Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Andanzas

El brillo de una estrella

R

utilante, en el cosmos de la danza y la cultura, Alicia Alonso aún resplandece en el panorama de las grandes figuras de todos los tiempos con luz propia.

Su pasión por la vida, la danza, la cultura y la dignidad del ser humano ha ido mucho más allá del valioso artificio del bailar.

Ahora, a los 92 años de edad, casi ciega, tuvo el arrojo de lanzarse a bailar en el espacio escénico con Jorge Vega, un antiguo partenaire del ballet, para interpretar una breve pieza que llamaron Retrato del recuerdo, postal indeleble en la memoria del público, en el homenaje que se rindió al célebre compositor cubano Ernesto Lecuona, en el 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana, que se efectuó en el Teatro Nacional de aquella bella ciudad.

La sorpresa provocó las más diversas reacciones de júbilo entre el público, que ovacionó a Alonso durante largos minutos sin dejar de gritar su nombre. Alicia Alonso regaló al respetable, efectivamente, tal vez el último recuerdo imborrable para los que, como ella, aman la danza, la cultura y la paz, y no olvidan la palabra perseverancia.

Alicia de la Caridad del Cobre y Martínez del Hoyo era llamada cariñosamente Unga por su familia, que siempre alentó el talento de la pequeña, quien años después adoptó el apellido de su primer esposo, el también bailarín y maestro Fernando Alonso, quien, como ella, se dedicó a construir el ballet de Alicia Alonso, hoy el gran Ballet Nacional de Cuba, dirigido por la famosa bailarina.

Alicia Alonso, primerísima ballerina assolutta, estrella reconocidísima por el ballet mundial, señora del repertorio universal, igual ha sido homenajeada tanto los máximos foros de Londres, París, Roma, Nueva York y Pekín, como en el campo cubano, adonde ha llegado con sus bailarines para acercar el ballet a la población guajira, con los obreros del tabaco. Ella y sus intérpretes, ataviados de su ropa de entrenamiento incluso con sombrero para que no arda la delicada piel de los cisnes del ballet, han mostrado el desarrollo de la técnica en espacios improvisados, acercando la belleza del arte y la cultura a la gente. Han sido memorables sesiones que han conquistado el corazón de todo el que las ha presenciado. También es imposible olvidar a los integrantes del ballet cubano arrancando yuca o boniato de la tierra, tumbando caña o sembrando maíz.

Alicia Alonso con su gente ha paseado su grandeza por los cuatro puntos cardinales con la mayor dignidad y la calidad extraordinaria del ballet cubano. Han permanecido ligados a la gente en los tremendos problemas del horrendo bloqueo a que Cuba se ve sometida desde hace 60 años. Los cubanos, como santos, han dominado la desesperación, la ira y el desencanto, para seguir creando la belleza y el arte por amor a la vida, a la paz.

Alicia, muy querida por su pueblo, pues nadie se resiste a su encanto y maestría, es realmente una gran diva. Más allá de su portentoso talento y exquisito sentido de la danza, ha desarrollado la gracia, el poder de la vida, el gusto por bailar; la pequeña Unga ha sabido crear el poder de entregarse a la gente, a los suyos, los bailarines y la gente de trabajo, para ofrecer, con dedicación y generosidad, una obra terminada al pueblo de Cuba, su país natal, que posee hoy un Ballet Nacional de características propias y una escuela, estilo y códigos de movimientos únicos, pero sobre todo reconocidos por el ballet mundial.

Hoy se puede decir que la escuela cubana de ballet es también de Latinoamérica, en la que la idiosincrasia latina encaja a la perfección con la estructura de una escuela formal de gran alcance y profundidad. Esa es la mayor herencia de esta mujer extraordinaria, toda una proeza. Cuba tiene su ballet, una cultura propia, herencia, legado de una estrella que brillará mientras en la isla se baile.

P.D. Estimado señor Obama, termine con ese bloqueo infame; no le hace bien a nadie, tampoco a su país.