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El historiador y profesor emérito de la UNAM recibió presea de la Universidad Anáhuac

Miguel León-Portilla refrenda el valor de las humanidades para la persona y la nación

Para qué sirve oír a Mozart, leer una gran novela e ir al teatro, para humanizarnos, ejemplificó

Llama a reconocer que el vasto legado indígena de Mesoamérica no es un arcaísmo

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Nora Ricalde, Miguel León-Portilla y Jaime Durán Lomelí durante la entrega de la Medalla Anáhuac en Humanidades al profesor emérito de la UNAMFoto Universidad Anáhuac
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de noviembre de 2012, p. 7

Al recibir anteanoche la Medalla Anáhuac en Humanidades, el historiador Miguel León-Portilla refrendó su convencimiento sobre la invaluable importancia de las humanidades para el desarrollo de todo individuo y de toda nación.

En un improvisado y emotivo discurso de 25 minutos, el maestro e investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirmó que las humanidades humanizan a cualquier persona.

Es decir, explicó, permiten a la persona sobreponerse a su natural fragilidad, edificar imponentes obras, lograr importantes descubrimientos e inventos, crear belleza y tener la capacidad de disfrutarla; incluso, alcanzar las estrellas.

Si alguien dice para qué sirven las humanidades, yo digo para qué sirve oír a Mozart, hacer palacios, leer una gran novela, ir al teatro; para qué sirve todo lo que es creación humana, toda esa maravilla, reflexionó.

“Los seres humanos somos muy frágiles. Me extraña haber llegado a cierta edad, porque los huesos con cualquier trancazo o choquecito se desarman; pero, decía Pascal, somos cañas pensantes; alguien añadió que más que cañas pensantes somos seres que alcanzamos con nuestros pensamientos las estrellas.

Y yo agrego que aquí adentro, en la cajita de cal (en la cabeza), tenemos kilo y cuarto de carne, y allí está el universo; a mí me pasma eso. Eso es la base de las humanidades.

Compromiso con los indígenas

Luego de recibir del vicerrector de la Universidad Anáhuac campus norte, Jaime Durán Lomelí, la presea en reconocimiento a su liderazgo y compromiso con el desarrollo de las humanidades indígenas del país, León-Portilla destacó en su discurso el incomparable legado cultural y humanístico del que es depositario el país.

Ello, precisó, al ser una nación formada por la convergencia de dos focos civilizatorios originarios, es decir, de civilizaciones que no recibieron influencia de otras anteriores.

Por un lado, detalló, están las culturas mesoamericanas y, por el otro, el mundo mediterráneo, conformado por Egipto y Mesopotamia, así como por Grecia, Roma, el judaísmo y el cristianismo, el cual nos llegó de la mano de los conquistadores españoles.

Los mexicanos no somos herederos de unos gatos, ni siquiera de unos caballos, sino de creadores de dos grandes focos civilizatorios; eso debe de darnos confianza, subrayó el autor de Visión de los vencidos.

Pero, ¿por qué estamos tan mal?, se preguntarán; por dos grandes razones, lamentables, porque en México ha florecido mucho la corrupción y a veces la pereza.

El también antropólogo y especialista en pensamiento y literatura náhuatl resaltó la necesidad de valorar y cultivar nuestra herencia indígena, las humanidades prehispánicas, las cuales, aseguró, están a la altura de cualquiera otras.

A lo largo de la historia ha habido muchas corrientes humanísticas, de muchos tonos; por ejemplo, Grecia con su teatro, literatura, filosofía y arquitectura. Sin embargo, es muy importante que los mexicanos volteemos hacia nosotros mismos, destacó.

¿Acaso no tenemos maravillas de palacios, de ciudades, como Palenque, Tulum, Teotihuacán, Xochicalco, Cholula, Cacaxtla, Tenochtitlán? Somos una zona urbana donde floreció el arte, donde florecieron las humanidades.

Antes, León-Portilla había mencionado el notable desarrollo que hubo en Mesomérica luego de que las antiguas comunidades de cazadores, pescadores y recolectores se convirtieron en núcleos urbanos, con una estratificación social, económica, política y religiosa muy complejas.

Empieza a surgir un arte extraordinario, a haber inscripciones, bien sea en piedra, madera, cerámica o papel de amate y pieles, a lo que llamamos códices o libros.

Para concluir, León-Portilla instó a las autoridades de la Universidad Anáhuac a integrar a las humanidades mesoamericanas en sus planes de estudio como, aseguró, ocurre ya en otros centros de educación superior del país e incluso del extranjero, en los que se imparte historia, arte y lengua indígenas de México.

“Ojalá que esta universidad se sume a quienes creemos que hay humanidades prehispánicas, lo cual no quiere decir que desatendamos a las otras. En México, por desgracia, ha habido quienes piensan que lo hispánico está reñido con lo indígena, pero para que un brazo funcione no es necesario amputarse el otro; ambos sirven. Ese es el mensaje que quiero dar.

Ojalá que cada vez en la Anáhuac haya más gente que crea que las humanidades no son un arcaísmo; es lo que nos hace ser ser humanos, es lo que nos apacigua.