Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
¡Resurrección de El Payo!
T

oro negro de pena que ya no llevas la muerte en las entrañas. En la actualidad llevas un ángel de la guarda que inspira música celestial como la Santa Cecilia. Toritos con la que solo emocionan los toreros artistas. La tarde de ayer Octavio García El Payo que resucitó y realizó ese toreo a la mexicana, lento, desmadejado, muy relajado, dando su pausa a la serie de pases y encandilando a los nuevos aficionados. Todo esto ejecutado a dos toritos de mazapán de la ganadería de Barralva, tan de mazapán que El Payo además de torearlos tuvo el cuidado de que no se le deshicieran. El juez de plaza empalagado, a su primer enemigo lo premió con el arrastre lento.

El toro sin adjetivos, derrotado, desapareció y quien sabe donde se encuentre. Ayer apareció fugazmente y le quitó la maestría y la relajación al diestro español Alejandro Talavante que sorprendido parecía no comprender de donde había salido un toro. El resto de los toritos de Barralva engordados, rodaban por el redondel y repetían el comportamiento de la mayoría de los novillones que salen por la puerta de toriles; apenas se movían y no eran ni sombra de los toros que a los públicos arrebataban. Ya no embisten a los caballos de lejos y son pasados con un puyacito. Se les acabó la casta y ya no galopan.

¡Toro has perdido tu señorío! Más pareces torito amaestrado que pasas y pasas en derechazos y adornos interminables, has perdido el temple en la embestida, temple codicioso que se confunde con acometer borreguno. Hoy agonizas arrastrando sobre el redondel la sangre en pena vuelta. Ya no eres aquel toro que pasaba por el ruedo con delirio de fiebre, tira que tira cornadas, leña al fuego. Aquello ya no es aquello. Triste nostalgia de pasados recuerdos.

Pese a los toritos de mazapán y que no despacha a los toros con habilidad, me gustó la resurrección de El Payo, quien parece haber superado la terrible cornada que lo alejó de los ruedos y estuvo a punto de costarle la vida. Más importante que la oreja que ganó fue la conexión con los aficionados que lo ovacionaron calurosamente. Quiero terminar mi crónica con un saludo al diestro acapulqueño Antonio Sánchez Porteño y su simpática autobiografía llamada Puerta Grande, así como la salida a hombros de la plaza de Madrid. ¡Ánimo torero!