo del outsourcing y otras plagas de la modernidad austera del capitalismo financiero que se hunde.

Los desempleados, los marginados, víctimas de la expoliación financiera sin regulación alguna, marchan por millares en las viejas, siempre nuevas, calles de Roma. Protestan, rechazan las políticas de austeridad, los recortes al gasto social, la terquedad de recetas fallidas, de dogmas mediante los cuales se impone la estabilidad de los cementerios. Y en Madrid, en Barcelona, en toda España, frente al lastimero espectáculo de la solidaridad de los Borbones que, en verdad, nada aprendieron, nada olvidaron. Y en Grecia, donde las marchas se tiñen de nostalgias sociales y de peligrosos brotes de nacionalismo de extrema derecha. Y en Londres, en París, en Bruselas y en las ciudades de la prosperidad alemana que empieza a exhibir signos de corrosión.

El mundo de la globalidad marcha, protesta. Aquí damos vueltas a la noria en interminables debates bizantinos. Margaret Thatcher echó a andar el neoconservadurismo de la mano de Ronald Reagan. Para empezar, acabó con los sindicatos de mineros del carbón. Nada más nos faltaba que la guerra contra el crimen organizado derivara a nuevo orden laboral, con los capos y los patrones dueños del socavón, de los antros de la Tierra que retiemblan al grito de guerra.