Opinión
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Penultimátum

El fanatismo sigue vivo

F

ue una de las elecciones más polémicas y disputadas en Estados Unidos. No sólo por el cargo de mayor responsabilidad, sino también para renovar un tercio del Senado, toda la Cámara de diputados y ocho gubernaturas. Además, varias iniciativas estatales para legalizar la mariguana y los matrimonios entre personas del mismo sexo. Uno de los temas que estuvo presente en las campañas en busca del voto ciudadano fue el del aborto. Y con momentos cumbres de fanatismo y misoginia.

Como cuando el pasado agosto Todd Akin, senador del Partido Republicano por Missouri, aseguró que “si se trata de una violación legítima, el cuerpo de la mujer tiene mecanismos para cerrarse del todo” y de esa manera evitar un embarazo no deseado. Sostuvo que así se sabe cuándo una violación es real, auténtica, y no de otro tipo. Esta afirmación obligó a la dirigencia republicana a deslindarse de lo dicho por Akin, quien se opone al aborto sin excepciones y andaba en busca de su relección. Activistas y miembros de su propio partido le pidieron retirarse de la contienda. Y a la dirigencia republicana, que le negara el apoyo financiero para su campaña, calculado en 6 millones de dólares. Akin se negó a renunciar y dijo que usó las palabras equivocadas de un modo equivocado para argumentar su oposición al aborto.

Parecería que los demás candidatos de dicho partido habían aprendido la lección, pero hace dos semanas Richard Mourdock, en busca de la relección con el apoyo del electorado de Indiana, aseguró en un discurso en el Senado haberse dado cuenta de que la vida es un don de Dios, y creo que incluso cuando la vida comienza en esa situación horrible de una violación, es algo que Dios quiere que suceda. Mourdock aprueba el aborto sólo cuando la vida de la madre esté en peligro.

No tuvo que ir lejos para escuchar varias respuestas a su revelación celestial. Como la del senador Dan Parker, también de Indiana, católico que defiende la vida desde la concepción, pero que dijo estar avergonzado por las afirmaciones de Mourdock, pues las víctimas de violación son víctimas de un acto extremadamente violento y el mío no es un Dios violento.

Los electores no les perdonaron a Akin y a Mourdock su estupidez y perdieron su relección. Derrota que comparten con el Tea Party, el grupo ultra que se ha apoderado del Partido Republicano. Y, por supuesto, con Mitt Romney, su candidato presidencial. No debemos olvidar que Romney justifica el aborto salvo en los casos de violación, incesto o para salvar la vida de la madre. Por eso durante su campaña ofreció que, si ganaba, apoyaría desde la Casa Blanca la revocación de la decisión de 1973 del Tribunal Supremo que legalizó el aborto, dejando que la decisión dependa de los estados.

Pero el fanatismo sigue vivo.